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martes, 20 de marzo de 2012

¡Eres tan irritante y tan arrogante!


Oh Dios, ya estamos casi a mitad de marzo y no les he dado el Yunjae t_t Soy una mala escritora, lo siento, de veritas, de veritas. No tenía planeado publicar el segundo cap tan pronto, pero viendo que me he tardado muuucho con el Yunjae, debo compensarles. Espero les guste. ¡N0 olviden comentar! >w<




Capítulo 2
¡Eres tan irritante y tan arrogante!



Sí mamá… está bien… sí… Okay… bueno, adiós Yukihiro colgó la llamada; miró su teléfono y luego a su amigo.

¿Y? ¿Qué dijo? pregunto un Kishi inquieto. Yukihiro sonrió para darle calma y afirmarle.

Ha dicho que si. Kishi casi pega un salto al aire. Enomoto abrazó con efusividad a su amigo, estaba emocionado. Por fin jugarían los juegos que Enomoto había comprado hace algún tiempo.

Bien, vayámonos ofreció Enomoto, ambos estaban realmente emocionados, a yukkie le habían levantado el castigo hacía una semana y ahora podría ir a dormir a casa de Enomoto.  Era extraño ¿no? Los Srs. Awaji eran muy manipuladores con su hijo. Pero le permitían dormir en casa de Enomoto ¿quieren saber la razón? eran amigos desde niños y los Srs. Awaji eran amigos de la familia Enomoto. Además, el único trauma de sus padres, literalmente era la música. Nada más. Así que está vez no había problema en que él se quedara en su casa.

Ya en casa de Enomoto como era de costumbre terminaban primero los deberes, la mamá de Enomoto era también un poco estricta con respecto a la escuela y ya finalizada la tarea venía lo bueno; guitarras, videojuegos, una que otra película y palomitas de maíz con jarrones inmensos de refrescos.

Oye Yukkie llamó Kishi mientras iba entrando a su habitación con el tazón lleno de palomitas de maíz, ya los refrescos estabas dentro de la misma.

Dime. contestó el aludido mientras ponía a funcionar la consola de vídeo-juego y ponía a correr el tan anhelado CD de vídeo-juego.

Ese chico, el de los populares… ¿no te ha molestado más? preguntó intrigado, después de aquél día, hace dos semanas ellos habían dejado de meterse con ellos. Y resultaba hasta sorprendente porque ni en la cafetería. Además de que a ése chico en específico no se le había visto de nuevo.

Tomando unas palomitas del tazón y poniendo cerca su jarrón, respondió:

No engullendo parte de las que en su mano se hallaban, buscando los controles de la consola de vídeo-juego para empezar a disfrutar la noche más esperada de todas.

La noche, que poco a poco entre risas, bromas, discusiones por quien era mejor y quien no; donde alguien debía ganar y alguien perder, fue aclarándose el cielo, dejando un tazón casi y totalmente vacío, y unos jarrones que, solo el hielo derretido sobraba dos chicos yacían en el piso, casi completamente dormidos, decidieron que era hora de descansar, puesto que al llegar a la mediodía, tendrían cosas que hacer.

–¡¡¡Yukkieee!!!– llamaba Kishi como por enésima vez –¡vamos Yukkie, despierta!– casi gritaba, y es que ese niño genio en matemáticas era un oso invernadero, cuando se acostaba a dormir, lo hacía por horas y horas, y horas. Ya era mediodía e irían al centro de la ciudad para comprar ropa nueva, vídeo-juegos nuevos y si era posible ver hasta una película. Pero si Yukkie no despertaba, sería imposible hacer lo planeado. –¡¡YU-KI-HI-RO!!– gritó, hasta que lo despertó.

–¡Kishi! ¡Deja tanto escándalo!– reclamó –harás que me dé un fuerte dolor de cabeza.–
–A pues, entonces ¡NO ME HAGAS LLAMARTE MÁS DE UNA VEZ!– ¡jah! iba a reclamar cuando era por su misma culpa.

–¡Ah!,  ¡Está bien!, iré a cambiarme– entró al baño, hizo sus necesidades fisiológicas, cepilló sus dientes, lavó bien su cara, peinó su larga cabellera, cambió su vestuario y entonces, cuando se halló listo, salió del baño –Bien, estoy listo–.

–Hasta que por fin sales– exclamó Kishi –Le dije a mi mamá que no nos sirviera nuestro almuerzo ya que iríamos al centro de la ciudad y aprovecharíamos de comer algo delicioso por allá–.

–Está bien– Yukihiro era bastante tranquilo.

–Bien, ya podemos irnos– le informó a Yukihiro, quien estuvo tomando un vaso de agua antes de salir –¿Tomaste tu billetera?– preguntó el amigo, ya que la última vez Yukkie había olvidado su billetera.

–Sí, ya la tengo.– y entonces partieron a su destino. En el camino iban bromeando de muchas cosas, de las lindas chicas que veían o de la gente que a su parecer era muy cómica. A ellos les encantaba viajar en bus, para ellos era divertido. Y cuando se encontraron en el primer centro comercial Kishi quería ir a comer y Yukihiro a comprar la ropa primero y al no decidirse optaron por usar una idea muy sabía.

–¡Piedra, papel ó tijeras! Uno, dos y… ¡tres!– gritó Yukihiro.

–¡JAH!– gritó Kishi –Tijeras corta papel, ¡gané!– gritó victorioso Enomoto.

–¿Por qué siempre ganas?– preguntó decepcionado Yukkie. Enomoto rió con mucha fuerza –HEY! ¡¿Por qué te ríes?! ¡no lo hagas!– exigía Yukkie molesto.

–Ay Yukkie, tu tan inocente– le decía con diversión –desde que somos unos niños siempre eliges tijeras primero– Yukihiro hizo un puchero.

–Entonces tú te aprovechas de mi inocencia–.

–Solo algunas veces– bromeó, broma que hizo que se llevara un buen golpe –¡HEY! ¡No es necesario que me golpees!– exclamando entraron ambos al restaurant, lugar donde siempre comían cada vez que salían los tres, y digo los tres por Megumi. Pero ella esta vez no pudo ir con ellos, ya que tenía una reunión familiar.

–Eso es para que no te aproveches de mi.– le sacó la lengua infantilmente. Gesto que kishi no tardo en responder de la misma manera. Eran ambos un par de críos.



~*~Kenki in love~*~



–¿Así que tía quiere que te cases con esa chica?– preguntó no tan sorprendido Ken a su primo Sakura. Y no tan sorprendido porque así eran sus madres. Ambas, tanto la suya como la se du primo.

–Si– respondió sin mucho ánimo –¡Joder! ¡Ella sabe que soy gay y que todo el mundo lo sabe, no entiendo porqué carajos ella quiera casarme con esa chica– la frustración le brotaba por los poros.

–Sakura, primo, no te ofendas pero… tu me has presentado “amigas” que han sido más que eso– recordándole tomó un poco de su café.

–Pero Ken, es algo total y completamente distinto– miró a su primo que muy tranquilo tomaba su café, casi ignorándolo. ¡Estaba a punto de ser comprometido con una mujer y, ¡ÉL SOLO ESTABA TOMANDO TRANQUILAMENTE SU CAFÉ!

–Haber primo, explícame por qué es diferente.– igual de calmado, pidió.

–¿Por qué?– Comenzó en un tono sereno –¡Por que no es lo mismo un desliz a casarme con una mujer a la cual no amo… – poco a poco su tono se iba alterando –… y que ni si quiera me gusten las mujeres y no vaya a parárseme porque NO-ME-EXCITA!– casi gritó, pero por fortuna y para la calma de Ken, nadie más que el mesero que iba pasando por un lado, los escuchó. Claro, dejando de un lado la extraña mirada que les dedicó antes de irse por completo.

–¿Por qué no te calmas y tomas un poco de tu café?– ofreció, podría casi jurar que su cabello ardía y le brotaba humo de los oídos.

–¡Joder Ken!– se quejó.

–Primo sólo cálmate, que alterándote y gritando no lograrás convencer a tu madre de lo contrario.– y era la verdad. Nada lograría poniéndose en ese estado.

–Es cierto.– bufó.

–¿Qué harás con Hyde?– Y eso descolocó a Sakura, porque se supone que nadie sabía de sus sentimientos por el vocalista de su banda.

–¿Qué ha-a-ré de qué?– comenzó a titubear.

–¿Qué harás con tus sentimientos por él?– preguntó, porque si Sakura creía que él no sabía sobre la existencia de ése sentimiento, estaba equivocado.

–¿D-e… de qué hablas?– y es en éste momento cuando él odiaba titubear, ya que él nunca lo hacía, pero no hubiera un tema referente a Hyde, todo se complicaba.

–Oh vamos, ¿vas a decirme que no lo amas?– le espetó en la cara, ya era hora de dejar tanto secreto de un lado, las cosas son como son y la verdad era que Sakura amaba a Hyde y Ken lo sabía.

–N-no… no sé de qué hablas– intentó sonar lo más natural que pudo pero era casi imposible. Hyde le quitaba las fuerzas.

–Ay vamos Sakurazawa, ambos sabemos que lo amas desde el segundo año de la secundaria. ¿Cuándo vas a decírselo?– Ken notó la expresión de decepción en el rostro de su primo. Y es que Sakura se sintió descubierto con las manos en la masa.

–¡Joder! ¡¿Cómo lo supiste?!– preguntó más frustrado ahora.

–Eres muy obvio querido primo, además, somos primos hermanos, somos sangre. Te conozco incluso más que tu madre.– suspiró –En fin, ahora dime.– pidió por segunda vez saber sobre ello.

–Bien, deja de alardear sobre lo que me conoces; con respecto a Hyde, no lo sé. Él no lo sabe así que si me caso al finalizar la secundaría no habrá problema. De todos modos, no es como si el amara o algo así. – Y algo de razón tenía, pero no respondía del todo la pregunta de Ken.

–Me refiero a tu sentimientos ¿intentarás olvidarlo o qué? – pregunta difícil y dolorosa.

–¿Cómo voy a saberlo, Ken? ¡Lo amo! Tú lo has dicho, pero aún así ¿qué se supone que pueda hacer con ellos luego de casarme? – y en cierta forma, también tenía razón. Estaría casado y como esposo debía respetar a su esposa.

Hubo un largo rato de silencio y Kitamura decidió romper el incomodo momento.

–A todas estas Sakura ¿cómo es la chica? – inquirió, había oído por su tía que era una belleza, pero para ella contal de tener a su hijo sometido a lo que ella deseara, cualquiera mujer sería perfecta.

–Bueno, la chica es hermosa. Quizás demasiado y muy inocente, tal vez demasiado. –decía mientras le daba un sorbo a su café. – pero ella tampoco quiere casarse, sin querer la escuché hablando por teléfono y lloraba, estaba hablando con el chico al que ella ama. – Sakura le comentaba y de pronto su mirada se posó en dos personas que estaban sentándose a unas mesas de donde ellos se encontraban, atención que fue muy notoria para su primo quien volteó. – ¿No son ellos Awaji Yukihiro y Enomoto Kishi? – preguntó y luego añadió– los sabelotodo del instituto–.

–Exactamente ellos son. – afirmó Ken.

–Que coincidencia. – comentó Sakurazawa, era justo una coincidencia. Y una sonrisa pícara se dibujaba en el rostro de Ken.

–¡Mesero! – gritó Ken, llamando a un camarero que estaba cerca de ellos.

–¿Si, señor? – respondió, y Ken le hizo un pedido.


~*~Kenki in love~*~



–¿Qué comeremos? – preguntó Yukkie.

–Hmm, no lo sé– Yukihiro lo miró feo. ¿Él era el hambriento, lo había arrastrado hasta ahí y no sabía que iba a comer? –Pidamos el menú– propuso sonriente –¡Mesero!–.

– ¿Sí, Señor?– respondió éste servicial.

–Por favor, tráiganos el menú– pidió amable Kishi.

–Sí, señor, enseguida– le aseguró, mientras se fue por donde había venido.

– Después de comer iremos por los vídeo-juegos– aseguró Yukihiro, que al haber perdido con su amigo, tuvo que ir a comer primero en lugar de ir a los dichosos vídeo-juegos.

–Sí, sí, lo que digas. Disfrutemos la comida–  decía con emoción. Al fin, comería algo. Su estómago estaba sufriendo.

Un mesero se acercó a ellos con un plato de comida en la mano. Sirvió los platos de comida mientras Kishi y Yukkie los veían asombrados.

–Disculpe Señor…– llamó Kishi –nosotros no hemos pedido eso–.

–Lo sé, Joven. Es cortesía de la casa– respondió, terminó de servir los platos y se marcó dejando a ambos amigos un poco impresionados. Antes habían venido al lugar y nunca habían hecho algo como eso.

–Wow, no sabía que hacían eso– simplemente comentó Yukihiro, mientras Kishi ni corto ni perezoso le ponía el diente a la comida.

–Sí, pero no importa. Comámoslo– le dijo. Yukkie decidió probar un poco. Era un plato de sopa, deliciosa sopa. Un plato de pollo asado con una ensalada que a simple vista provocaba.

–¿Sabes Kishi?, no sabía que en éste restaurant sirvieran éste tipo de comida. – comentó de nuevo con simpleza.

–¿Y qué importa? ¡Estamos comiéndolo! Y lo mejor, es delicioso– se atragantaba. En realidad estaba muy delicioso. El otro joven mesero llegó con el menú y se extrañó al ver a esos chicos comer ya, cuando él apenas y llevaba el menú.

–Disculpe Señor, ¿aún desea ver el menú? – preguntó el trabajador del restaurant.
–Sí, claro, déjelo allí y muchas gracias– dijo Yukkie.

Está bien– lo dejó allí y se marchó.

Cuando el mesero regresó dentro de la cocina vio a sus compañeros conversar y quiso comentar lo anterior que le pareció extraño.

–Oigan, chicos. – llamó el chico que apenas entraba. Algunos de ellos voltearon a verlo –¿No les parece raro?– preguntó, mientras quienes voltearon para verle le prestaban su atención  –En esa mesa de allá…– señaló con disimulo la mesa donde Yukkie y Kishi se encontraban comiendo y viendo el menú –Esos chicos de allí, me pidieron el menú y cuando regresé ya tenían su comida. ¿Para qué pedir el menú si ya antes habías hecho tu pedido?– ése chico bien sabía que en el mundo había bastante gente rara, pero esto, por más extraño que sonara, era la primera vez que le ocurría –Es extraño–.

Un chico, que se hallaba ahí le dijo:
–Kyosuke, no te extrañes…– Kyosuke lo miró –…ellos antes no habían ordenado nada, pero aquellos chicos de aquella mesa,– señaló con disimulo de igual manera que Kyosuke lo había hecho antes –me llamaron y me dijeron que les llevara una orden pero que dijera que era cortesía de la casa. Es decir, no quería que supieran que eran ellos quienes enviaron el pedido– aclaró la duda de su amigo.

–Ohh– expresó casi con asombro. Nunca antes había ocurrido eso tampoco. Pero para todo hay una primera vez ¿no?

–Pero es hasta raro– comentó de nuevo, el mesero que antes habría explicado la situación; aclarando la duda de Kyosuke, quien había llevado el menú a la mesa de Kishi y de Yukkie.  Todos pusieron su vista en él por segunda vez.

–¿A qué te refieres? – demandó otro mesero del lugar.

–Los clientes que pidieron les llevara la orden, eligieron o bueno, eligió. Porque fue uno solo chico quien que pidió todo; pidió uno de los platillos más costosos y me dijo que no dijera que él había sido quien envió la comida. Y de paso, me dio una buena propina– finalizó. Y todos los presentes se asombraron. Teniendo intriga de saber que eran qué de cada quien. El tema murió ahí y cada mesero se dedicó a su tarea.

 –“Si no comes conmigo, al menos comerás la comida que yo te envíe”.– Había dicho en voz baja Ken al momento de finalizar de ordenar la comida que les sería enviada a Awaji Yukihiro.

 –Oye Kishi– llamó Yukihiro a su amigo, quien aún tomaba de la sopa. Su amigo le miró.
–¿Uh? – respondió con la boca llena.

–¿No te parece raro? – demandó. Kishi solía ser despistado con muchas cosas pero a él, se le hacía muy anormal el hecho de que sean clientes frecuentes del restaurant y nunca antes hayan visto que hagan éste tipo de cosas, es decir no había tal cosa como especial de la casa y menos cuando era de la comida más costosa del lugar.

–¿Qué cosa? –preguntó, después de tragar y tomar un sorbo del refresco.

–Piénsalo, hemos sido clientes frecuentes de este restaurant– explicaba Yukkie, Kishi lo observaba atento –y ¿cómo es que nunca antes hayan hecho un “es cortesía de la casa”. Además, es una de la comida más costosa del lugar...– finalizó Yukkie. Kishi rodó los ojos con fastidio.

–Yukkie, para todo hay una primera vez. Piensas de más– le respondió Kishi. A veces yukihiro podía pasarse de molesto.

–Kishi eres un idiota– le respondió con fastidio también y llamaron al mesero para ordenar su pedido original.

En otra mesa del restaurant Sakurazawa miraba sin creer lo que su primo estaba haciendo. Le parecía algo totalmente ridículo.

–Ken ¿qué demonios crees que haces? – le espetó con incomodidad.

–¿Qué hago de qué? – respondió con una pregunta, mientras miraba con tapujo a la mesa de Awaji; con una evidente sonrisa en su rostro.

–¿Cómo qué ‘qué haces de qué’?– le preguntó con indudable enojo. Ken miró hacia su primo, con su sonrisa aún en su cara –¡Les enviaste comida!– le acusó, y entonces continuó –Y por si fuera poco ¡lo hiciste en anonimato!– la sonrisa de Ken se borró sin más –¡¿Qué pretendes con todo esto?!– Ken tenía la ligera impresión de que su primo comenzaba a perder la paciencia.

Ken lo miró con seriedad esculpida en sus ojos. 

–¿Qué pretendo?– le pregunto con calma –En realidad nada– y esa era la verdad, él no estaba pretendiendo nada.

–Si es así, podrías por favor explicarme ¡¿Por qué diablos hiciste eso?!– Ken no entendía por qué a su primo le molestaba eso –¿Es acaso porque hace dos semanas no comió contigo?– Y Sakurazawa había pretendido no decirle que lo sabía pero simplemente lo hizo en medio de su rabieta.

–¡¿Cómo lo sabes?!– Ken no pudo evitar sorprenderse. Sakura bufó y le respondió.

–Te escuché hablar con él hace algunas semanas frente a un salón, le reclamaste porque se había ido sin comer y lo invitaste a que almorzara                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        contigo pero él nunca llegó– respondió sin más. Sakura odiaba los rodeos y él no sería precisamente quien provocara uno.

–¿Cómo sabes que no llegó?– preguntó de nuevo.

–¿Qué cómo lo sé? – sonrió con un poco de sorna –¿Acaso olvidas tu reacción?–.

–¡¡Joder!!– exclamó Ken con enojo palpado en cada palabra que salía de su ser. Pateó un cesto de basura – ¡¿Cómo se atreve si quiera a dejarme plantado, eh?!– su enojo se incrementaba a medida que iba avanzando –¡¿Qué acaso no sabes, Awaji, que muchos estudiantes morirían por comer conmigo?! y tu, ¡jah! ¡¿Te atreves a dejarme plantado?! E incluso ¡tienes la osadía de decir que no te interesa conocerme!– seguía vociferando mientras caminaba hacia el baño.

Sakura, había tomado su tiempo de seguirlo cuando escuchó a alguien decir algunas cosas y vio rodar un cesto de basura. Entonces descubrió que era su primo quien formaba tal escena –Oh, así que si fuiste a verlo– dijo para sí mismo, mientras escuchaba cada sílaba que saliera de su primo hermano. Lo vio entrar al baño y al cabo de unos minutos entró como si nada. Y lo saludó.

–¿Dónde has estado, Ken? – preguntó como si nada.

–¡Sólo anduve por allí!– respondió tajante.

–Oh, pero que humor– dijo, con la finalidad de hacerlo molestar.

–¡No digas nada!– exigió. Sakurazawa rió para sus adentros.

–Oye ¿pero qué te pasa? ¡Si la comida te cayó mal, no pagues tu frustración conmigo, que yo no la cociné!– su finalidad era molestar más y más a su primo. Porque sí, seamos sinceros, le molestó que fuese a comer con él y los dejase a ellos de un lado. O tal vez fue que no confiara en él para decírselo o quizás, que no lo comentara al grupo. Y acabara mintiendo diciendo que iría al baño.

–¡Calla!– casi le gritó.

–Por cierto, ¿pasaste todo el receso en el baño?– le preguntó con un dejo de burla en su voz –Ay primo, no me digas que ahora comes dentro del baño– comenzó a reír de manera suave, sabía que eso lo haría perder su paciencia.

–¡Cállate, joder, Sakura!– salió del baño aventando la puerta al cerrarla.

–Ése será tu merecido por no decirnos– dijo en voz baja.

–Pero cuando tú entraste al baño, no dije nada– se defendió, tratando de recordar si había dicho algo sobre eso, pero no logró encontrar nada.

–Sí, no lo dijiste. Lo sabía desde antes– y era ahora Sakura quien tomó de su café con tranquilidad, mientras disfrutaba de la incomodidad de su primo.

–¿Cómo es que lo sabes?– Y Ken sintió preocupación dentro de sí mismo.

–¿Por qué crees? ¡Te escuché idiota!– respondió con cansancio.

–Eso lo sé, pero ¿cómo? Si cuando entraste al baño, yo no dije nada– Ken comenzaba a alterarse también y en realidad no entendía por qué. Tampoco era que había asesinado a alguien.

–Si serás idiota– Ken lo fulminó con la mirada –Te seguí hasta el baño y escuché todo lo que dijiste–.

Ken se quedó en silencio.



~*~Kenki in love~*~




–¡¡Bien, es hora de ir por los vídeo-juegos!!– decía entusiasmado Yukkie. Al fin habían terminado de comer. ¡Vaya, Enomoto si que comía! ¿Dónde le entraba tanta comida? Y lo peor era ¿A dónde se le iba?

–Bien, vayamos– invitó Kishi. Y entraron a la tienda. Vieron muchos, probaron otros. estuvieron allí alrededor de una hora y media. Ése era uno de sus lugares favoritos.

Lo que ellos no sabían era que alguien los estaba siguiendo. Después de terminar con su compra decidieron ir por la ropa.

–¡¡Yukkieee!!– llamó Kishi, asustando a todo quien estuviese a su alrededor. Yukihiro fue a hasta él.

–¡Eno! ¡¿Por qué siempre debes amar un escándalo?!– le susurró. Era un lugar público. Debían ser educados.

–¡Argh!– expresó exasperado. Yukkie le estresaba con eso de ‘No seas escandaloso’, ‘por favor, no grites’ –Al demonio con eso Yukkie. Dime ¿Cómo me queda esta camisa?– preguntó a su mejor amigo. Yukkie lo examinó y no le agradó mucho.

–Se ajusta a ti, pero el color no es agradable– le explicó, miró a su alrededor y vio una camisa. Fue por ella y al regresar tropezó con alguien.

–Oh, discúlpeme por favor, no le vi. Lo lamento mucho señor– se excusó con sinceridad haciendo una pequeña reverencia. El señor tenía un aspecto extraño. Unos lentes oscuros, con un sombrero y un extraño bigote.

–No te preocupes jovencito– a Yukkie le pareció extraña su vestimenta. ¿Quién usaba lentes de sol cuando estaba dentro de una tienda de ropa? Además, su voz se le hizo un poco familiar, más sin embargo no prestó atención a ello. Y regresó donde estaba.

–Kishi, mira– le llamó y éste volteó. Pero Yukkie puso mala cara. Tenía otra camiseta e incluso, era peor que la anterior –¡Rayos Eno, ¿dónde se ha ido tu buen sentido por ropa?!– le preguntó.

– ¿Por qué?, ¿No te gusta?– demandó también. Yukihiro lo miró con burla.

–¿Bromeas? ¡Es horrible!– espetó con una mueca –ten, pruébate éste– le entregó a Kishi quien la tomó y entró al vestidor.

Por otro lado, el hombre con sombrero, lentes de sol y bigotes respiró aliviado. Sintió pavor de ser descubierto por Yukihiro cuando le tropezó. Sí ¿adivinen? No era nada más y nada menos que Ken disfrazado.

–Ahf~– suspiró. Fue a hablar con la cajera de la tienda. La cajera asintió y sonrió hermosamente. Tenía a un sexy joven parado frente a ella. Éste la ignoró y siguió observando la ropa que había, o en realidad, eso parecía que hacía. Pero sus ojos estaban más que puestos en otra persona. Y de repente comenzó a observar una actitud extraña. Para él era extraña.

Para él era raro la manera en cómo se trataban ése par de “amigos” y por alguna razón desconocida cabe resaltar, eso no le agradaba.

–¡Neee Yukkie, no seas maloo! – lloriqueaba con una especie de mohín.

–¡Déjame Enooo!, ¡Tengo derecho a comprar mi ropa también! – le reclamaba a su amigo.

–Eso lo sé, pero ¡vamoos!, ¡dime como me queda! –le pidió de nuevo.

–Kishi, ¡no!, ¡Déjame elegir!, ¡Me he pasado todo el rato diciéndote como te queda la ropa y no compraré nada por estar ahí contigo!

–Solo esta vez ¿sí? – rogaba con pucheros el amigo.

–¡Arrghh!, ¡está bien! – aceptó y al instante le dijo – bien, date la vuelta. – lo observó. Pensó y pensó y dio su veredicto final – te queda bien. – respondió con fastidio forjado en su voz.

–¡Gracias! – agradeció entusiasmado. Y le besó en la mejilla. Acto que hizo que a Ken se le parara el pelo.

–Deja de molestar–.

Cuando por fin hubo terminada las elecciones de ambos se dirigieron a la caja donde la misma hermosa chica de unos minutos anteriores los miró con recelo y les dijo que por el día de hoy, tendrían rebajas en toda la ropa. Así que solo pagaron la mitad de la ropa y ambos chicos se emocionaron. Casi gritaron de felicidad, pero por un momento Yukkie se quedó pensativo.

– ¿Qué ocurre Yukkie? –lo miró a la cara.

–Es extraño, aquí no había un letrero que dijera: “rebajas por el día de hoy” o algo así y eso antes tampoco había ocurrido aquí. Es lo mismo que en el restaurant, nunca antes habían hecho una ‘cortesía de la casa’– Kishi lo miró con cansancio.

–Yukkie, voy a hacerte un favor. Te conseguiré un cita con el psicólogo– y gracias a su cometario, recibió un fuerte golpe en la cabeza por parte de su amigo.

–¡HEY! ¡¿Por qué me golpeas?!–.

–¡Por decir estupideces!– le respondió.

–¡No es mi culpa que parezcas un loco diciendo todo eso!– le gritaba irritado Kishi. Mientras Ken, con su mismo atuendo extraño los seguía y se reía de su conversación. ¿Qué diría Kishi si se enterara que en la tienda, las rebajas fueron gracias a que Ken pagó el resto? Y es lo mismo con el restaurant.

Por otro lado ¿Se preguntan dónde anda Sakura? Bueno, se fue dejando solo a Ken.


*~*~*
Al terminar de comer, Yukihiro y Kishi se levantaron de la mesa, pagaron la deuda y se fueron. Ken quiso ir tras ellos pero Sakura lo detuvo
–¿A dónde vas?preguntó con seriedad.
–¿A dónde más? ¡Voy a seguirlo! – respondió con sinceridad y apuro, estaban alejándose.
–¿Por qué haces semejante cosa Ken? ¡Recuerda tu lugar! – Ken lo miró con fastidio.
–¿Qué lugar? – Sakura lo miró enojado.
–Él es un ñoño en las matemáticas y tú eres el guitarrista de la banda del instituto. Tú eres alguien popular. – explicó con aires de superioridad.
–Al demonio eso Sakura, ¡quiero seguirlo y no vas a impedirlo! – se zafó de se agarre y se fue, dejándolo solo en el restaurant y molesto.
*~*~*


Ken tuvo una idea más divertida aún. Quiso ver la cara de ambos chicos al saber que él había pagado todo. Y caminó a paso seguro hasta una pequeña mesita donde ambos estaban comiendo un helado, ya eran alrededor de las 5:00 pm de la tarde y ambos estaban antojados de un helado. Y sin previo aviso se sentó.

Ambos chicos se sorprendieron y debido a ello mismo no dijeron palabra alguna.
–Hola– dijo muy sonriente.

–¿Qué haces aquí?– preguntó tajante Yukkie.

–Nada, sólo quería hablar– su sonrisa era hasta indiscreta.

–¿Qué te hace pensar que queremos hablar contigo?– ésta vez fue Kishi.

–Tal vez quisieran saber algo. Algo que a Yukihiro le tiene muy incomodo– los chicos amigos se sintieron un poco incómodos.

–¿De qué hablas?– Yukkie se incorporó. Comenzaba a sentirse intranquilo.

–Bueno, sobre ‘cortesía de la casa’ y ‘rebajas por hoy’– sonrió muy campante y ahora, la inquietud de Yukkie era peor.

–¿A qué te refieres?– inquirió Kishi ésta vez. Mientras Awaji lo miraba con malicia.

–Justo a eso, Kishi– Kishi lo miró, él sabía su nombre. Eso era algo extraño para él –Awaji te lo dijo, ¿no es así? Es decir, eso de que nunca antes habían hecho rebajas en esa tienda y tampoco, nunca antes habían ofrecido comida a clientes por ser cortesía de la casa, en aquél restaurant. – señalando con sus dedos los lugares.

–¿Qué tiene eso que ver contigo?– preguntó Kishi con notoria incomodidad. Ken se dispuso a responder pero Yukihiro lo detuvo.

–Espera– pidió, lo miró con malicia, su cara le inspiraba desconfianza. Su cara era tan fresca, como si intentara hacerle perder la cordura con ella –¿Cómo sabes todo eso?– le preguntó.  Ken sonrió, estaba logrando lo que quería: molestarlo. ¿Por qué? Pues porque Yukihiro lo había dejado plantado aquél día a la hora del almuerzo. Ken estaba vengándose.

–Bueno, sólo los escuché– sonrió. Y con osadía tomó el helado de las manos de Yukihiro y tomó una porción, lo saboreó con descaro.

Yukkie tenía una idea de a dónde iba todo esto. Y lo que más temía era que él fuera el causante de esos eventos extraños.

–Tú bastar…–

–¡Espera Kishi!– Yukkie lo detuvo. Éste lo miró incrédulo. Yukihiro lo miró con suspicacia –¿Cómo nos escuchaste hablar de éso?– preguntó con duda. Ken se sentía en el paraíso, sentía que lo torturaba de alguna manera.

–Oh, bueno, eso…– tomó otra pequeña porción y con el mismo descaro de antes, lo saboreó –Wow, éste helado sí que está delicioso– comentó con sorna. Sabía que estaba agotando la paciencia de Yukkie.

–¡Habla de una buena vez!– exigió. Sentía que en cualquier momento le partiría el rostro por su desvergüenza.

–Bien, lo haré– sonrió –Yo pagué todo eso– dijo sin más, colocando el helado de un lado para mirarlos sonrientemente. Los ojos de ambos chicos se abrieron por el asombro.

–¡Mientes!– gritó Kishi. Y Ken solo sonrió.

–¿No me crees?– su sonrisa seguía ahí como si estuviese tatuada. –Ah~– exclamó –¿qué deberé hacer?, ¿Debería mostrarte las facturas?– mientras Yukkie solo lo miraba con desprecio.

–¿Cómo supiste dónde estábamos?– preguntó Yukihiro, al ver que Ken puso sobre la mesita las facturas entregadas al momento de pagar. Ken dirigió su mirada hacia él.

–Parecerá extraño pero, cuando ustedes entraron al restaurant yo ya estaba en él– respondió con calma.

–¿Por qué hiciste eso? – Yukihiro demandó por segunda vez.

–Hmmm, no lo sé– sonrió con ironía. Yukihiro lo fulminó con la mirada de nuevo. Si las miradas mataran, Ken probablemente estaría mil metros bajo tierra –Quise hacerlo–  respondió sin más, viendo como Yukkie se levantaba de la mesita tomaba las bolsas, sacaba los vídeojuegos y se los entregó a Kishi, para con rudeza lanzar las bolsas sobre la cabeza de Ken, provocando que le doliera. Al instante de eso, Yukihiro le habló a Kishi.

–¡Vámonos!– comenzó a caminar rápidamente y Enomoto lo siguió. Ken los observó con enojo, tomó las bolsas y caminó hasta ellos, tomó a Yukkie de la mano y lo volvió para estar frente a frente.

–¡Toma!– le puso frente a su cara las bolsas. Yukkie de un manotón lanzó las bolsas al suelo y con brusquedad se soltó así mismo del agarre de Ken.

–¡No las necesito!– le reclamó y comenzó a caminar de nuevo. Ken, por segunda oportunidad y ésta vez estaba más molesto tomó las bolsas y con rudeza le agarró del brazo y lo pegó a la pared que estaba a su lado izquierdo, provocando un fuerte dolor en él.

–¡¡Tómalas!!– Ken estaba perdiendo la paciencia. Y sintió un fuerte golpe en su mejilla, golpe que lo tumbó al piso – Joder– susurró. Kishi lo había tumbado.

–¡Te dije que no te metieras con mi amigo!– le recordó Kishi. Yukkie lo miró y caminó. Ambos caminaron de nuevo pero Ken era más insistente que el hambre. ¿Es posible que alguien pudiese ser tan irritante como él? Pues sí, él lo era.

–Ésto no es tu asunto– le gritó y lo empujó, tumbándolo al piso. Yukkie se volteó y lo encaró.

–¡¡Eres tan irritante y tan arrogante!!– comenzó a alterarse –¡Dime! ¡¿Qué demonios quieres de mí?!– le hizo la misma pregunta que días atrás le había hecho. Kishi se levantó y se quedó allí a un lado de su amigo y Ken lo miraba. –¡Ya te lo había dicho antes! ¡NO-ME-AGRADAS!– le gritaba. –¡Demonios! ¡¡¿Qué debo hacer para que lo entiendas?!!–
Ken sonrió y muy fresco le dijo.

–Ven a comer conmigo a mi casa– Yukkie sintió como si un balde de agua fría caía sobre él.

–¡¿Qué?!– creyó no escuchar bien –¡¿Estás de broma, no es así?!– se dio la vuelta tratando de creerlo.

–De hecho no– manifestó con simpleza. Yukkie volvió su cuerpo hacía él, lo miró y le dijo:

–¿Dónde están las cámaras escondidas?– preguntaba –Oh no, espera, ¿dónde están tus amiguitos? ¡Hasta fuera del instituto piensan burlarse de mí!– Yukkie era lo suficientemente inteligente para la matemática, la física y la química. Pero no para ésto.

–¿De qué hablas?– Ken se sintió confundido por un instante, pero luego comprendió. –De hecho, estoy solo.– le afirmó.

Yukkie lo miró con incredulidad pero, quería que esta tortura se acabara pronto –Bien– lo miró –si acepto ir a comer contigo a tu casa ¿nos dejarás en paz de una vez por todas?– preguntó.

–Si– respondió muy serio Ken.

–Bien, dime cuándo y cómo llegar– Kishi abrió sus ojos hasta más no poder mientras que Ken sonreía victorioso.

–¿Yukkie; estás loco, verdad?– Kishi le preguntó, pero Yukkie permaneció en silencio. Sentía vergüenza de sí mismo.

–Mañana, estáte listo a las 7:00 pm, pasaré por ti a las 7:30 pm – sonrió.

–Bien–.

Dame tu direcciónpidió cordialmente Ken, estaba logrando su mayor propósito de las últimas semanas. Yukkieo se la dio y Ken la anotó en su teléfono.

–Yukkie ¡¡estás loco!!– miró con repudio a Ken –¡Eres un bastardo!– le recriminó, más Yukkie lo haló y se lo llevó. Se fueron ambos.

–Kishi…– susurró Yukihiro, su amigo le miró –¿Qué hice?– preguntó preocupado.

–¡Eso mismo quisiera saber yo, Awaji Yukihiro!– Kishi estaba tan enojado –¡Estoy tan enojado!–

–Lo siento– de disculpó, su amigo ablandó su mirada lo miró con dulzura, conociendo a su amigo como lo conocía se sentía arrepentido y estaba lamentándolo.

–Está bien– le calmó –pero dime ¿por qué lo hiciste?– puso sus ojos en él.

–Estoy cansado de que me molesten todo el tiempo ¿sabes Kishi?– explicaba acongojado –Y en especial él, él es quien más me molesta. Me siento exhausto de que me siga a muchos lados– continuaba mientras que su amigo solo lo miraba –Sabes la otra vez me siguió por toda la escuela pidiéndome que fuera con él a comer. ¡¡POR TODA LA ESCUELA KISHI!!–.

–¡Woow! ¡¿Por qué no me habías dicho eso, para irlo a golpear?!–

–Por eso mismo, para que no le hicieras nada. Eso no cambaría nada. Él es así de necio. Mañana ya comeré con él y él me dio su palabra de no molestarme–.

–Bien ¡Gambatte! – lo animó.

–¡Gambatte! – y Yukkie sonrió.



Continuará~ :3