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miércoles, 30 de mayo de 2012

El deseo en la Noria.


*~*Nota de Autora*~*

Antes de leer el one-shot, pongan a cargar ésta canción: -> http://www.youtube.com/watch?v=1TrGX5Q1hKw es "One more Thing", de THSK (Homin). Dejen la canción cargando y comiencen a leer, que más abajito dentro de la lectura, yo les dejaré un aviso para que empiecen a reproducir la cancion y lean con la canción de fondo.




*~*~*~*



Título: El deseo en la Noria.
Autora: Athena Leciel.
Parejas: Yoosu.
Género: Romance y Fantasía.
Advertencia: ---.
Extensión: One-shot.
Estado: Terminado.









El Deseo en la Noria.





–Sabes Chunnie, una vez oí que si subes a una noria por la noche y pides un deseo se hará realidad– te comentó de la nada Junsu, mientras ambos descasaban en la habitación que para ése entonces compartían, tú te hallabas acostado en tu cama y mientras que él, sentado en la cama opuesta te miraba.



–¡Bah! Ésas son tonterías. ¿No crees que estás muy grande para creer en cosas tan infantiles?– viste su cara de sorpresa.


–Oh… ¿crees que son tonterías?– viste tristeza en sus ojos –Sí, tienes razón, estoy muy grande para creer en cosas de niños– también viste como hacía una mueca rara para sonreír, se levantó de donde estaba –Bueno Chunnie, nos vemos al rato, tomaré un baño– y salió de la habitación. Tú te quedaste mirando la puerta. Quizás pensativo en su obscura mirada al salir.

Comenzaste a notar que él no regresaba, sabías que a él le gustaba estar mucho tiempo en la ducha, pero no tanto tiempo como el que ya había transcurrido. Saliste para buscarlo y al acercarte al cuarto de baño lo escuchaste, escuchaste sus sollozos. ¡Qué idiota eres Park Yoochun! Sabes perfectamente que Junsu era muy sensible con ésas cosas. Maldijiste para tus adentros. 

Esa noche al momento de dormir, se sintió extraño. Quizás no tuvieron la misma conexión que siempre tenían entonces pensaste que quizás, para el día de mañana todo estaría normal.

Pero luego de ése día, las cosas empezaron a retomar otro rumbo. Junsu casi te ignoraba, ya no dormían juntos. El parecía esquivarte y tu relación iba de mal en peor, cualquier cosa que hacías o decías Junsu te miraba feo. Ahora era seco contigo, evitaba hablarte mucho o comer contigo, todo lo contrario a lo que acostumbran a hacer. Muy poco buscaba tus labios, de hecho, eran contadas las veces que sus labios se habían tocado durante esas semanas y eso, definitivamente te sacaba de tus cabales y podías hasta jurar que cuando te besaba, lo hacía por obligación, porque sus ojos no mentían y él no sabía mentir. Y tú nunca fuiste precisamente la persona más paciente del mundo.

Esos días que iban pasando rápidos y fugaces entre tantos ensayos, grabaciones y responsabilidades; se iban transformando en semanas, largas y tediosas semanas y eso no era algo que estuvieses dispuesto a tolerar más. Simplemente no, porque no es así como era tu relación con ése niño risueño que había dejado de sonreír, contigo. 

Todo se hacía una pesadilla al caer la noche, al momento de cenar, todo estaba en silencio, con frecuencia cebas a solas con Junsu, pero desde que esa distancia se plasmó entre ustedes, cenaban en el comedor, los cinco juntos y no era algo que te molestara, pero tristemente el ambiente se tornaba pesado, incluso los demás chicos podían sentirlo; ninguno se atrevía a preguntarte, a ti o a él. Siempre hubo claro que los problemas de parejas, son problemas de parejas; en caso de pasar a grados mayores, los demás podrían intervenir.

Peor era al momento de dormir, estabas tan molesto, ya no podías soportarlo. Él ya no dormía contigo usando la excusa barata de estar muy cansado y eso, tampoco te agradaba, porque tenías que aceptar Yoochun, que tú pediste a Jaejoong que se cambiara de habitación para estar más tiempo a solas, como pareja con Junsu y él aceptó, porque se tropezaba con la misma situación que tú, con Yunho. El delfín decidió dormir en la cama de al lado, las habitaciones conservaban ambas camas, pero ustedes desde que estaban saliendo y se profesaron su amor, dormían en una sola cama, era más íntimo, más cálido y más romántico. 

Aceptabas que era Junsu quien le daba color a tus días, quien te desestresaba con sus ocurrencias y niñadas, que era ése muchacho que frente a tus ojos se iba convirtiendo poco a poco en un hombre, quizás tenías una visión de él más madura, pero no era así como tú querías a Junsu, del que te enamoraste. TU Kim Junsu.
Ésa noche no lo soportaste más y entraste a la habitación y lo viste ya acostado en la cama de al lado. 
–Susu-ah– lo llamaste mientras te ibas metiendo bajos las sábanas. Por el contrario de él ni se inmutó, lo abrazaste por la cintura. Gesto que hizo que rápidamente él te esquivara incorporándose para sentarse, se sentó como indio.

–Dime– te dijo sin más y eso fue algo cortante, mucho para tu gusto; guardaste la calma. Sabías que eso era un indicio de que estaba incomodo, lo conocías más que su madre si era posible.

–¿Por qué no dormimos juntos?– preguntaste buscando la manera de penetrar a fondo la situación. Lo hacías buscando la forma de no sonar tan molesto ni tan directo. Él te miró nervioso, sabías que no quería hacerlo. Pero tú necesitabas detener toda ésa situación antes de que tanto tiempo junto se fuera por la borda.

–Porque estamos cansados, Yoochun– ¿Yoochun? ¿Desde cuándo él te llamaba así? Solo lo hacía cuando estaba molesto.

–Pero solo durmamos juntos, abrazados; te extraño– intentaste acercarte a él para demostrarle tu afecto pero él hizo como si accidentalmente hubiese tumbado al suelo una almohada y en un acto de reflejo, la tomó esquivando tus sentimientos y eso fue la gota que derramó el vaso.

–¡¿Qué demonios ocurre contigo, Junsu?¡– preguntaste irritado con voz baja y él, al instante subió su mirada y la clavó muy seria en tus oscuras esferas oculares, él sabía que tenías mucho que decir –¿Estás molesto?, ¿Hice algo malo?– él solo se quedaba en silencio y eso irremediablemente te enojaba más, porque esperabas al menos una respuesta, razonable, en su defensa –¿Desde cuándo me llamas ‘Yoochun’?–.

Él seguía en silencio, trataste de calmarte un poco. Era muy tarde para formar una discusión, los demás ya estarían dormidos.

–¿Sabes?, extraño tus caricias, tu compañía. Extraño nuestra relación, Junsu– él te miró incomodo, sabías que él odiaba que lo llamaras así, él prefería ser llamado ‘Susu-ah’ ó ‘baby’; era algo más íntimo, siempre lo había sido entre ustedes. –Extraño que me llenes de mimos, eres mi pareja y es normal que eso me haga falta– sentías que era momento de decir la verdad.

–Lo siento, pero creí que estaba muy grande para ése tipo de cosas– y no necesitaste más para comprender que era lo que ocurría. ¿Todo era a causa de lo que le dijo aquél día por la noria? ¡Demonios Junsu!.

–¿Todo esto es por eso?– preguntaste y ahora estabas como alma que llevaba el demonio –¡¿Todo es por lo que te dije ése día?!– la palabra irritado se quedaba corta, sí comprendías que Junsu era sensible con eso, pero ¿llevar hasta ése extremo su relación? ¿qué no era demasiado?.

Inmediatamente, conservando la poca cordura que creías tener, erguiste tu cuerpo y te levantaste de la cama, te dirigiste a la otra cama y tomaste una almohada y tu sábana con la finalidad de dormir en el sofá. Así estuviste unos días más y ahora lo notabas más triste. Antes lo notabas seco, ahora querías tú ser el seco. Él se notaba triste y lo sabías, las miradas que él te dirigía lo decían todo. Pero ahora el molesto eras tú y ¿cómo evitarlo?. Tampoco era tan fácil como todos creían. 

Una vez escuchaste como Changmin le preguntaba a Junsu que ocurría entre ustedes y él solo le decía que habían tenido una pequeña discusión. 

Un día normal, notaste la fecha y ése día se acercaba… comenzó a entrar en ti un temor. No sabías que hacer, pero siempre esperaste ése día con ansias aunque no lo demostraras ni se lo dijeras con certeza a tu novio. 

Lo mejor que se te pudo ocurrir fue dejar una carta sobre la mesa que estaba al lado de la cama de Junsu ésa noche antes de irte a dormir, mientras él ya conciliaba el sueño. La dejaste y te fuiste a la sala


“Te espero mañana a las 6:00pm en nuestro lugar,
Chunnie~ ♥


Bien, ya mañana era su primer aniversario y necesitabas conseguir la forma de estar bien con él. Así que pensaste, que quizás si él fuese ése día podrías disculparte con él y celebrar su primer aniversario. 

Esperabas que todo saliera muy bien.

–Ah– suspiraste, comenzaba a hacer frío y eran las siete en punto de la noche y él aún no llegaba. ¿Tan enojado y triste estaría que ni siquiera se atrevería a ir a verte en su primer aniversario? Definitivamente te estabas desesperando, juraste que si Junsu no llegaba, todo terminaría y le dirías las cosas como eran.

–Eeh~~– escuchaste de pronto. –¿Es que acaso Chunnie me plantó?– ésa voz por su puesto te era inconfundible. Decidiste caminar hacia donde ése melodioso y especial sonido provenía.

–¿Plantarte?– preguntaste al verlo allí acurrucadito en el piso, contra su propio cuerpo para darse calor así mismo–Llevo mucho rato esperándote, Junsu.– reconoces que tu voz no fue la más agradable.

–¡Chunnie!– y viste la emoción en sus ojos. Él se levantó de golpe y saltó sobre ti, casi tumbándote.

–¿Por qué tardaste?– le preguntaste, aunque su gesto anterior te enterneció hasta el alma, te sentías un poco molesto por su tardía.

–¿Tardarme?– se separó un poco de ti para observarte con esos ojos grandes que tanto amas –Chunnie, llevo acá más de cuarenta minutos– dijo con sinceridad, sabías que estaba diciendo la verdad. Tu Junsu no sabe mentir y tú lo sabes. 

–Oh, ¿entonces…?– te detuviste y comenzaste a reír como tonto –Junsu, nos estábamos esperando de lados distintos– y le señalaste y él entendió, ambos comenzaron a reír hasta que un silencio se internó en ambos. Lo sabías, era incómodo y lo sentías. Él no sabía qué hacer y tú tampoco te quedabas muy atrás. 
Miraste hacia muchos lugares viendo hacia donde ir o que hacer. Era su primer aniversario, no podrían desperdiciarlo. Era algo que siempre escuchaste que Junsu quería, él siempre te decía “Chunnie, cuando cumplamos nuestro primer aniversario, debe ser especial, ¿sí?” tú solo le asentías cada vez que te lo decía “Chunnie, nuestro primer aniversario deber ser el mejor” nuevamente, tú le decías que sí y lo abrazabas muy fuerte.

–Chunnie– lo oíste llamarte quedito. Aún estando dentro de ese abrigo y estar envuelto por la bufanda roja que le regalaste en su último cumpleaños, bajo ése gorrito de color negro que también le habías regalado algunos meses atrás para evitar que el frío se colase desde la parte superior de su cuerpo y helara sus lindos cabellos. Volteaste de donde tenías tu mirada y lo viste con su mirada agachas –Ten…– te extendió una cajita mientras te susurró – Feliz primer aniversario– y sonreíste. Todos los días de tu vida te preguntas: ¿cómo puede caber tanta ternura en su ser como tu novio?.

–Woah– dijiste con entusiasmo e intentaste cambiar el ambiente, porque de verdad, Junsu te cambiaba los días –Veamos que podría ser– y lo miraste con una picardía tierna; lo sabías, sabías que ése tipo de reacciones en ti, a tu amado le encantaban. Viste como sus ojos brillaron de emoción. Lo abriste y moriste, bueno, no moriste, pero casi ¿A qué fue adorable que te regalara una bufanda igual de roja? –¡Me encanta!– simplemente decías la verdad –¡Gracias mi amor!– lo abrazaste fuerte y protectoramente. Entonces le pediste que ayudara a colocártela y mientras lo hizo, sus caras estuvieron cerca y posaste un tierno beso en su mejilla –Te amo, feliz aniversario–. 

Él se sonrojó porque era así de adorable. Entonces, notaste como él buscaba algo y luego de un rato, su cara se descompuso de manera cómica, era un puchero enojado.

–Chun…– sus cachetes estaban inflados –¿Dónde está mi regalo?– te preguntó sin ningún preámbulos, su relación siempre ha sido así, desde que eran amigos.

–¿Regalo?– lo hiciste apropósito, tú amas ver esos cachetes infladotes como de pez globo –¡Oh!, ¡Lo olvidé!– y fingiste sorpresa. Los ojos de tu amado se ensancharon y bajó su cara lentamente. Se dio media vuelta y comenzó a caminar. Fuiste tras él, comprendiendo que quizás no fue la mejor broma, lo tomaste del brazo, pero él se soltó.

–¡Déjame!– te dijo, su voz sonaba rota.

–Tonto– lo abrazaste por detrás, mientras él solo te susurraba cosas como, “Eres un tonto” ó “¿Cómo pudiste?”; también golpeaba tus brazos débilmente y sollozaba –Tonto– le dijiste una vez más –¿Cómo podría olvidar eso? ¡¿Estás loco acaso?!– lo giraste rápida y bruscamente para estar frente a frente, secaste sus lágrimas y besaste su frente sutilmente –Sígueme– le pediste y ambos caminaron. 

No tardaron mucho en llegar al centro de todo el parque de atracciones y no dudaste un solo momento en posar tu cuerpo detrás de muchas personas, en un orden que hacía demostrar era una fila en espera para algo.

–Chunnie…– lo escuchaste susurrar, tan bajito que solo tú pudiste escucharlo y dirigiste tu mirada hacia él. Sus ojos grandes estaban mirando con ilusión la noria que ambos tenían en frente.

–Shhh– le pediste y él buscó tu mirada, la cual tú dulcemente respondiste. Sonreíste y él también lo hizo con sus ojos cristalizados. No faltó mucho tiempo para estar de primeros y para la suerte de ambos, eran cubículos para dos personas. Y entonces llegó su turno y ascendieron. Se sentaron el uno frente al otro y la noria comenzó a moverse. Según tenías entendido, desde que colocabas un pie dentro del cubículo y empezaba a andar y llegaba hasta la cima, tenías diez minutos, los otros diez eran para bajar. 

–Junsu…– lo llamaste y él te dio toda su atención, siempre lo hacía. Él te dedicaba su vida y muchas veces a causa de tus groserías herías sus sentimientos. Pero era él tan adorable, tan amoroso que cuando te arrepentías siempre te decía que todo estaría bien y que era normal que las parejas tuvieran algunas diferencias. –Lamento mucho lo que te dije… Yo… no fue mi intención hacerte sentir así. Sabes que te amo y que no me importa si ése tipo de cosas son tontas. Eres la persona que amo y contigo, podría ser el idiota más feliz de todos y además de és…– escuchaste su peculiar sonrisa abrirse paso estrepitosamente, sabes que se rió así por tu expresión.

–Chunnie, hablas mucho…– lo miraste ya que no pudiste evitar sorprenderte al escuchar que te dijera eso. Pero más te sorprendió lo que hizo antes de callarte, posar sus labios sobre los tuyos. Sí, eso era algo que él nunca antes había hecho, besarte de ésa manera para callarte. –Está todo bien, te amo– y sonreíste. ¿Salvaste el mundo en tu vida pasada? ¡Eras el más afortunado de todos! 

Luego de eso él se quedó en silencio, y eso te preocupó un poco, sabes que tu novio es un parlanchín de primera. Viste como se acercó su cuerpo hacía la ventana de cubículo de la noria y unos segundos más tardes lo seguiste acercando tu cuerpo al suyo y supiste que era el momento adecuado para darle su regalo, lo abrazaste tan dulcemente por la espalda y le diste un beso en la mejilla. Sentiste como su cuerpo respingó y sin pensarlo más lo giraste delicadamente hasta quedar frente a ti. Sacaste una pequeña cajita y la pusiste delante de él.

(Aquí, empiecen a reproducir la canción aquí hasta el final, si no leen tan rápido, no importa, reproduzcanla una vez más o todas las que sean necesarias xD)

–No sé si hacer deseos en las norias puedan hacerse realidad, pero real es mi amor por ti– le declaraste con palabras torpes, admítelo, estabas nervioso. Él te observó y luego dirigió su viste hacia la pequeña cajita que sostenías ante él –Feliz primer aniversario, Susu-ah– dijiste con calma. Tus manos estaban temblando, al instante abriste la cajita que dentro, yacían dos anillos. 

Sabías perfectamente que ése niño dentro de ése cuerpo tan proporcional como el suyo amaba los objetos emparejados y lo viste, viste como sus ojos brillaron de emoción –¿Quieres ser el amor de toda mi vida?– le preguntaste sin más rodeos. Lo amabas y querías pasar tu vida con él, no importaba si el matrimonio entre hombres era todo lo que todos quisieran, con vivir con él para ti era más que suficiente. Al él escuchar semejante pregunta su sonrisa no pudo ser más grande. Cada momento que pasaban juntos era como enamorarse de nuevo, con cada mirada, cada sonrisa; cada momento compartido juntos era más que suficiente para que ése amor que se profesaban fuera más grande y más hermoso, cada día fuera más real y tú, simplemente eras feliz de poder vivirlo y sentirlo. De poder tener a un niño ruidoso contigo.

–¡Sí!, ¡Por supuesto que deseo ser el eterno amor de tu vida, Chunnie– Estabas feliz de escuchar su respuesta, entonces sentiste cuando se lanzó sobre ti y besó tus labios y tú ni corto ni perezoso desaprovecharías ése momento. Cuando él se alejó para verte con ésa característica alegría en él y comenzar a reír, lo tomaste de su mentón guiando su adorable rostro hasta el tuyo posando tus labios sobre los suyo haciéndose así la unión de un deseo que más que un deseo era una promesa. 

Fue un beso libre de lujuria, no había paso para sentimiento tan carnal como ése en medio de un momento tan mágico como el que les estaba ocurriendo y entonces con delicadeza lo apartaste, tomaste su mano derecha y le colocaste el anillo que sencillo varonilmente hacía lucir su mano mucho más hermosa de lo que era. A continuación, él tomó la tuya imitando el mismo gesto que anteriormente habías practicado en él. Cuando hubo finalizada toda acción ambos sonrieron como adolescentes recién enamorados, quizás así debía ser su amor, porque quizás debía ser tan puro y sencillo, pero a su misma vez el más tierno de todos. El más verdadero, como el de los cuentos de hadas.

–Sabes Chunnie, cuando empezamos a salir yo recordé algo que hice cuando era niño. Entonces, cuando tuve mi primer día libre, vine a esta noria y subí a ella. Dentro de ella pedí un deseo– Tú solo observabas como él absorto en sus diálogos te hablaba con una de las miradas más emocionadas e ilusionadas. Él miraba el anillo, sonreía como idiota, como el niño que era. Como de quien te enamoraste. El dirigió su vista a ti y te sonrió. Y tú como un idiota realmente enamorado lo abrazaste una vez más y le preguntaste: 

–¿Qué deseaste?– él respondió tan cariñosamente tu abrazo mientras con voz dulce te iba respondiendo. 

–Que el deseo que una vez hice de niño, se hiciera realidad– te respondió y poco a poco la noria fue llegando hasta su final y ambos descendieron de ella. Estaban tan felices, tú en especial. Te quedaste pensado en querer saber que era exactamente ése deseo. 

La noche para ambos fue la mejor y no podías evitar embobarte cuando estabas cerca de él y de sus locuras. Compraron algodón de azúcar y lo comieron juntos. Y sí muchas personas los miraban feo y raro; muchas eran caras de intrigas pero ambos estaban seguros en no ser descubiertos. Estaba nevando y ambos estaban muy escondidos en sus ropas. Le hiciste la pregunta que merodeaba por tu mente y él tan solo te respondió “Aún no es el tiempo, Chunnie” dándote un tímido beso en la nariz. 

–¿Y se hizo realidad?– preguntaste ansioso. Él rió fuertemente y te dijo que sí. Se estaba haciendo realidad. 

Y pudiste jurar que fue el día más hermoso de tu vida, el más precioso. Definitivamente te habías esmerado en hacer que su primer aniversario fuera el más bello e inolvidable. 

Lo llevaste a cenar a su restaurant favorito y él lucía tan hermoso y animado. Verlo así te producía tanto amor. Tanto amor tenías por darle qué sentías que toda tu vida jamás sería suficiente para demostrarle y darle todo lo que ése pequeño ser de ojos saltones y muy expresivos merecía. Y quizás comenzabas a creer que los deseos si se hacían realidad y que los cuentos de hadas, eran hechos tomados de la vida real. Reíste para ti mismo observándole pensando en cómo ese chico risueño había cambiado toda tu vida en todos los aspectos que podrías encontrar. Entonces pesaste que quizás tú deberías ir y hacer un deseo también, porque quizás, los deseos en las norias si podían ser reales y si lo deseabas con todo tu corazón. 

Ésa noche durmieron juntos de nuevo y amanecieron más amorosos que nunca y sabías que todos lo habían notado y todo regresó a la normalidad, pero con una diferencia… Creías en que las Norias eran mágicas. 
El tiempo iba transcurriendo y los días juntos eran más hermosos y felices, siempre discutían por algo, pero luego recordaban que su amor era más grande y lograban resolverlo lo antes posible y cada que eso ocurría, ambos se convencían de que eran el uno para el otro y que de que su amor, era el más verdadero.
Cada año que cumplían, iban a la noria. Y ése año no sería la excepción. Cuando estabas en la punta, comenzaste a recordar y a sonreír solo. Como el mismo idiota enamorado y embobado que habías sido durante toda tu vida. Ahora que Junsu no estaba más en éste mundo, recordabas cada cita en ésa noria, y no pudiste reír como un galán idiota, a pesar de los años que la vida te ponía en los hombros.

–¿Sabes Susu?, los deseos hechos en las norias si se hacen realidad– dijiste para el viento –A pesar de tu partida, sigo amándote como a nadie en el mundo– sonreíste con añoranza. –Nuestros hijos crecieron muy bien ¡fuiste un padre muy amoroso! Ellos aún dicen que a pesar de todo, la casa se siente alegre. Es como si aún estuvieras con nosotros– reías hablándole al viento que entraba por la pequeña ventana del cubículo la noria –Dandelion nació hermosa y ha estado creciendo muy bien, cuando cumpla siete años, la traeré acá y le hablaré sobre el abuelo maravilloso que está en el cielo cuidándola– entonces te sentaste y comenzaste a derramar una que otra lágrima, pediste al portero que te dejara subir solo a la noria. Querías privacidad, era tu aniversario. Ésas lágrimas eran unas de alegrías y otras de tristeza. Habías tenido una vida hermosa al lado de ése delfín que la vida se empeñó el arrebatártelo tan pronto. Pero estabas feliz, porque al mismo tiempo, la vida te había permitido conocer las cosas más bellas y te había enseñado a apreciarlas y a atesorarlas. 

La más importante de todas ellas fue que Junsu te había ensañado que aunque pasaran cosas malas, siempre habría algo hermoso por lo que sonreír y seguir adelante. Y es por eso que tenías el valor de ser feliz aunque él ya no estuviera contigo. Porque tus años a su lado habían sido la bendición más preciosa que la vida pudo regalarte. 

Comenzaste a recordar ése año en el que Junsu por fin decidió revelarte el deseo que hizo cuando era apenas un niño. Fue en la misma noria, ése fue el lugar testigo de su amor, de tan precioso amor.


–Cuando era niño una vez oí, que si subes a una noria y pides un deseo con mucha fe y era sincero, éste se haría realidad. Así que tan pronto pude ir a una, a los siete años subí por primera vez y pedí mi deseo– te miró con mucha dulzura y ternura plasmado en su ojos, su alma era tan sincera.

–¿Entonces se hizo realidad?– preguntaste intrigado. Mirándolo como a la criatura más hermosa que era para ti.

–Sí– sonrió alegremente y lo besaste de sorpresa.


Entonces la vuelta hecha por la noria llegó a su final y bajaste de ella. La miraste con acongojo y le dijiste en susurros que el año siguiente la vendrías a ver. Solo ibas una vez al año. Superaste tu temor a las alturas solo por él. Comenzaste a caminar de regreso a casa, oculto en tus ropas. Hacía tiempo te habías retirado de la música, pero aún así no querías ser reconocido. Cuando tomaste la decisión de dejar el mundo de espectáculo lo hiciste porque querías dedicarte a tu familia y mientras ibas caminando te supiste sonriente recordando una vez más, las últimas palabras que el día que él decidió revelar su secreto te dijo.

–Puedo asegurarte mi amado Junsu, los deseos en las norias, si se hacen realidad. Y puedo jurarte, también que eres y serás por siempre el eterno amor de mi vida. Es eterno y como el de los cuentos de hadas– fue lo último que dijiste. Te detuviste un instante para apreciar como el ocaso llegaba tras el hermoso atardecer. Pudiste casi escuchar su estrambótica risa y tú sonreíste una vez más mirando el cielo. 


–Mi deseo fue, que el amor que la vida
fuese a regalarme fuera eterno y fuera como en los cuentos de hadas. –



Porque quizás no era la Noria quien cumplía el deseo…
Quizá era la fe de un corazón puro y hermoso, uno tan dócil que movía la naturaleza y lo hacía realidad.
Porque tal vez “hacer un deseo dentro de una noria” sólo lo hacía más romántico y mítico. Pero era la bondad e inocencia del corazón de quien deseaba tal cosa, que hacía que ése deseo tan especial se hiciera realidad. 
Y eso, Kim Junsu, me lo enseñaste tú.



~Fin~





*~*Nota de Autora*~*

Espero les guste >3< La verdad a mi me encantó como me quedó >3< Y de verdad me esforcé mucho, disfrútenlo.

Con la canción One more thing... Fue todo casualidad xD Yo estaba leyendo para hacerle los arreglos finales y al mismo tiempo escuchaba música y, justo en la parte que les avisé para que pusieran a reproducir la canción, empezó a sonar la canción y en lo perosnal, puedo decir que quedó perfecto. xD No sé aún que dice la canción, pero hablando de la música y la melodía y que bueno hablan de "Una cosa más/One more thing".

Bueno, Matta Ne~

Athena les deja un besote y las gracias por leer~
*Hace una venia*
Hasta lueguito~

lunes, 28 de mayo de 2012

Prólogo.


~*~*~


Prólogo.




¿En ocasiones no sientes que tu vida es tan inestable que,
 incluso vergüenza al contar sentirías?
¿Te crees tan fuerte como para soportar las pruebas que la vida pone ante tus ojos?
Con el agua al cuello; a punto de perder la respiración... 
¿Qué decisión tomarás? ¿Qué harás? ¡Sin saber tu destino incierto!
Un lugar donde lo imposible es posible, lo increíble se vuelve creíble.
Un Giro de 180º grados envuelve a las personas
en esta extraña sociedad ¿Serán capaces de encontrar su lugar? ¿Su verdad? o tal vez, su feliz final...



En éste sección de mi blog, publicaré cosas que escriba que no sean Fanfictions.






Fanfictions Terminados.









Fanfictions en Proceso.





Fanfictions Termiandos.







Fanfictions Detenidos.



  • Besos de Limón.                            (L'Arc~en~Ciel).