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sábado, 16 de junio de 2012

En un día de lluvia.





 Título: En un día de lluvia.
Versión: Yaoi.
Autora: Athena Leciel.
Parejas: Yunjae.
Género: AU, Romance, Medio-Humor.
Advertencia: Ésta historia posee una versión shoujo, publicada aquí mismo en el blog, escrita por mí misma.
Extensión: One-shot.
Estado: Terminado.





En un día de lluvia.





     –Jaeboo– llamó desde la cocina.

     –¿Uh?– respondió casi por inercia.

     –¿Qué haces?– preguntó intrigado al verlo allí, sobre el sofá, acurrucado con su rostro pegado a la ventana ofreciéndole toda su atención a lo que sea que le inspirara curiosidad, como lo hace un niño cuando ve un juguete nuevo que ha de querer.

     –Viendo la lluvia caer– respondió con simpleza en un tono de voz pacífico. Quien formulaba el cuestionario se acercó a él, parándose a su lado observando su rostro, analizando su amansado perfil. Blanco, muy blanco con un ligero sonrojo. Sonrió.

     –¿Qué no es eso un poco deprimente?– cruzándose de brazos, el interrogado no había notado que Yunho, su amado, estaba justo a su lado mirándolo con una sonrisa embobada.

     –Uh oh– negó, con su vista aún, en las gotas cayendo.

     –¿No lo crees?– caminó hasta posarse tras su espalda para abrazarlo, guiando sus brazos por el cuello de mayor, dejándolos caer en su pecho; movimiento que sobresaltó al mismo; Jaejoong quien se sorprendió al sentir el tacto del menor, respondió su abrazo con dulzura y parsimonia, dejando reposar su mejilla en el brazo moreno que pasaba por su pecho, haciendo un suave movimiento que indicaba caricia, una dulce caricia.

     –Nope, no lo creo– dijo en tono infantil.

     –Yo si lo creo– buscaba la manera de molestarlo un rato, había estado muy tranquilo toda la mañana.

     –Pero yo no– negó nuevamente. El moreno sonrió.

    –En las películas, siempre que llueve, es porque algo triste pasó– intentaba molestarlo, para él quizás si fuera un poco triste ver la lluvia caer. O tal vez era sólo la impresión que habían dejado las escenas de la película que ambos habían visto la noche anterior.

     –Yunho, eso es solo algo que te muestra la película, esto es la vida real y es más lindo– dijo casi en tono caprichoso, como lo haría un niño cuando intentan quitarle algo que le pertenece y no quiere entregarlo. Quizás él sentía que Yunho quería quitarle esa paz al ver la lluvia caer, pero no lo permitiría porque le pertenecía.

     Yunho sonrió, subiendo su cabeza, para dejarla reposar sobre la de Jaejoong y ambos, mirar a través de la ventana.

     La lluvia caía a su propio ritmo, el viento le invitaba una pieza y el agua al ser invitada, le concedía el honor de danzar con elegancia y ofrecer tal escena a todo aquél, que en ése momento le otorgara toda su atención.

     Las gotas iban de un lado a otro, el viento las llevaba y las traía; el sol de lluvia, desde las alturas, brindaba el brillo más radiante. La vista era increíble. Ambos sumergidos en tal espectáculo.

     Hermoso era, poder observar como esa capa blanquizca tomaba una extraña, pero fascinante tonalidad, el reflejo de cada rayo de sol, en cada gota de agua, lo hacía como parte de un ensueño en el más amable cuento de hadas.

     Puesto a que era la simpleza de la naturaleza, en su máxima expresión, la que podía brindarle al mundo entero algo tan lindo como éso.

     –Para mí, es hermoso– en las pupilas del hermoso muchacho, podía verse reflejada la ilusión que inspiraba ésa danza natural.

     –De hecho lo es– dijo Yunho, dándole la razón. El mayor victorioso sonrió y hasta emocionado, de compartir sencillas emociones con la persona que amas, es una gran dicha, tanta como la ternura que la lluvia, provocaba en él esa mañana –Pero…– se separó del mayor y entonces por primera vez en todo el momento, el chico pálido, de labios rosados desvió su mirada al girar su rostro para ver a Yunho –¿Tú no lavaste la ropa ésta mañana?– preguntó el moreno.

     –¿La… ro-pa?– esa mañana, él había lavado toda la ropa que ambos, habían usado en la semana, además de haber aseado su casa. La casa que ambos compartían, no estaban casados, por obvias razones, pero vivían juntos –¡¡LA ROPA!!– corrió lo más que pudo y fue a la parte trasera de la casa, a tratar de rescatar todo el esfuerzo, que ahora era esfuerzo perdido. –¡Dios, Dios, Dios!– exclamaba una y otra vez mientras iba en camino –¡¿Cómo pude olvidarlo?!– desde la sala de la casa, sólo se escuchaban las carcajadas de Yunho, quien antes de todo, había recogido la ropa de los tendederos.

     Al llegar al patio trasero descubrió que, no estaba y entonces aterrado miró por todos lados y visualizó el montón de telas de diferentes colores apiladas en una silla y supo que él lo había hecho con la intención de molestarlo, regresó a la sala y lo vio reírse, descaradamente en su cara.

     –Te mataré, Jung Yunho– amenazó, abalanzándose sobre él, golpeándole suavemente, mientras el otro solo evitaba sus golpes y reía burlándose de él.

     –Eso es lo que tú crees– hizo fuerza para quitárselo de encima y salir corriendo. El pálido fue tras el moreno, iba a matarlo. El acosado se encerró en el baño mientras continuaba carcajeándose de él.

     –Sal de ahí, Yunho– golpeaba la puerta del cuarto de baño.

     –Sí, ahí mismo que salí; estando tú ahí, amenazándome, ya está que salí.– agregó mientras se reía de él –Tú si eres tonto, ¿qué harías sin mi?– seguía riendo tan fuerte como podía–tonnntooo~~–.

    –Yunho… no me provoques– dijo él haciendo pucheros. Que él, por estar dentro del baño no podía ver, pero en la mente de quien estaba fuera del baño una idea se formulaba. Oh si, se vengaría.

    –¿Sí?, ¿Y qué me harás?– preguntó. Pero no recibió respuesta del otro –Jaeboo~– llamó canturreando, esperando una respuesta.

     –Nada…– rió maliciosamente.

     –¡¡AHH!!– fue la prueba –¡JAEJOONG!– gritó él, Jaejoong comenzó a reír.

   –Te dije que no me provocaras– escuchó la puerta del baño abrirse bruscamente y en menos de unos segundos, frente estaba a él empapado, de agua fría de la nevera, estaba Yunho. Que Jaejoong había tomado para lanzarla a través de la ventanilla del baño.

     –Eres tú, quien va a morir– entonces el mayor al escuchar esas palabras, emprendió la carrera a la parte delantera de la casa.

     –Jajajaja, te dije que no me provocaras– y él lo alcanzó, abrazándolo por la espalda, mojándolo con su ropa húmeda –¡No!, ¡Déjame, estás mojado!– pedía Jaejoong, estando dentro de los brazos de él.

     –Pues, no, no te dejaré– lo estrujo más, pegándolo a su amplio pecho.

     –¡Argh!– él forcejaba removiéndose, intentando escapar de sus brazos –¡Vamos, quítate!– seguía luchando contra él, entre risas y carcajadas. El momento se prestó para toda clase de bromas entre ellos, se golpeaban, se mordían, luchaban por ver quién era más fuerte que quien, todo eso, mientras la lluvia caía.

     Luego de tanta lucha por parte de ambos, habían quedado cansados y exhaustos. Acostados en el piso, descansando Jaejoong tenía su cabeza sobre el pecho de su amante, mientras él le acariciaba el cabello.

     –Gracias~– susurró Jaejoong.

     –¿Por qué?– preguntó él, viendo como poco a poco iba escampando.

     –Por recoger la ropa– dijo entre pequeñas risas.

     –Jajaja, ¿Ves?, ¿Qué te harías sin mí?– preguntó él, recibiendo un golpe por parte del mayor –Ouch– río suave ante tal gesto por parte de Jaejoong, su amado.

     –No alardees– dijo caprichoso.

     –Mira– señaló el cielo. El otro llevó su vista a donde el dedo índice del otro lo indicaba.
     
     –¡¡Woah!!– se sentó de golpe para ver mejor, en el cielo, como si de una pintura en lienzo se tratara, hecha por el más ágil y talentoso pintor, el arcoíris mostraba resplandeciente con sus colores en sus mejores tonalidades.

     Eran tan nítidos cada color, haciendo un perfecto arco que era como si estuviera cayendo de verdad, como si en realidad siguiéndolo con la vista se puediese encontrarle fin y llegar hasta la olla de monedas de oro.

     –Es hermoso ¿verdad?– lo abrazó de la cintura, acercándolo a él.

     –Uh hu– dijo, sonriendo –¡Es hermoso!– dijo emocionado.

     –Tan hermoso como tú– dijo él con cariño, provocando que el sonrojado rostro del otro, tomara un color más profundo aún. Volteó para verlo, para encontrarse con una mirada indescifrable. Y lentamente sus rostros fueron acercándose.

      Cuando se está enamorado, muchas palabras están de más. El amor, es como un segundo lenguaje, es de hecho un idioma, que solo las personas que verdaderamente profesan con fervor ése maravilloso sentir, pueden llegar a comprenderlo. Ellos definitivamente entendían muy bien ése idioma ya que, ésa mirada solo bastó para que sus labios se unieran, puesto a que era  amar algo tan simple, que al ser expresado de manera tan sincero en un día normal,  en un día de lluvia; era la más preciosidad natural.


Fin.



*~*Nota de Autora*~*

Bueno u_ú pasé siete horas escribiendo éste one-shot. Aún no estoy segura si es que o yo me entretuve mucho o, es que la condenada inspiración no quería venir completamente. Aish~ En realidad no me gustó mucho como me quedó ;~; Esperé más, pero bueh. Algo es algo, peor es nada >3<



Se supone que al principio sería un Drabble, pero... me extendí y ahora es One-shot x3!


Ah si, eso de "Medio-Humor" es porque traté de hacerlo cómico, pero en realidad no creo que haya quedado tan divertido .-.


Ustedes pueden calificarlo a su gusto~

Acepto comentarios de tooodo tipo~ x3!


X'D



Matta  Ne~
Hasta lueguito,  AthenaLeciel<3





jueves, 7 de junio de 2012

Contáctame =3

Si quieres comunicarte conmigo, por mi twitter, facebook o correo puedes hacerlo n_n Además, si quieres enviar tu fanfic para publicarlo, puedes enviarlo mi correo.


Twitter:  @W_OneETERNALLY
Facebook: Athena Leciel.
E-mail: Athenaleciel@hotmail.com


Les dejo un besito: ^3^


miércoles, 6 de junio de 2012

El prisionero de la bestia.


*~*Nota de Autora*~*

Este Three-shot surgió por un "reto"... Mis amigas, MenkyKawaii y Moe of Colors (las invito a que entren a su blog) me pusieron. LAS MATARÉ ALGÚN DÍA CHICAS. (a mis amigas xD)

Chicas, yo no escribo ni shota, ni tortura, ni lime... nada de eso t_t Sufrí mucho escribiendo este fanfiction. Lloré mientras lo escribía, sufrí mucho. No es que tenga un grave contenido pero... para mi si ;_; Porque yo, de verdad de verdaditas que no puedo escribir algo así. Puedo leerlo... por el contexto de la historia, pero saltándome el lime y muchas cosas.

De verdad espero que les guste.

Me dijeron que Tortura era más como desmembramiento y hacer morir alguien de manera muy .-. cosas así, cortarle piernas brazos y así pues. En realidad, aquí no hay nada de eso. Pero el hecho de vivir, de la manera en como Changmin vive con Yunho, es una tortura en sí. Y de horror, que también sería algo parecido y bueno, que tuviera que ver con cosas de fantasmas, estuve buscando en internet y el horror también puede ser ése sentimiento que se alberga en una persona por X situación que le produzca un miedo impresionante.

De verdad espero les guste, me esforcé mucho ;_;



*~*


Título: El prisionero de la bestia.
Autora: Athena Leciel.
Parejas: Homin, Minjae.
Género: Angst, AU, Horror, Shota.
Advertencia: Tortura, Violación, Lime, Lenguaje cruel, Violencia infantil.
Extensión: Three-Shot.
Estado: Proceso.




*~*Sipnosis*~*

"Te prometo que te sacaré de esto, no importa si debo dar mi vida" 
Fueron tales palabras que cautivaron a un hombre importante, lo que más lo cautivó fue de que boca las escuchó salir, de un niño que aparentaba no más de diez años. Quizás tenía menos.

Changmin siendo un niño de la calle, sin dinero, ni hogar, ni familia; salvo su único hermano menor, enfermo además. Tenía la ardua tarea de pedir a los demás, llevándose muchos chascos y malos tratos.

Aceptó la propuesta de aquél extraño hombre de irse con él a vivir a su casa. 

Changmin, un niño de trece años,
que ha sido victima de los deseos más obscuros y carnales de un hombre de veintisiete años, un total y completo desconocido para el niño, Jung Yunho, su verdugo desde los ocho años.

Para Yunho, Changmin es la cosa más hermosa y su posesión más preciada.

Pero las cosas siempre pueden cambiar.


*~*



El Prisionero de la Bestia.











*~*





Capítulo 1

Sin salida.     




     –Estoy en casa– dijo, avisando su llegada al lugar donde residía y al no escuchar una respuesta inmediata se sintió extrañado y observó con curiosidad el interior de su domicilio, para descubrir a que se debía tal silencio. Caminó hasta adentrarse más, curioseando hasta  escuchar algo que no le agradó en lo más mínimo.

     –Junsu, jajajaja, ba-basta– suplicaba entre risas Changmin, un niño de trece años, de cabello un poco largo de color castaño claro.

     –Te lo mereces– sentenció Junsu, el mejor y casi único amigo del otro chico, quien era tan solo un año mayor a Changmin.

     Yunho, quien había esperado ser recibido por Changmin, comenzó a sentirse muy molesto, se quedó frente a la puerta para escuchar lo que ocurría dentro de la habitación y cada cosa que iba oyendo, cada risa y relajo por parte de ambos iba irritándolo más y más; luego de unos minutos de bullicio, se abrió paso el silencio, cosa que efectivamente incomodó al hombre de veintisiete años, quien estaba espiándolos. El mayor abrió con sumo cuidado la puerta para descubrir que ocurría y logró escuchar al otro chico que no era Changmin, hablar desde su teléfono móvil.

     –Sí mamá, está bien– la llamada acabó y Junsu, como conocía al otro muchachito se dirigió a Changmin –Debo irme, mi mamá necesita que me quede con mi hermano–.

     –Oh, está bien entonces, nos veremos mañana en clases– comentó con una tonada sombría en su voz. Su amiguito pudo percatarse de eso, más no comentó nada al respecto.

     Ambos se levantaron de la cama, donde habían estado todo el rato y se acercaron a la puerta, Junsu, quien iba delante de Changmin abrió la puerta y salió por ella con mucha confianza y se detuvo de golpe, al chocar con algo o alguien, como lo era en ése caso; Changmin iba detrás de Junsu y al éste detenerse abruptamente, Changmin chocó con Junsu y se propinó un buen golpecito en su nariz. Al sentir eso, el chico de cabellos castaño claro levantó su vista para saber porqué Junsu se había detenido de esa forma. Lo que no se esperó en un millón de años era ver a Yunho allí; su mundo giró y estaba en problemas.

     –¡Hyung…!– susurró impresionado.

     –¡Hola sr. Yunho!– saludó alegremente Junsu.

     –Hola Junsu– contestó tajante y cortante, importándole muy poco si Junsu lo notaba o no, mientras saludó a Junsu, su mirada estuvo fija en Changmin, un asustado Changmin.

     –Hyung… v-volviste antes…– Changmin mantenía su voz en susurros.

     –Sí, regresé antes– afirmó, lo que Yunho buscaba era hacerle saber que no estaba feliz, pero el chiquillo ya lo tenía más que claro. Junsu sintió el aura tensa, pero no sabía por qué, ¿sería su presencia un estorbo? No lo sabía, pero era mejor si salía de allí lo antes posible. No quería causarle problemas a su amigo.

     –Minnie, ábreme la puerta, ya debo irme– él cuerpo de Changmin tembló al ver como una ceja del mayor se curvó hacia arriba cuando Junsu moduló el apelativo de “Minnie”.

     –Ehh… sí…–ambos pasaron por un lado de Yunho, el cuerpo de Changmin se estremeció al dejarlo atrás. El mayor giró sobre su mismo eje volteando para seguirlos con la mirada, decidió caminar lentamente hasta quedar en la sala; de brazos cruzados recostó sus caderas a uno de los hermosos sillones en tonalidades ocre, marrón y negro, mientras esperaba por el regreso del niño.

     Changmin comenzó a temer por su vida, Yunho cuando se enojaba era digno de temer. Él lo había comprobado al ser testigo de sus golpes y abusos; podía dejarlo en límites muy cercanos a la muerte.

     Se suponía que hoy regresaría a las seis treinta de la tarde y apenas eran las dos y cuarenta minutos de la tarde, sí, en su camino a la salida se fijó en el reloj. No es que él hubiera hecho cosas malas con Junsu, sino que Yunho tendía a ser muy celoso con él, era posesivo y cuando su furia se desataba, agresivo. Antes lo dije, era digno de temer y el pequeño Changmin, estaba aterrado en ése momento.

     Tratando de conseguir una excusa que lo salvara de muchos posibles dolores y moretones, suspiró profundamente y decidió regresar a donde había estado unos instantes antes, no debía hacer esperar más a su “hermano mayor”. Él no había hecho nada malo pero ¿cómo hacer que Yunho entendiera éso? Normalmente  antes de llevar a casa a un amigo, pedía la autorización de su “hermano mayor”, pero esta vez Junsu había llegado de improvisto y de verdad deseó decirle que se fuera pero ¿qué razón iba a decirle? “No, porque mi hermano que en realidad no es mi hermano se molestará gracias a su celos y podría golpearme” No podía decirle eso, además de que no sabía mentir y por otro lado, Yunho llegaría a las seis treinta de la  tarde, no a las dos cuarenta.

     –¿Cómo fue tu día?– preguntó cuando lo vio en ésa posición de brazos cruzados e  intentó evadir la situación y aligerar el ambiente. Perfectamente sabía que Yunho estaba molesto; fúrico tal vez, por haberle encontrado a solas con su amigo en la casa. Y Yunho sabía, que Changmin sabía cómo se sentía, éste conocía muy bien a su presa y en éste juego, Yunho era el cazador –¿Comiste? No te guardé almuerzo porque creí que llegarías más tarde, pero puedo hacerte algo rápido y delicioso– sugirió acercándose sigilosamente al silente mayor.

     La voz de Changmin lo delataba como asustado y a leguas se notaba que trataba de evadir lo que para Yunho; moreno de porte elegante, era obvio, pero que no era verdad la situación. El pequeño de cabellos largos no estaba haciendo cosas inapropiadas pero ése hombre, ésa bestia, como Changmin suele llamarlo para sus adentros, era una persona de mente cerrada cuando del niño se trataba.

     La verdad era que Yunho quería ver hasta que punto el chico iba a evitar darle una explicación o al menos dirigirle una mirada a la cara, una que le permitiera sostenerla y no mirar alrededor de la casa.

     –Ya comí, Minnie– Changmin se supo cazado y listo a morir. Sabía que era el tiempo de hablar o callar para siempre, porque luego de esto, no habría otra oportunidad.

     –Y-yunho, n-no cre-creas que…– Yunho comenzó a bajar los brazos lentamente –…ése Minnie significa a-algo. ¡También me sorprendí cuando lo escuché llamarme así!– estaba hablando rápido.

      –Oh, pero si yo no he dicho absolutamente nada al respecto, Minnie– otra vez Yunho, usaba un tono muy raro al pronunciar el apelativo.

     –S-sí es a-así… ¿Por qué sigues h-hablando de manera e-extraña?– logró preguntar, comenzaba a sentir su estómago en su garganta, sabía que cuando Yunho hablaba de esas formas raras, algo malo se avecinaba.

     –Oh… ¿estoy hablando de manera extraña?– demandó con ése mismo tono que no significaba nada bueno. El mayor comenzó a caminar hacia el menor lentamente, el menor por inercia comenzó a retroceder –Estoy hablando de manera normal, Minnie, tal cual hablaría alguien enojado– el emisor no tenía tapujos, no por nada era su verdugo.

     –P-por qué… estás en-nojado, Y-yunho?– eso definitivamente sacó a Yunho de los pocos sentidos que estuvo conservando, odiaba que Changmin no le dijera la verdad, porque él era quien mandaba ahí y le debía respeto, para el cazador de esta historia era necesario que su presa le dijera todo y absolutamente todo, para el mayor era símbolo de lealtad y como dominante, el saber que el niño intentaba ignorar lo que ya ambos sabían, era traición y eso merecía un castigo.

     –¡Todavía tienes el descaro de preguntarme “¿por qué?”!– Yunho preguntó con furia, para ése momento el niño de trece años se encontraba acorralado contra la pared con Yunho muy cerca de él, amenazante.

     –Lo sient…– una abofeteada calló sus palabras, tal fue el golpe que volteó la cara del menor, ya no había salida.

     La verdad era que para Changmin no hubo nunca una salida y quizás no la habría jamás, estaba destinado a ser un prisionero, el prisionero de la bestia. Una bestia que se había encargado de hacerlo madurar a pasos grandes, robándole la inocencia que pudo haber tenido algún día; misma bestia que arremetía con fiereza cada que así lo deseaba convirtiendo la vida de Changmin en algo tan miserable, la miseria de la vida era así. Por decisión propia, una inocente y esperanzada decisión que creyó lo sacaría de la miseria, por salvar la vida de su hermano menor y la suya propia, pero cayó en una miseria más dolorosa, más penosa y llena de vergüenza.

     Sentía lástima de sí mismo y a eso estaba destinado.

     –¿Qué sientes? ¡¿uh?!, ¿traicionarme al no serme fiel como tu dueño e ir y revolcarte con ése mocoso o romper tu lealtad de decirme siempre la verdad?– Yunho amaba ser cruel con ése niño. Changmin abrió sus ojos al escuchar tales palabras “revolcarse”, él nunca haría semejante cosa.

     No era cruel por hacerle daño es solo que hacer eso le producía placer en muchos aspectos. Odiaba que el niño le desobedeciera, y usaba eso como una excusa perfecta para hacerle siempre recordar su posición, Changmin era un recogido y Yunho nunca desaprovechaba la oportunidad de hacérselo entender, cosa que el menor tenía presente todos los horrorosos días de su vida. Cuando Yunho estaba enojado, era cuando usaba las palabras más crueles –No te olvides Changmin, que tú no eres nadie. Es gracias a mí, que puedes disfrutar de una de las mejores vidas– ¿cómo podía llamar vida a eso? ¡Prefería morir!... y el corazón le dolía ¿por qué siempre decía cosas así?

     –Yunho… te prometo que de verdad no hicimos nada– Yunho tomó fuertemente la barbilla del niño asustado, ejerciendo mucha presión con la intensión de lastimarlo y giró su cara con la misma brusquedad, su carita estaba empapada en lágrimas.

     –Júralo por tu hermano menor– Changmin abrió los ojos de golpe, impresionado tal vez, mientras más lágrimas salían de esos ojos marrones oscuros. ¿Por qué usar a su hermano menor en ese momento?

     –Yo…– el agarre se hizo más fuerte.

     –¡Júralo!– seguía exigiendo Yunho, quien sonreía levemente con cinismo. Que bien se sentía saberse dueño de aquello que te producía mucho éxtasis y placer, el más delicioso de la vida –Contaré hasta tres, Minnie– y eso era una advertencia. Yunho conocía al chico y sabía que su hermano menor era su punto débil. Estaba consciente de que no juraría en nombre de él aunque dijera la verdad –Uno…–
                                                                                                                                                                                                                                                                                      
     –Por favor…Y-yunho… no…– suplicó el menor aún sabiendo que sería en vano, llevando una de sus manitas a los antebrazos del mayor, quien aún tenía su mano en la quijada de Changmin. 

       –Dos…–

     –No…– suplicó de nuevo, con ojos llorosos, no quería más de lo que sabía le pasaría si Yunho pronunciaba el…

   –Tres– con furia Yunho arremetió contra él empujándolo para que se golpeara fuertemente con la pared, Changmin al sentir el empujón cerró los ojos con fuerza y dejó escapar un gemido adolorido al sentir su espalda chocar con el cemento del muro. Changmin dejó escapar unos cuantos sollozos, quiso evitarlo pero estaba aterrado, asustado y adolorido. Quería que la pesadilla acabara, Yunho lo golpeó una vez más en la mejilla con su puño cerrado, volteándole la cara, el muchachito se tapó con ambas manos la cara, y Yunho en su infinita maldad llevó una de sus manos a la cabeza del chico y lo tomó fuertemente del cabello, halándolo hasta que estuvo satisfecho para luego lanzarlo al piso, para que callera a él, lo humillaría, ése sería su castigo.

     De nueva cuenta, Changmin se quejó al caer al piso, no hubo nada que amortiguara la caída y su brazo izquierdo recibió el daño mayor al caer, fue su brazo quien soportó el peso de su cuerpo y al verse desequilibrado, por error su cara también se golpeó con la losa del piso, ésa era su vida “una de las mejores” como Yunho lo había llamado, el niño había llegado hacía mucho tiempo a la deducción de que prefería vivir en la calle, pero su hermanito lo valía, era lo único que tenía y por él lo soportaría todo. Se estaba esforzando en todo lo que hacía, en especial por estudiar, ya que su hyung como lo llamaba ante todos, es decir, Yunho le permitía estudiar, un día muy cruelmente le dijo “no quiero un juguete analfabeta”, desde entonces le pagó clases con tutores privados hasta que estuvo al nivel donde un niño de su edad estaría y comenzó a ir normalmente a clases en un colegio. 

     Changmin pensó entonces que si estudiaba mucho y se graduaba, podría ser él quien se hiciera cargo de su hermano menor y así salir de las garras de Yunho, era un niño inteligente, pero eran más sus ganas de hacerlo bien lo que lo llevó a ser ahora casi un niño superdotado y era casi hasta increíble.

     Changmin vio como ése hombre malévolo se acercaba a él, Yunho se agachó para quedar más cerca del niño, quien lo miraba con ojos suplicantes y sumisos –Te lo advertí, Changmin–.

     –Por favor… Yunho… no–.

      ¿Qué cosa tan mala había hecho para merecer todo eso? ¡Debía ser fuerte, su hermano menor lo era todo para él, debía resistir!

     Muchas veces pensó en quitarse la vida, cortó su piel buscando por la vena más efectiva para morir desangrado lo antes posible, pero pensar en su hermanito fue su “alto” y justo en ése momento Yunho llegó. Tuvo un mal día y encontrar a su pertenencia más preciada en ésas andanzas sólo hizo empeorar la situación deseando no volver a hacer lo mismo, nunca más por su mente pasó la idea de suicidarse. No pudo levantarse en tres días seguidos y aunque Yunho no se mostró arrepentido por el estado en el cual había dejado a Changmin, cuidó de sus heridas y lo trató con más cariño. Ése fue el día que Changmin, definitivamente decidió que prefería vivir en la calle.

     –Espero que te sirva de lección– dijo con voz cruel, untando con delicadeza con uno de sus dedos una crema para calmar el dolor en uno de los hematomas provocados por él mismo, al niño. El niño quien estuvo observando sus acciones y cada uno de sus movimientos bajó el rostro y desvió la mirada, la triste mirada que siempre lo acompañaba.

      –Lo siento.. y-yo… n-no lo haré de nuevo…– susurró aún con la vista fijada en algún punto invisible de la habitación.

     –Me alegra oír eso, la próxima vez no serás tú, será tu hermano menor– el muchachito volteó su carita con rapidez para mirar al mayor con sus ojos impresionados y con terror grabado en ellos.

     –¡No Yunho-sshi, por favor, no!– suplicó al instante, el agresor del niño ni se inmutó a su suplica y siguió con lo que hacía, cuando hubo finalizada toda actividad en ése momento, guió sus fríos y obscuros ojos en dirección de la vista de Changmin.

     –Entonces no intentes otra idiotez como esta una vez más– y lentamente acercó su rostro al del infante y mientras plasmaba un suave beso en sus labios iba empujando lentamente el cuerpo del niño hasta dejarlo recostado en la amplia cama.

      Yunho dio la señal de que quería ir más allá y degustar de su cavidad bucal, Changmin simplemente se dejó, se dejó guiar por la lengua de su verdugo, era normal, Yunho siempre lo besaba así, cuando éste se cansó se separó del menor y deposito un dulce beso en su frentecita, lo miró a los ojos, mirada que Changmin respondió sin chistar, el mayor sonrió y susurró –Te amo… descansa– el corazón del chiquillo se oprimió. Odiaba que le dijera eso, porque era mentira. Yunho salió y lo dejó solo. Nadie que amara podía hacer esas cosas. Incluso un niño como él, sabía lo que era amar. AMABA A SU HERMANO MENOR, pero ¿Yunho? Su alma solo tenía ambiciones, egoístas ambiciones.

      Yunho lo tomó nuevamente del cabello y lo subió hasta la altura de su cara y alojó en los labios del niño un beso suave y a continuación, con su lengua, de la forma más lujuriosa lamió una de las lágrimas que recorrían de bajada la mejilla del menor. Changmin cerró sus ojos con fuerza al sentir el frío de su lengua recorrer su mejilla izquierda, era asqueroso. Le dolía, le dolía cada golpe en su cuerpo y en su alma.

      Para Yunho era otra situación, el disfrutaba de todo, ¿cuán placentero era para él? Ni él mismo sabría explicarlo. Pero tuvo una idea, la mejor quizás, según él. Se levantó e incitó al menor al levantarse también, quien con dificultad lo logró hasta quedar frente a él, cabizbajo. Tomó al niño lloroso de la mano y lo llevó consigo hasta quedar frente a la puerta de la habitación “principal”.

     La realidad es que Yunho y Changmin compartían habitación, como parejas. Pero Yunho le había dicho que si lo ganaba, le daría una habitación solo para él, su intención era evitar que las personas notasen algo no debían notar.

     Un hombre de veintisiete años, teniendo una vida sexual con un niño era un delito y por ello decían que eran hermanos, además, tampoco se vería muy bien que un hermano mayor durmiera mucho con su hermano menor –Entra– ordenó de manera cortante, el corazón del de cabellos castaños obscuros dio un vuelco y comenzó a latir fuertemente, no quería que pasara lo que estaba a punto de pasar. Caminó lentamente hasta estar dentro de ella –Sube a la cama– ordenó el mayor, mientras cerró la puerta. Changmin dudó. Sabía que de todos modos terminaría dentro de ella siendo víctima de todos y cada uno de los deseos; como también  fantasías de ésa bestia que el destino se había encargado de ponerle en la vida. Jung Yunho tenía una mente muy sádica, nadie se imaginaría lo que un hombre como él hacía con “su hermano menor” –¿No entendiste lo que dije? ¡Sube a la cama, ahora mismo!– empujó desde la espalda al niño.

     Changmin cayó de improvisto sobre la cama boca abajo y sintió como esas manos fuertes y peligrosas lo giraron sin piedad hasta quedar cara a cara, la bestia tomó con una de sus manos las dos manos del prisionero y las posó por sobre la cabeza del menor, dejándole una mejor vista del tronco. Sonrió macabramente, Yunho estaba mal de la cabeza, su sadismo no tenía comparación con nada. Changmin tenía parte de su cuerpo sobre la cama y desde las caderas hasta los pies, estaban fuera de la cama.

     Yunho tomó de la barbilla al niño para que lo mirara, hasta entonces, el muchachito había tenido la cabeza girada hacia un lado con los ojos fuertemente presionados, queriendo huir de la realidad, sin querer ver la verdad. ¡No quería ya más nada de eso!

     Odiaba que no lo mirara a la cara cuando practicaba toda esa clase de torturas al niño –Changmin, sabes perfectamente que odio que no me mires a la cara cuando tenemos sexo– las lágrimas del menor se deslizaban sin remedio al escuchar la afirmación del mayor, porque sí, lo sabía. Yunho se encargaba de recordárselo cada vez que tenían “sexo”, la realidad era que casi siempre lo violaba. Muy pocas veces Yunho le había hecho sentir eso que todos dicen “se siente bien cundo lo haces”. Pero lo más cruel es que él no quería mirarlo a la cara, era humillante.

     –Si…– susurró sumiso, y con la voz entrecortada. Su pecho subía y bajaba a causa del llanto. Abrió los ojos y se encontró con la mirada seria de su hyung, quien unos segundos después sonrió complacido.

     Comenzó a besar lenta y pausadamente el cuello del pequeño mientras que llevó su mano libre hasta debajo de la camisa celeste que el niño llevaba puesta ése día, toqueteando y jugando con los puntos débiles de Changmin. A ésa edad, sus hormonas revoloteaban, pero él siempre se negaba a dejar fluir en su cuerpo esas sensaciones, impidiendo disfrutar de la dicha del mayor, pero Yunho conocía a la perfección el cuerpo del niño y le hacía sentir cosas, provocaba reacciones en él. Changmin se sentía sucio cada que Yunho lo tocaba así y su cuerpo respondía, era lo más horrible que podía ocurrirle, esas sensaciones que él se obligaba a sí mismo a no sentir.

     Los labios de Yunho lo tomaron por sorpresa y esta vez fueron bruscos, el niño respondió por obligación a esa furia desatada, luego de un momento, Yunho se detuvo abruptamente para echar un vistazo y corroborar que el infante lo estuviese viendo. Para su excite, si, lo estaba observando, pero lo que más lo llenó de placer fue ver su rostro sonrojado. Sabía que Changmin sentía vergüenza pero, aún así, quiso afianzar e incrustar más ése color en sus mejillas. Quitó la camisa y la llevó hasta dejarla en los brazos del menor, brazos que aún estaba como estatuas sobre la cabeza del menor, de esa manera evitaría que el menor intentara bajar los brazos, no quería ningún estorbo.

     Descaradamente comenzó a pellizcar las tetillas del chico, eso era algo que excitaba al niño pero él se rehusaba a aceptarlo y aunque al mayor a veces le molestara siempre le daba más placer.

     –¿Sabes Minnie?...–  comentó mientras seguía en su labor, Changmin lo miró, su cuerpo respingaba debido a todas aquellas olas de sensaciones, su cuerpo dolía, su corazón dolía, pero lo que más le dolía era su orgullo. No quería demostrar que él hacía reaccionar así a su cuerpo, siempre tocando en el lugar exacto. Aún siendo un niño, tenía orgullo y dignidad o intentaba convencerse de ello. Odiaba a ese hombre, lo odiaba con toda su alma –…amo verte sufrir así…– dijo susurrando, con voz entre cortada a causa del placer –me excita…, se siente tan bien verte así, me vuelves loco– y rió con descaro en la cara del menor –Se siente bien, ¿verdad?– quería hacerle entender que solo él podía tocarlo.

     –…– Changmin no respondió, aún mirando al mayor quien sonrió ante su mutismo, su Changmin.

     –No importa que no lo admitas, tu cuerpo responde por tí– Changmin cerró los ojos rápidamente al escuchar la frase ésa, estaba tan avergonzado, quería huir. Su ojos hinchados y rojizos de tanto llorar –¡Abre tus ojos Changmin!– ordenó en tono serio y así lo cumplió, nuevas lágrimas aparecían.

     Yunho supo que era el momento, se alejó del menor para comenzar a despojarse de su ropa el otro sintió el horror, el verdadero horror venían a él.

     –¿Cuándo fue la última vez que lo hicimos así?– preguntó cínicamente, el niño no respondió nada, ¿qué demonios diría? –No importa… lo disfrutaremos, ¿verdad, mi amor?– Yunho usó un tono de voz nada convincente y cuando él hablaba así, era porque lo peor se avecinaba.

     –Y-yunho-sshi… ya no más, por favor, t-te lo suplico– dijo como pudo, entre el llanto, el dolor y las sensaciones que estaban viajando por todas las partes de su cuerpo.

     –Oh mi querido, prometo que lo disfrutarás y querrás más– la cara del menor se descompuso al escuchar aquello. Yunho definitivamente era la peor de las bestias y Changmin el prisionero sin escapatoria.

     El teléfono de Yunho sonó y de mala gana tomó la llamada, era su socio.

     –Jung Yunho al habla…– afirmó y al escuchar lo que su socio decía al otro lado de la línea su cara se transformó a una de enojo, muy parecida a la que puso cuando encontró a Changmin con ése mocoso– Bien, espérame. Estaré allí en unos 40 minutos– Changmin sintió el cielo, se detendría. Yunho colgó. Por unos instantes miró al menor –Es una lástima que semejante espectáculo aquí–.

     Yunho se dirigió al baño dentro de la habitación dejando al niño sobre la cama con la posición más incomoda que pudiese encontrar. Changmin desde la habitación escuchaba la regadera caer y la voz del mayor al tararear una canción, él no se atrevió a moverse un solo milímetro ya que una vez Yunho muy enojado, como cosa rara, le dijo que él era su juguete y que si lo dejaba en una posición, debía permanecer así.

     Al cabo de unos quince minutos, Yunho salió del área de baño con un traje formal y despidiendo un olor muy agradable, se acercó a la cama donde reposaba el cuerpo del muchachito y lo agarró del cabello, lo besó con rudeza lastimándole los labios.

     –Debo irme, surgió un problema. En la noche continuaremos, puedes hacer lo que quieras hasta que regrese… no quiero que nadie entre aquí mientras yo no estoy– dijo muy serio –¿Entendido?– Changmin solo asintió.

     Changmin por un momento se quedó en la cama, llevó sus manos hasta su cara y la cubrió, necesitaba dejar salir todo, estaba desesperado; comenzando a llorar con intensidad, su pecho subía y bajaba a un compás descomunal. Todo eso era demasiado para un niño de trece años.

     Mientras Yunho no estuvo, se dedicó sólo y únicamente a llorar, odiaba su vida. Cuando Yunho le hizo aquél día aquella propuesta de ir a vivir a su casa, en su infinita inocencia, jamás habría imaginado lo que le esperaba, antes que nada le compró ropa a él y a su hermanito, los llevó a hacerse una serie de exámenes para verificar si no tenían nada, el hermano menor presentaba un cuadro de desnutrición secundario y lo dejó hospitalizado. Changmin se preguntó como un hombre desconocido hacía todo eso, debía ser un ángel.

     Pero cuando cumplió los nueve años Jung mostró otra cara convirtiéndose en el ogro que ahora era. Y desde ése momento, Changmin se convirtió en su juguete. Ahora sabía que sus intenciones siempre habían sido otras, pero él era un niño y no lo veía; su hermanito lo necesitaba. No hubiese encontrado algo mejor, apenas y podía recordar a sus padres, siempre habían vivido en la calle, su padre murió poco tiempo después de que su hermano menor naciera y su madre había muerto un año antes de que Yunho lo llevara con él.

     Changmin comenzó a indagar en lo miserable que había sido siempre su vida, intentando encontrar algo que le diera fuerzas. Quería morir y desaparecer, tenía tanto dolor dentro de sí mismo que no hallaba que hacer con él, tampoco es que supiera cómo hacerlo. Pero necesitaba respirar. ¡Tan solo era un niño!

       Si Changmin seguía llorando se quedaría sin agua en el cuerpo.

     No tenía ganas de comer, pero de igual forma hizo la cena por Yunho, quien siempre lo entrenó, éste le enseñó a cocinar y le hizo entender que ése era su deber. Changmin siempre escuchó de Yunho que era como su esposa, solo que era más como una pertenencia muy preciada y especial. ¿Por qué?

     Pues Yunho había tenido muchas novias y mujeres, las cuales había llevado a casa y se las había presentado como sus “novias” al menor, y hasta las había besado delante de él, en muchas oportunidades, cenaron como “familia” y había momentos que él las besaba, pero lo miraba a él con malicia en los ojos. Luego de eso, había escuchado sonidos provenir desde la “habitación principal”, ésa que ambos compartían como pareja y al irse ellas, era su turno. Yunho era un monstruo.

    Terminó con la cena mientras recordaba todo eso, su cuerpo dolía y era probable que mañana no fuera a clases. “En la noche acabaremos con esto”, su cuerpo tembló al recordar las palabas de Yunho, dejó toda la cocina limpia y la comida en sus hoyas, como su “dueño” aún no regresaba decidió darse un baño una vez más, quería quitarse el sudor de la cocina, antes al Yunho dejarlo solo se había dado una ducha para quitarse la suciedad que Yunho dejaba impregnada en él.

     Usó el perfume que su verdugo le había regalado hacía dos meses atrás, el cual pidió usara cada vez que estuvieran juntos en una “velada” o “aniversario” lo usara. Rogando que fuera menos agresivo con él solo por ese detalle. Sonará raro, pero aunque Yunho era cruel y dominante, fuera la bestia que es, le gustaban las cosas románticas y detalles de enamorados. La diferencia era que aquí no había enamorados, sólo alguien que somete a una dura vida a un niño, quien se ve en la obligación de hacer ése tipo de detalles para la persona que más odiaba en la vida.

     Justo al terminar de vestirse y usar el perfume escuchó la manilla de la puerta del área de baño, donde se encontraba alistándose para su tortura y dirigió su mirada hacia donde provenía el sonido y lo vio parado y recostado al umbral de la puerta de brazos cruzados, con una mirada que no hacía  más que transmitir un mensaje “llegó tu hora”. Changmin sólo lo miró esperando su orden, en silencio.

     –¿Por qué no has comido?– lo vigilaba todo el tiempo, era tan molesto. Su pregunta tenía molestia incrustada en su tono de voz.

     –Iba a hacerlo justo ahora– se excusó, era mentira, pero podía ser válido, la comida estaba recién hecha y él recién bañado. Nada mejor que comer luego de un refrescante baño –¿Tú ya comiste?– así era su relación. Ya era la cosa más normal del mundo, hablar como si nada luego de que Yunho hiciera cualquier cantidad de cosas con él –Te hice cena– le agregó.

     –Quiero comer otra cosa– su tono, su expresión y su mirada, lo dejó todo en claro. Changmin caminó hasta quedar frente a él y tuvo la iniciativa de ser él quien lo besara. Pasar toda la tarde solo, recordando y comparando. Pensando y afirmando llegó a la conclusión de que su vida había sido siempre así, una mierda, algo tan miserable, una vida tan mezquina y que nada cambiaría, porque esos cuatro años viviendo bajo el mismo techo que Jung Yunho, un gran e importante administrador y contador, le había hecho reafirmar y concretar que su vida seguiría siendo así y que no tendría escapatoria.

     Decidió rendirse, no tenía a donde ir y era Yunho o nada. Tenía el poder de acabar con lo único por lo que había estado luchando y sin embargo, lo tenía tan lejos que sólo unas pocas veces al mes podía verlo. Era tan desgraciada su vida. –Soy un recogido y un prisionero, después de todo– pensó para sí mismo, mientras era devorado por la boca y movimientos de los labios expertos del mayor.

     Changmin al despertar a la mañana siguiente no recordó cuantas veces Yunho se lo hizo, pero pasó de una y tres veces. Tampoco cuantas lágrimas derramó ni cuales eran de dolor, tristeza, frustración o inclusive ira. No era que quería recordar tampoco cuantas veces Yunho le exigió pedir por “más” o gritar su nombre. Incluso, no hizo esfuerzo por pensar cuantas veces suplicó se detuviera porque le estaba hiriendo, sólo y para su maldita suerte, recordó las palabras exactas que dirigió a él cuando terminó su velada.

     –Que te sirva de lección, Changmin, que eres mío; sólo y únicamente yo podré tocarte, no tienes el permiso de estar con otra persona. Ni si quiera tienes el derecho de pensar en otra persona. Deberías estar agradecido conmigo. Sé que no hiciste nada con Junsu, sé cuando me mientes. Pero ¿comprendes que estaba muy molesto, verdad?– Changmin asintió –No quiero que nadie más entre a mi casa sin mi consentimiento y aún así, esta es tu lección ¿Entendido?–.

     –Si… Yunho-sshi–.

     Esa noche quiso pedirle que le dejara dormir en su habitación, pero estaba tan agotado física, mental y psicológicamente, que se quedó allí simplemente; siendo abrazado posesivamente por el mayor como si fuera un oso de peluche, recalcando lo que había dicho antes.

     Cuando despertó observó que estaba solo, como pudo se levantó y caminó hasta el baño y al entrar buscó el gran espejo que poseía la sala de baño, se paró frente a él para observar lo que ya sabía tendría, aquello que no era una sorpresa. Siempre terminaba así.

     Tenía dos moretones en la cara, marcas hechas por Yunho, las dejó con esa intención. Eran demasiadas y a leguas se podía notar que eran marcas hechas una noche intimidad. Uno de sus brazos estaba hinchado y dolía mucho; su cabeza no se quedaba atrás. ¡Iba a explotar!

     Eso, sin contar el terrible dolor y ardor en su parte trasera baja. La noche anterior estuvo tan casado luego de que Yunho hiciera fiesta con él, que ni siquiera se levantó para bañarse. Se sentía sucio como siempre y pegajoso, en especial allí abajo. Se metió bajo la ducha y dejó que el agua cayera sobre él, mojara cada parte de su cuerpo, necesitaba sacarse todo eso que sentía, el asco que sentía era de manera excesiva, odiaba esa sensación. Odiaba ser el juguete de Jung Yunho. ¡Odiaba a Jung Yunho!

     Estregó su cuerpo tanto como pudo, tanto como sintió necesario, tanto como para borrar esa incomodidad de su cuerpo. Volvió a llorar, pero ésta vez lo hizo en silencio. No quería que Yunho lo escuchara, quizás le molestara. Sabía que Yunho estaba en casa porque había un exquisito olor dentro de ésta, podía percibirlo y casi que degustarlo. Decidió lavarse el cabello, con ése shampoo que Yunho compraba para él. Cuando se sintió listo, salió del baño y se visitó, tomó la ropa más cómoda que encontró, no quería más martirio del que ya tenía.
Al estar listo, se miró una vez más en el espejo viendo su mal aspecto. Decidió ir en busca de las cremas para golpes que Yunho siempre compraba para usarlas luego. Al salir del baño lo vio arreglando la cama, cosa Changmin sabía era su trabajo.

     –No, déjalo, yo lo hago– se acercó a él para tomar los cobertores.

     –Está bien, te ves cansado– dijo comprensivo, quitándole al menor las que había cogido antes –Te preparé algo delicioso para comer– comentó.

     –Oh… muchas gracias…– ése momento, tener alguna conversación luego de situaciones como las ocurrida la noche anterior, siempre eran incómodas y siempre sucedía –Yunho-sshi…–lo llamó en voz muy baja.

      –¿Hhm?– el mayor lo miró.

   –¿Dónde están las cremas y cosas para arreglar esto?– interrogó señalando las zonas afectadas, Yunho lo miró y Changmin no pudo descifrar ésa mirada.

     –Oh… es cierto– se dirigió al baño y de un cajón sacó una no tan pequeña pero tampoco tan grande caja, la cual contenía una cantidad de productos farmacéuticos y se las entregó al menor –¿Quieres que te ayude?– ofreció, pero Changmin se negó diciendo que estaba bien, que él solo podía.

     Cuando el niño terminó se encaminó hasta la cocina, tenía demasiada hambre puesto a que la noche anterior no había cenado nada. Miró el reloj que estaba colgado en la pared, por sobre el televisor LCD en la sala de estar y figuró en él las once y media de la mañana.

     –Llamé al colegio y avisé que no irías, que habías tenido un accidente– la voz del mayor lo sacó de sus pensamientos.

     –Accidente… susurró el menor.

     –Que te habías caído de unas escaleras– le dijo acercándose a él.

    –Uhum…– era normal ése tipo de excusas en la vida del niño; podía tener fiebre, gripe, dolor estomacal. Yunho lo agarró por la cintura desde la espalda, acercando su cuerpo hacia el suyo mismo.

     –¿No tienes hambre?– preguntó, dejando reposar su cabeza en la curvatura del cuello del menor.

     –Sí tengo, bastante…– respondió con sinceridad.

    –Bien, entonces comamos– lo llevó de la mano hasta la mesa donde ya la comida estaba servida y comieron juntos, normalmente comentaban cosas pero esa mañana ninguno tenía ganas de hablar.

    –Gracias por la comida– Changmin se levantó llevándose con él los platos usados para lavarlos y dejar todo en orden, Yunho era maniático de la limpieza y él, había aprendido a vivir así. Yunho llegó unos instantes después con los que él había usado y los dejó allí, el muchachito también los lavó. Yunho todo el tiempo lo estuvo observando en silencio.

     –Te llamó– y comentó de la nada, Changmin dirigió su vista a él sin entender a lo que se refería –Ése mocoso te llamó– su tono fue despectivo, pero no enojado.

     El niño permaneció callado, no quiso preguntar para evitar algo que definitivamente no quería que pasara, aunque moría de ganas por saber que dijo su único amigo.

     –Preguntó qué había ocurrido y que si te encontrabas mejor– Changmin lo observó –Le dije que habíamos ido a comer afuera y que íbamos a bajar las escaleras del restaurante, tropezaste con tu pie y caíste–.

     Changmin permaneció en silencio. Tomó un vaso con agua y la bebió toda y en vista de que Yunho sólo se sentó a ver televisión decidió hacer sus tareas, las pocas que les quedaban y tomó su teléfono móvil para escribirle a Junsu.

    –Sólo me caí, pero no me lastimé mucho. No fue casi nada, sólo unos moretones– No pasó mucho cuando recibió un mensaje en respuesta.

     –Minnie, Yunho ayer estaba muy enojado ¿seguro que no pasó nada más?–.

     –No estaba enojado, es sólo que olvidé hacerle un favor importante– Odiaba mentirle a su amigo.

     –Te conozco Minnie, no me mientas–.

   –No lo hago Junsu, eres mi mejor amigo, no lo haría jamás– mentirle a alguien tan especial como Junsu dolía.

     –Está bien, ¿Podría irte a ver?–. Changmin dudó, hablaría con Yunho.

     –Claro que sí, yo te avisaré–.

     Ése viernes había sido muy aburrido para Changmin, sin ir a clases y Yunho pasó toda la tarde fuera de casa. No podía salir en ésa figura. Así que tuvo que quedarse en casa. Jugó un rato con su consola de video-juegos regalada por Yunho en su último cumpleaños. Pero no era divertido, no cuando sentías mucha tristeza dentro de ti.

     Lo más molesto de todo es que, ¡demonios! ¡se supone que debía estar acostumbrado a eso! Entonces… Changmin no se explicaba cómo es que si estaba tan acostumbrado a ése dolor, a ése vacío, a ésa sensación de soledad… dolía tanto… Quería deshacerse de todo ése dolor pero no sabía cómo hacerlo.

     Quizás ir a ver a su hermanito menor ayudaría, escuchó por boca de Yunho que había ido mejorando mucho y que si seguía así, entraría a una de las escuelas más prestigiosas. Sabía que la familia que Yunho había escogido para él era muy buena, pero siempre tenía el temor de que no estaba allí cuando él fuese a necesitarlo. Con frecuencia sentía el temor de que lo olvidara, casi no lo veía ya, Yunho no se lo permitía muy a menudo.

     Siempre y cuando permaneciera sano, recibiera una buena educación y fuera a surgir en la vida; para él cualquier cosa estaba bien, incluso dejar de verlo, pero ya comenzaba  necesitarlo, a ése pequeño niño. Le pediría que le dejara verlo cuando regresara.

     El sábado por la mañana llegó y aunque aún estaba muy adolorido, algunos moretones y marcas especiales habían desaparecido y eso era el himno de victoria para Changmin.

     –Changmin-ah~– llamó Yunho canturreando.

     –Estoy en mi cuarto– respondió sin muchos ánimos, estaba haciendo lo último de tarea que le quedaba. Yunho entró con una de sus más grandes sonrisas a la habitación del niño.

     –Empaca tus cosas más importantes, nos vamos mañana– dijo así como si nada.

     –Irnos.. ¿A dónde?, ¿viajaremos?– estaba confundido, no entendía. ¿A dónde se irían?, se levantó de la cama para ir tras el moreno quien había salido sin más.

     –Nos mudaremos– dijo sin siquiera prestarle atención al muchacho interrogante.

     –¿Mu-mudarnos?– no es que le molestara o le importara mudarse, pero ¿por qué tan de repente?

     –Sí, nos mudaremos Changmin, ¿Qué no entiendes?– Changmin sólo quiso saber una cosa más… –Nos mudaremos a Japón mañana mismo–.

     –¡¿JAPÓN?!– y es que no pudo evitar soltar de impresión. ¿Qué rayos harían ellos en Japón? ¡Él no sabía hablar japonés! Y por la seriedad de Yunho, sabía que no estaba bromeando. Su hermano… ¿No vería más a su hermanito menor?...


Continuará.