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sábado, 18 de agosto de 2012

Karma.



*~*~*Nota de Autora*~*~*
PRIMERO QUE NADA: Soy una unnie rompe promesas ;~; Dongsaeng de mi corazón, se que dije que hace un mes lo subiría pero tuve inconvenientes, ¡jeongmal mianhe!
SEGUNDO QUE NADA: Ehmm, lamento si hay muchos errores D: ya me duele la vista de leer y re-leer en busca de errores pero no alcancé a ver otro Dx
TERCERO QUE NADA: lool~ disculpen mi mala mente para inventar nombres, ¿si? xD Éso definitivamente no se me da. "BIMNIHONGUG" (Banco Internacional de Moneda Coreojaponés). "Regálale una sonrisa al Alma". Ehmm xD Ése nombre salió porque en mi ciudad hay una fundación que se llama "Amigos de la fundación de niños con cáncer". Así que pensando en ella, fue se me ocurrió ése nombre.
Ehmm~ otra cosa, yo les había comentado que éste fic salió de un reto que me pusieron unas amigas, ¿lo recuerdan? espero que si xD ehm, originalmente sería un one-shot, pero yo quise darle continuación y quise convertirlo en un two-shot, PERO, la historia se extendió un poco y ahora será un three-shot y espero que se quede ahí o.ó xDD Como adelanto les digo que, tengo pensado hacerle un cap extra. :'3

Wow~ esta ha sido la nota de autora más larga que he escrito hasta ahora e_é. Eso significa que estoy hablando más de lo normal.

Otra cosa:
Espero que de verdad les guste, bueno ¡A LEER!


*~*~*Fin*~*~*




*~*~*



Capítulo2
Karma.


     Tras la pelota iba aquél niño, corría lo más que podía para tomarla e ir de vuelta y continuar su juego con su hyung.

     –¡Minho, date prisa!– gritaba Changmin, desde el lugar donde había lanzado la pelota. Aquella que sin querer su hermano menor no había atrapado por ser mucho más bajo, dándole el trabajo de correr hasta ella, que iba rebotando mientras más se alejaba. Minho la tomó con ambas manitos al poder alcanzarla y sonrió emocionado, pero haciendo pucheros regresó hasta el sitio donde había estado antes de soltar la carrera tras el juguete.

     –¡Huyng!– se detuvo frente a él, su hermano mayor, Changmin –¡¡No la lances tan fuerte, la próxima vez irás tú tras ella!!– reclamó el menor. Changmin sólo lo miró y rió.

     –Pues, nadie te mandó a ser tan pequeño– se burló mientras le quitaba la pelota y la rebotaba unas veces frente al otro, quien al escuchar aquella confesión se enojó y transformó su rostro lleno de pucheros a uno lleno de otros pucheros llorosos, pero enojados.

     –¡Hyung!– le golpeó el brazo –¡¡Que no soy pequeño!!– la irritada voz del más chico se escuchaba tan cómica y divertida para  Changmin, quien sólo reía  ante las expresiones graciosas que estaba haciendo en su rostro.

     –Acéptalo Minho, eres un enano– le dijo dándole un suave golpecito con su dedo índice en la frente, enfureciéndolo más. Changmin pegó la carrera justo en ése momento, sabía que al instante de su odiosa acción el menor querría golpearlo.

      –¡¡Hyuuungg, no huyas de mi!!– gritó siguiendo el mismo camino que el mayor haya tomado antes.

     –¡Alcánzame si es que puedes!– le gritó mientras seguían corriendo por todo el patio trasero que tenía la casa de los padres adoptivos de Minho. Ellos eran amigos de Jung Yunho.

     –¡Hyung! ¡Te alcanzaré!– seguían corriendo por todo el patio, corrían en círculos y cuando por fin Minho estaba por atrapar a su hermano, éste lo esquivaba y seguía corriendo –Arrhhg, no es justo, hyung. Tú eres una jirafa gigantesca, uno de tus pasos, son cuatro pasos míos– lloriqueaba el menor. Changmin sólo se burlaba de él mientras seguían corriendo, hasta que tropezó y cayó, provocando que el menor cayera también sobre él –¡¡TE ATRAPÉ!!– gritó el menor al caer sobre él y abrazarlo.

      Ambos comenzaron a reír como los niños eran. Changmin se esforzaba por pasarla muy bien con su hermano cada que tenía la oportunidad de estar con él. Había estado notando como Yunho ponía malas caras las veces que Changmin le pedía verlo.

     Porque ahora era así, Changmin tenía que, prácticamente rogarle a Yunho. Al principio tres o cuatro veces por semana iban a verlo o Yunho traía a Minho a casa, pero las cosas repentinamente comenzaron a cambiar y Changmin no entendía por qué.

     Así que aprovechaba al máximo los pocos momentos que tenía con su adorable niño. Lo único que tenía en su vida, aquello que desde la lejanía le daba fuerza para continuar.

     –¡¡Choi Minho!!– llamó histérica la mujer, madre adoptiva de Minho. El niño se asustó y se levantó de pronto.

     –¿Sí, madre?– se acercó a ella, Changmin sólo miraba la escena sentado en el piso.

     –¿Cuántas veces te he dicho que no te tires al piso?– lo tomó del brazo con un poco de fuerza, asustando al menor. Changmin estaba entrando en cólera.

     –Lo siento, mamá…– se disculpó. Ése “mamá” hizo que Changmin tuviera ganas de vomitar. Minho sabía que no era su mamá. Minho le había contado las cosas que ésa mujer le exigía de vez en cuando.

     –Acaso quieres ver a tu padre molesto, ¿uh?– dijo muy molesta. Los ojitos de Minho comenzaban a llenarse de pequeñas lágrimas como él mismo.

     Es que acaso el mundo pensaba que ellos dos eran sus bufones personales, sus muñecos quita estrés ¿o qué mierda?. Changmin se levantó cuando vio que la mujer levantó la mano en modo de amenaza contra el muchachito, no lo permitiría.

     –Señora Choi…– dijo una vez estando delante de su hermano –Ha sido todo mi culpa, si quiere golpéeme a mí, no a él– dijo, echándolo para atrás con sus brazos. El tono de voz de Changmin era serio y cortante. La mujer se sorprendió un poco, más bien, bastante.

     –Tus padres no hicieron un buen trabajo educándote y Yunho tampoco te sabe controlar, de verdad debes ser un dolor de cabeza– espetó con antipatía. Changmin estaba aprendiendo a mantener la paciencia, vivir con Yunho requería mucha, así que podría soportar a esta antipática mujer sin perjudicar a su hermanito menor.

     –Y creo que sus padres, tampoco lo hicieron con usted, señora Choi– la mujer usó la mano que antes habría levantado contra Minho, para agredir a Changmin, fue un sonido seco. El niño menor, se cubrió los ojos comenzando a gimotear.

     –¡Mynhye!– llamó el hombre que Changmin reconocía como padre adoptivo de su hermano menor  –¿Por qué has golpeado a ése niño?– exigió saber, apenado con Yunho, quien había dado presencia de la acción de la mujer. Por supuesto que a Yunho le molestó, pero escucharía lo que ambos tenían para decir.

     –¡Él estuvo faltándome el respeto, incluso cuando regañé a nuestro hijo!– Changmin rió, no por su drama al buscar defenderse a sí misma. Sino por la hipocresía y falsedad en su voz al decir “nuestro hijo”.

     –Changmin, ¿es eso verdad?– se asustó al toparse con la seria y obscura mirada de Yunho.

     –Hyung, yo sólo le dije que sus padres no habían hecho un buen trabajo educándola…– dijo con la verdad, de igual forma ya sabía que posiblemente le esperaba un castigo en casa –Pero ella me dijo primero que mis padres no habían hecho un buen trabajo educándome y dijo que tú tampoco lo estabas haciendo…– Yunho se incomodó. Al parecer era así.

     –Según tú ella te dijo eso primero ¿no?– el niño asintió –entonces ¿qué razones tendría Mynhye para hacerlo?– el niño suspiró y subió la mirada para encararlo.

     –Estaba regañando a Minho y quise decirle que no era su culpa, sino mía– y fue ahí, donde Yunho reventó colérico. ¡Otra vez defendiendo a ése niño!

     –¡¡Ella es su madre, tú no tienes vela en ése entierro!!– le espetó en su cara, con mucha rabia y Changmin no lo dejó pasar.

     –¡Él es mi hermano!– defendió. Yunho lo abofeteó, iban dos en menos de quince minutos.

     –¡Hyung!– llamó Minho, su “madre” lo tenía tomado de la mano, para evitar que fuera hasta su hermano mayor. El niñito estaba llorando.

     –Ve al auto y espérame allí– ordenó Yunho. Changmin obedeció, pero antes se despediría de su hermano y comenzó a caminar a él.

     –Minh…– intentó decir, pero Yunho lo detuvo.

     –¿No te dije que te fueras al auto?– preguntó y Changmin lo miró con evidente enojo –No te di el permiso de hacer algo más, vete ahora– ordenó con dejos de fuerza en su voz.

     –Minho, no llores. A mamá nunca le gustó que lloraras– Changmin lo retó al desobedecerlo.

     –¡Si!– y el pequeño se secó inmediatamente sus lágrimas. Los tres adultos los miraron incómodos. En especial Yunho.

     –¡Changmin!– llamó irritado Yunho. Changmin sonrió y comenzó a caminar para irse al auto.

     Quizás ninguno de ellos podía entender el lazo que había entre ellos. Porque aunque estaban viviendo por separado, seguía siendo hermanos, hijos del mismo padre y la misma madre.

*~*~*


     –¿Sabes Minho?– preguntó, luego de tener tal recuerdo muy presente en su memoria –Hoy pinta un lindo día– dijo sonriendo con amargura, estaba sentado sobre la grama con las piernas a medio estirar, formando un arco con las mismas; tenía también ambos brazos posados sobre sus rodillas y entre sus manos un ramo de flores y una bolsa llena de muchas golosinas. Movía ansiosamente los objetos que tenía en sus manos mientras los observaba aguantando una punzada de intenso dolor en su pecho, de vacío y frustración  –Dime, ¿cómo es el cielo?– preguntó una segunda vez a su hermano menor, ésa era la misma pregunta que le hacía cada año frente a la tumba del mismo –¿Por qué no esperaste un poco más?– ésa era otra, de las preguntas que siempre articulaba.

     Minho, el hermano menor de Changmin, había muerto unos años atrás. Changmin siempre sintió que la vida se había cagado en él, porque soportar una vida tan marginal y cruel durante tantos años para que al final, haya sido en vano, es que la vida se cague en ti. Pero aprendió que nada podía hacer, más que aceptar la triste, literalmente, realidad.

     Estiró su cuerpo hasta quedar totalmente acostado sobre el suelo, sintiendo la piquiña que la grama le producía al ser tocada, pero ignorándola por completo, se tapó la cara con su antebrazo y dejó escapar un largo y fuerte suspiro, detrás de él dejo salir todo su dolor, comenzando a llorar. Dejando salir todo, había pasado exactamente un año desde la última vez que había llorado. Había tomado una decisión, sólo se permitía llorar una vez al año y ésa vez, era sólo y únicamente el día de aniversario de la muerte de Minho, su dulce hermano menor.

     Así era como lo recordaba, siendo dulce y adorable, un ángel que ahora estaba en el cielo… Quizás era ahí, donde debía estar desde un principio.

     Sintió como alguien lo pateaba suavemente, se removió para ver quien lo molestaba en un día tan importante como ése, en un día tan íntimo; pero sus ojos estaban cegados por la luz del sol, así que le costó un poco acostumbrarse. Entonces, ése alguien dijo su nombre.

     –Changmin…– se asombró al reconocer ésa voz, se levantó rápido, quedando sentado.

     –¡Junsu!– exclamó con evidente asombro –¿Qué estás haciendo aquí?– preguntó aún sorprendido. Se supone que sólo él y los padres adoptivos de Minho, saben donde se halla su sepulcro.

     –Vine a ver a Minho– Changmin se sorprendió una vez más.

     –¿Cómo sabes que es aquí y que es hoy?– quería que fuera un secreto, Changmin quería hacer eso su más intrínseco secreto.

     –El año pasado cuando viniste, te seguí– confesó, de algún modo eso lo molestó, pero Junsu era su mejor amigo y no le diría nada. No hoy, al menos no ya.

     Junsu unió sus manos y comenzó con sus ofrendas y oraciones. El moreno lo observó en silencio, se acostó de nuevo sobre la grama. Pasaron un largo rato en silencio, ninguno hablaba. Junsu no había dejado de pensar en los ojos rojizos de su amigo, estaban totalmente hinchados y ahora, no estaba ni siquiera llorando.

     –¿Y cuando regresas a Japón?– se atrevió a preguntar Junsu, rompiendo el mutismo de su acompañante, el otro guió su vista al más bajo.

     –Hoy mismo, tengo mucho trabajo– dijo, dejando escapar otro largo bostezo. El silencio continuó.

      Luego de otro largo rato, Junsu invitó a Changmin a tomarse un café cuando ya partían del cementerio y su amigo, aceptó sólo por no negarse, de todas formas, aún faltaba una hora y treinta minutos para que el avión despegara y lo llevara de vuelta a Japón. Luego de media hora, Changmin se despidió de su amigo para regresar, de ése lugar al aeropuerto habían treinta minutos y si se topaba con una cola o algún tipo de inconveniente, no quería perder su vuelo.

*~*~*


     Llegó al aeropuerto justo a tiempo, faltaban al menos 10 minutos para que llamaran a los pasajeros y fue acercándose a su taquilla. Nunca le había gustado estar de último en las colas.

     No pasó mucho tiempo cuando le permitieron subir, luego de hacerles ciertas revisiones y entró con calma al avión, tomó un lugar justo al lado de la ventana. Y se sentó, pidió a la aeromoza un vaso con agua que no tardó en llegar, cerró sus ojos para descansar al menos ésas dos horas de regreso a “casa”, tendría que llegar a revisar unos papeles. De pronto el recuerdo de hacía unos minutos atrás comenzó a sucumbir en su ya relajado cuerpo.

     –¿Y cómo está él?– preguntó, ambos sabían a quien se refería Junsu y no incomodó más a Changmin porque era obvio que en cualquier momento preguntaría por ése bastardo.

     –Bien, supongo– dijo sin mucho interés, hablar de él lo ponía de mal humor.

     –¿Supones?– Junsu lo miró sorprendido. Era su hermano, al menos legalmente y “suponía” que estaba bien.

    –Las cosas han cambiado un poco, Junsu; y ahora…–

    –Siempre lo supe– confesó de pronto deteniendo las palabras del otro, el mayor de los dos, su amigo de la infancia, ése que había contactado apenas hacía unos  años atrás –Siempre supe que Yunho te maltrataba– tomó fuertemente su taza de café, sin querer mirar a su amigo, aunque sentía su intensa mirada sobre sí –Siempre veía todas ésas marcas y moretones en tu piel– continuó, luego hizo una pausa esperando alguna respuesta o comentario, pero nada vino por parte del asombrado pero serio hombre que tenía frente a él, Changmin –No entendía como alguien tan inteligente como tú, siendo el mejor del curso, tan astuto; pudiera ser de la nada torpe y caer de las escaleras– sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas –como ésa falsa mentira que Yunho dijo aquella vez–.

     –Junsu…– susurró el menor.

     –No entendía, de verdad, ¿cómo podías ser despistado de la nada? y entonces, comencé a observarte más… Y siempre daba la coincidencia de que, eras despistado luego de un Yunho molesto o… tenías marcas diferentes…– dejó resbalar una lágrima, respiró hondo, se calmó y prosiguió su confesión –¡Siempre odié que me mintieras!...– exclamó alzando la voz, pero luego su tono bajó, su mirada se suavizó y siguió su monólogo –…pero entendía que quizás no debía ser algo fácil para ti de hablar, pero quería ser tu apoyo, quería estar ahí… pero nunca me lo permitiste y entonces, un día desapareciste…– de pronto, Junsu se sintió cubierto por algo, ése algo eran los brazos de su acompañante, quien lo había encerrado en un abrazo.

     –No llores, tonto– susurró, era curioso, porque en un día como éste, era él quien debía ser abrazado protectoramente, pero no, era él mismo quien ofrecía ése cariño a su lloroso amigo en éste momento –Ahora todo está bien– y besó su frente –Debo irme, sino quiero perder el vuelo– se separó y tomó su pequeño bolso –Cuídate Junsu, nos veremos pronto–.

     –Changmin, espera– advirtió Junsu, secándose las lágrimas. El aludido volteó y vio como su amigo de su bolso sacó una caja –Entrégale esto a Jaejoong hyung– Changmin tomó la caja, asintió para tomar su rumbo al aeropuerto.

     –Por cierto Junsu, ¿cómo supiste a la hora que estaría aquí?–.

     –Jaejoong hyung me avisó a qué hora más o menos llegarías aquí– .

     –Ustedes dos son peligrosos siendo cómplices, deberían trabajar para el FBI– bromeó, recibió un suave golpe por parte de Junsu y salió el café. Tomó un taxi y desapareció.

     Suspiró profundamente, el avión ya había despegado, así que decidió ver por la ventanilla. El atardecer estaba acercándose, los rayos del sol estaban ocultándose de la vista de todos y los últimos destellos muy rebeldes se colaban entre las nubes, era un paisaje un poco familiar, le recordaba a algo… Sí, le recordaba a aquella mañana en la que la bestia decidió alejarlo total y completamente de todo.  En la que por fin logró lo que quería, dejarlo más solo de lo que en toda su desgraciada vida estuvo.

     Los recuerdos eran aún tan nítidos, que sentía como si hubiera ocurrido tan sólo el día anterior.

     –¡¿JAPÓN?!– y es que no pudo evitar soltar de impresión. ¿Qué rayos harían ellos en Japón? ¡Él no sabía hablar japonés! Y por la seriedad de Yunho, sabía que no estaba bromeando. Su hermano… ¿No vería más a su hermanito menor?  –¿Japón? ¡Yunho-sshi! ¿Japón?– le preguntó una vez más, Yunho fastidiado volteó a verlo.

     –Sí, Changmin, Japón, ahora, ¡Ve a empacar tus cosas, ¿sí?!– los ojos del muchacho ya estaban humedecidos, las lágrimas amenazaban con salir.

     –P-pe… pero ¿por qué?– preguntó una vez más el niño, ¿de verdad no vería más a Minho? Yunho se paró frente al chico y lo miró con una media sonrisa muy cínica en sus labios, para responderle.

     –“¿Por qué?”– repitió, su expresión cambió a una total de hastío –Porque es necesario–.

     –Yunho…– la mirada del menor se obscureció y temeroso le preguntó al mayor una tercera vez –¿No veré más a Minho?– el mayor inmediatamente frunció el ceño, allí estaba Changmin de nuevo, pensando en ése mocoso, alias dado por el moreno.

     –¡No, Changmin, no lo verás más! ¿okay?– dijo ya exasperado –Así que , ¡ve a empacar, Jung Changmin!– dijo muy molesto, furioso en realidad. Changmin se intimidó, era la primera vez que su “hermano” lo llamaba por “su apellido”.

     Cuando Yunho se llevó consigo a Changmin, preguntó por los documentos legales de su nacimiento, el menor le respondió que no los tenía, puesto a que no sabía donde su madre había guardado ciertas cosas, de hecho, confesó que no sabía si quiera si los tenía. Para Yunho no fue gran cosa crear falsos documentos, que parecieran legítimos.

     Yunho dentro de su perfección y astucia se dirigió un día cualquiera a las instalaciones de documentos legales de nacimiento y buscó los de Changmin, Shim Changmin; aprovechándose de la situación, de tener amigos que formaban parte del personal que ejercía su trabajo dentro del lugar, hizo que los cambiaran por los de Jung Changmin, dejándolo oficial y legalmente con ése nombre.

     Changmin sabía que era mejor obedecer, pero necesitaba una respuesta a su posiblemente última pregunta, necesitaba saberlo ya que no era algo justo, que Yunho lo alejara del todo de su hermano, pero un momento ¿qué demonios había sido justo en todos esos años?; que era lo único que lo mantenía atado al país donde se encontraban e incluso a la tierra.

     –¿Por qué Yunho hyung?– el nombrado, para ése momento se hallaba un poco apartado y al escuchar esas palabras en la voz de su amado pequeño, se acercó dispuesto a finalizar ésa ridícula conversación. Se irían y punto, era su deber entender; se acercó amenazante.

     –Porque viviremos en otro país y a no ser que te lo ganes, ¡NO LO VERÁS!– gritó por último, el castaño menor solo cerró sus ojos con fuerza –¡Haz las maletas y no se habla más del tema ¿entendido?! No tengo tiempo que perder– el chico asintió yéndose a su habitación. Comenzando a hipar, tragándose sus lágrimas. ¿Por qué?, ¿por qué tenía que ser así?, ¡no era justo!

     El niño pasó toda la noche arreglando las maletas, tomando las cosas que se llevaría, las más importantes como había dicho Yunho, pero para él solo eran importantes los regalos que su hermanito le había dado y las fotos que se habían tomado juntos, antes de que el mayor  comenzara a alejarlo de esa criatura tan especial para él. A causa de eso, olvidó avisarle a Junsu y cansado se acostó a “dormir”, sólo lloraba y lloraba. La mañana llegó y ya estando en el aeropuerto con la cara más triste, la expresión más adolorida y para su “hyung” era notorio que estuvo llorando; los ojos del muchachito estaban hinchados, tomando el desayuno Yunho solo tenía una increíble sonrisa en su rostro.

     –Cambia esa cara– ordenó cortante –no me arruines el día– Changmin sólo siguió comiendo en silencio, no tenía hambre, pero el otro había traído el desayuno a la mesa ¿cómo negarse?, ni fuerzas tenía para eso. Ése hombre era tan animal, que ni siquiera le había dejado hablar con Minho antes de irse y ése pensamiento le llevó a recordar en que no se había despedido de su amigo, así que pensó en hacerlo, pero ya era tarde…

     “Pasajeros del vuelo 230, por favor, abordando”, fueron las palabras que se escucharon desde un parlante, avisándole a todos, en especial a Changmin, que todo acababa ahí.
     –Vamos– escuchó. Y no pudo pensar en nada más, aunque tenía tiempo de hacer una llamada rápida o enviar el mensaje, el pánico lo inundó… Todos los pensamientos que lo habían atormentado toda la noche, ahora lo estaban destruyendo. Era un país diferente, no conocía su idioma y por ende no lo hablaba; sin Junsu, sin Minho… sin nada…

     La caja que tenía entre las manos se le calló de las mismas, despertándolo de sus recuerdos y lo agradeció, en lo más infinito de su ser. Recordar eso era algo que siempre lo deprimía aunque luchara por mantenerse estable. Eso ocurrió cuando él tenía trece años, ahora él tenía veinticinco.

     Durante todo ése tiempo alimentó su odio hacia ése hombre que se convirtió en su verdugo en todos los sentidos posibles, el cual seguía creciendo y ahora que las cosas habían dado un giro drástico, se encargaba de hacerle ver a cuál era su karma. Quizás esa era la verdadera razón por la que seguía con él, Yunho se estaba hundiendo y quería estar ahí para verlo caer y si era posible, hacer que cayera más rápido, reír en su cara. Era lo que más anhelaba.

     ¿Despiadado por parte de Changmin? Tal vez, pero ¿qué no era eso lo que había enseñado Yunho?, ¿qué no había sido así todo el tiempo con él?... Ahora era su turno, el karma, definitivamente había caído sobre el moreno mayor de ambos.

     Tomó la caja, preguntándose qué cosa sería, pero como no le pertenecía, simplemente la dejó de un lado y se dispuso, ahora sí, a descansar antes de llegar a Japón.


*~*~*


     La hora del almuerzo se acercaba y estaba comenzando a sentir la necesidad de ingerir alimentos; por falta de tiempo de llegar a una reunión importante en el trabajo no desayunó y ahora, su estómago le pasaba factura.

     –Ish, hay tanto trabajo– comentó en la soledad de su oficina, observando las carpetas por montones. Los sobres apilados a un lado de su escritorio, desvió su vista hacia el ventanal y observó el cielo. Se podía sentir que el día estaba cálido, pero a su misma vez fresco, pintaba un lindo viernes.  

     Decidió ir a comer y disfrutar del día, se veía agradable. ¿Qué mejor que un descanso antes de continuar con tanto trabajo? Así que pues, sin pensarlo dos veces, tomó el saco de su traje formal y fue rumbo a la salida. Tomó la perilla, la giró y abrió la puerta de la oficina, para encontrarse con una hermosa jovencita que estuvo a punto de tocar la puerta.

     Ambos se sorprendieron un poco.

     –Buenos días, señor– saludó cortésmente la muchacha, que aparentaba tener unos veintitrés años.

     –Buenos días– respondió sin más, era su nueva secretaria –¿Ocurrió algo?– fue directo al grano, quería ir a comer.

     –No exactamente señor, es sólo que tiene una visita y está esperándolo allí afuera– informó la hermosa muchacha, pelirroja. ¿Visita?, comenzó a caminar hacia a fuera, haciendo que la chica caminara también en dirección al lugar nombrado antes.

     –Bien ¿quién es?– preguntó, siguiéndola hasta el área de espera.

     –Es el señ…–

     –Changmin– llamó, levantándose de una vez al ver la silueta alta y esbelta acercarse. Changmin se descompuso al escuchar su voz. ¿Qué hacía ahí ése día? ¿Qué no estaba en viaje de negocios y todo ése embrollo?

     –Oh, Yunho, estás aquí.– saludó casi con desprecio, tono solamente notorio para el visitante –Creí que llegabas pasado mañana– comentó, manteniendo la distancia.

     –Hubo cambio de planes y llegué hace dos horas ¿vas de salida?– preguntó, ignorando completamente la reacción del otro.

     –Pues, algo así– respondió, haciéndole una seña a la chica de que podía continuar con lo suyo –Ah sí, señorita Sam, deje en mi escritorio el nuevo papeleo del presupuesto de la semana que acaba de pasar– ella sólo asintió.

     –Bien y ¿A dónde ibas?– tantos años después y él aún seguía vigilando casi y absolutamente cada aspecto de la vida de moreno menor, de ahora veinticinco años de edad.

     –Pues, pensaba ir a comer– respondió, empezando a caminar. Sabía que no iba a poder esquivarlo y que tendría que estar con él a donde sea que dijera que fuera, siempre que llegaba de un viaje de negocios iba por él para salir o lo que sea.

     –Bien, vayamos a comer juntos, vayamos en mi auto– y ahí estaba. Conocía cada movimiento y estrategia de ése viejo. El más joven no comentó nada y lo siguió, quizás su viernes ya no pintara como un buen día.

     Fueron a uno de los restaurants más caros y elegantes, Yunho tenía el dinero suficiente para eso y para más. Él solo habría querido ir a comer a uno de los puestos cercanos, de esas comidas rápidas y que son accesibles a personas modestas pero era Jung; solo habría querido disfrutar de la tranquilidad que ése día le brindara pero no, tenía que venir éste antes de lo esperado y arruinarlo todo. A pesar de tantos años transcurridos y de que la vida le haya retribuido todo, en la forma que lo había hecho, él seguía siendo un hombre ambicioso y lleno de codicia. ¡Despreciable!

     –¿Por qué tan callado hoy, Minnie?– y desde aquél entonces, ése apelativo era la manera “íntima” de Jung, para referirse a su “hermano menor”. Sólo él lo llamaba así. Picó un poco de carne y la llevó a su boca esperando una respuesta.

     –Estaba pensado…– tomó un sorbo de agua para pasar la bocanada antes ingerida –¿Por qué los planes cambiaron?– la realidad era que había estado callado por no querer hablar, pero por otro lado, tenía curiosidad.

     –Nada muy importante– respondió sonriendo, tomando un sorbo de una bebida muy costosa, como ocultando algo. Como lo esperaba, siempre evitaba decirle esas cosas, desde siempre fue así, nunca le permitió conocer mucho sobre sus cosas. Ahora lo hacía porque no le quedaba de otra, Yunho era dueño de la cadena de bancos donde Changmin ejercía su profesión y pues, había cosas que simplemente debía saber porque sí, pero en cuanto a otras, siempre las ocultaba –¿Quieres champange?– ofreció, pero su compañero se negó –Vamos Minnie, ya no eres un niño. Ahora eres un adulto– comentó con una sonrisa de orgullo, su Minnie era un adulto y había estado siguiendo los pasos que él había dictaminado.

     –No gracias, es solo que no me provoca– dijo con tono seco.

     –Has crecido tanto, Changminnie– ay no, odiaba el momento en el que se ponía “sentimental”. O sea, ya podía superarlo. Algún día crecería y ya. No pasó como él esperaba, pero de todos modos, ya tenía más libertad. Se acercó para acariciar un poco la mejilla de su “hermano menor”. Changmin, apartó la cara. El otro solo sonrió con amargura –Y bien ¿qué harás mañana por la noche?– preguntó, olvidando lo sucedido.

     –Dormir– el castaño daba las respuestas en la tonada más tajante posible. Ahora no temía responder así, las cosas habían dado un giro y habían cambiado. Sin embargo, había cosas de las que no podía zafarse.

     –Vayamos a una discoteca– el invitado lo miró con ganas de reírse en su cara. Pero no lo hizo, la comida estaba deliciosa como para desperdiciarla. Tenía mucho apetito.

     –Sabes que no me gustan esos lugares, además Yunho, mañana tengo trabajo temprano y en la noche, solo querré dormir– cosa que era verdad, pero por otro lado  ¿no estaba él viejo ya para eso? Pronto cumpliría cuarenta.

     –Bien– no insistió más. Ambos terminaron de comer, hablaron de cosas triviales, solo porque Yunho siempre encontraba un tema de que hablar, como todo hombre de negocios siempre tenía la excusa perfecta para un buen tema de conversación. –Regresemos entonces, ya que tienes mucho trabajo ¿no?–.

    –Uhum– asintió. Ambos se dirigieron a donde el menor trabajaba que pertenecía a Yunho y sus socios. Al BIMNIHONGUG, Banco Internacional de Moneda Coreojaponés, banco cuya función era ofrecerles a sus clientes afiliados coreanos y japoneses la facilidad de obtener el dinero del país contrario sin necesidad de ir a bancos de tasas de cambio. –¿Cómo están ellas?– preguntó, estando ya dentro del carro de Yunho camino de regreso.

    –Han estado bien– contestó con simpleza, sin darle mucha importancia –En la noche saldremos a comer– comentó como si fuera lo más normal del mundo. Bueno, lo era.

     –Deberías preocuparte más por ellas– dijo en tono seco. Odiaba que él fuera así y que las dejara de lado. El piloto prefirió no responder y concentrarse en conducir. Pronto llegaron al banco y buscó donde aparcar el carro, el copiloto dudó un poco –Puedes dejarme aquí, no es necesario que aparques el carro, tú ya te vas ¿no?– el conductor estaba consciente de que su Minnie no quería tenerlo cerca, pero como uno de los dueños del banco, tenía que supervisar el área, o ésa era la excusa que la mayor parte de las veces él usaba para estar cerca de su, antes todos, hermano menor.

     –Inspeccionaré el lugar, Minnie– aunque quizás, esta vez se lo dejara medio en claro. Ya que fue más odioso de lo normal y no quiso ir a una discoteca con él, lo molestaría. Además, simplemente tenía ganas de hacerlo. Hacía semanas que no estaba con él y ahora podía hacerlo, ¿Por qué no molestarlo un rato?. Muy treinta y nueve años podía tener, casi cuarenta, pero para él, aún seguía siendo SU Changmin y lo quería cerca de él cada vez que podía.

     Si bien las cosas habían cambiado como ellos nunca imaginaron, en especial para el moreno mayor, que ahora estaba casado con una preciosa mujer y tenía una adorable hija. Seguía siendo la misma persona egoísta que había sido toda su vida. Ahora Changmin vivía solo, pero seguía siendo “hermano menor” de Yunho. Era por eso, que no podía librarse del todo de las garras de ése bastardo, era eso y su deseo de verlo hundirse. El copiloto comprendió que lo hacía con la intención de molestarlo.

     –Puedes decirlo con libertad Yunho, quieres joderme el día– dijo con desprecio en su voz, bajando del auto y azotando la puerta. El mayor se enojó, no por el golpe, sino porque aquél le respondiera de esa manera.

     –¿Y qué si así fuera?– cuando dije que las cosas habían cambiado, lo dije en serio. Ninguno tenía tapujos de decirse nada, sólo en ciertas ocasiones y dependiendo de la situación, podrían evitar decir ciertas cosas. Todo dependía del lugar, la hora; del momento en sí. No es como que ahora era el momento adecuado, pero el adulto joven no soportaba tenerlo cerca y saber que lo hacía con la intención de perturbarle la poca paz que podía tener, le enervaba la sangre.

     El dueño de la cadena de bancos,  caminó tras él pero se detuvo al ver como su ante todos, hermano menor  se detenía y volteaba para verlo con odio.

     –¿Qué crees tú que sería “si así fuera”?– preguntó con ira. El interrogado lo miró esperando si diría algo más –¡Nada Yunho, no sería nada!– volteó para seguir caminando y entrar a su lugar de trabajo.

     –Tú te lo buscaste– dijo con odiosidad. Era cierto que ambos parecían unos niños, Changmin sólo ignoró sus palabras y siguió caminando pero se detuvo de pronto al ver un auto estacionado que llamó fuertemente su atención –¿Qué ocurre?, ¿Qué tiene ése auto?– el menor giró los ojos con fastidio y siguió caminando.

     –¡Nada que te importe!– respondió con la misma odiosidad que su acosador para ése momento, le habría hablado antes.

    –¡No me respondas así!– exigió y el perseguido rompió a carcajadas, se detuvo y volteó a él. Con aires de superioridad y con mucha osadía y odiosidad respondió:

     –Te respondo como quiero, Yunho. Ya crecí, ¿lo olvidas?– se acercó más a él y con detenimiento repitió las palabras que él le había dicho en el restaurante –“Has crecido tanto, Changminnie”– clavó su mirada en la seria del mayor –No soy el niño al que asustabas, Yunho– y volteó, dejándolo en un letargo un poco incomodo, al darse cuenta de que las personas habían estado observándolos, aunque posiblemente no escucharan lo que habían estado hablando.

     El ya crecido muchacho iba caminando como alma que se lleva el demonio, ignorando a las personas que lo saludaban y hacían venias en respeto, todos ahí sabían que él era el hermano menor del dueño y jefe de donde trabajaban, además de que Changmin estaba en el puesto que estaba por habérselo ganado, tenía honores. Nunca aceptó nada en bandeja de oro. Todo se lo había ganado y los empleados, estaban conscientes de ello.

     Yunho acomodó su saco para ir tras él y poner las cuentas en claro, ante la ley, seguía siendo su hermano menor y ante ellos dos, él seguía siendo quien lo sacó del hueco donde estaba y lo había puesto donde se encuentra ahora. Vio como su aura destilaba enojo. Sonrió de medio lado y digo medio lado porque vio como abruptamente el otro que iba mucho más delante de él, se detuvo ante una persona, la cual no podía ver muy bien y su aspecto cambió. Eso, evitó que sonriera completamente, observó la escena y como ambos se dirigían a, suponía él, la oficina del menor.


*~*~*


     En la oficina de Changmin, Kim Jaejoong, amigo de éste, se estaba sentando en el asiendo ofrecido por el dueño de la oficina. Un momento atrás, al ver aquél auto pensó automáticamente en Jaejoong, gracias a Dios era él, así olvidaría por un momento a su fastidioso “hermano mayor”.

     –¿Cómo has estado, Jaejoong?– preguntó, agradeciendo infinitamente que su amigo estaba ahí, podía hacerlo sentir mejor. Intentaría olvidar el suceso reciente con su hyung. Era mejor.

     –Muy bien Changmin, ¿y tú cómo has estado?– respondió, sonriendo y casi sonrojado. Sus sentimientos por el moreno estaban creciendo cada día más pero éste parecía no darse cuenta. Observaba como estaba buscando algo en uno de los archivos.

     –He estado muy bien, gracias– respondió mientras regresaba con el paquete que se le había sido entregado en Japón el día anterior –Ten, aquí está lo que Junsu te envía– y se lo entregó. Jaejoong sonrió al ver el paquete frente a él.

     –Gracias– y lo tomó, lo dejó de un lado para mirar a Changmin y pudo darse cuenta de que éste ya lo estaba observando con una sonrisa en su rostro. Desvió un poco la mirada.

     –¿Cómo van los preparativos para el aniversario de la fundación?– preguntó, el silencio se estaba instalando entre ellos y no era algo normal, tampoco sería algo que Changmin permitiera. En especial porque en la fundación de niños con discapacidad, había dado gran parte de alivio a su alma, cuando estuvo devastado por la muerte de su hermano. Que por si fuera poco, Yunho contó ya cuando todo había terminado, el funeral y el entierro. De hecho, se lo dijo una semana después.

     –¡Perfecto!– los ojos del muchacho de cabello amarillento brillaron, contar con el apoyo de Changmin era una gran ayuda para la fundación, además de una alegría inmensa –¡Todos están emocionados, en especial los niños. ¡De verdad muchas gracias!– se levantó para hacer una venia.

     –Sabes que no tienes que agradecer, es algo que hago por querer…– aseguró a su amigo. La puerta se abrió, sin previo aviso, dejando a la vista de los otros dos que estaban siendo interrumpidos el alto cuerpo de Jung Yunho, el dueño de la oficina frunció el ceño –¡¿Por qué no tocas antes de entrar?!– preguntó enojado Changmin. El prepotente jefe lo ignoró y caminó hacia ellos.

     –¿Acaso no nos presentas, dongsaeng?– preguntó, dejando en evidencia que era “el hermano mayor” de Changmin. Jaejoong se sintió un poco incomodo al tenerlo justo a su lado de pie. El dongsaeng se frotó la cien dejando escapar un exasperado bufido.

     –Bien– dijo ya cansado –Él es Jaejoong– el intruso dirigió su vista al otro muchacho por encima del hombro, con aires de superioridad –Jaejoong, él es Yunho, mi hermano mayor– las últimas palabras le hicieron sentir un amargo sabor y casi le costaron salir de sus labios.

     –Soy Kim Jaejoong– e hizo otra venia en respeto. Sabía quién era él, no conocer a Jung Yunho es considerado casi un delito. Es decir, él junto a sus socios habían tenido una de las ideas más increíbles de todas, aunque sabía que Changmin era su hermano menor, nunca antes había estado cerca de él, aunque ya llevaban años de amistad –Es un pla…– lo interrumpió con arrogancia.

     –Soy Jung Yunho– dijo sin mucha amabilidad, los celos lo estaban carcomiendo. Changmin sonreía para otros, pero nunca para él. Todo el tiempo había sido su hermano menor, ahora que el mocoso no estaba entre ellos, sonreía para otro intruso, y no para él. Changmin se percató y se enojó mucho más.

     –¿Nos disculpas un momento, Jaejoong?– Changmin se levantó y le indicó a Yunho saliera de la oficina. –¿Qué demonios te pasa?– preguntó sin más, estando fuera de la oficina y fuera del alcance de otros empleados. Yunho lo miró sin mucha preocupación.

     –¿A qué te refieres?– el menor sabía estaba fingiendo y eso comenzaba a irritarlo.

     –¿Puedes dejar de joderme la paciencia al menos una vez en tu asquerosa vida?– Yunho sintió algo en su pecho –Si quieres joderme la vida, hazlo en otro momento. ¡No hoy!– Jung alzó una ceja.

     –¿Por qué?, ¿qué tiene de especial hoy?. Qué ése con cara de niña está aquí ¿lo hace especial para ti?– Changmin intentó ignorarlo.

     –¡Jaejoong no tiene nada que ver, así que deja de molestar! ¿Qué no estás ya mayor para ésto? ¡Tienes una hija y una esposa que incluso ha perdonado tu sucio error!– dijo con desprecio, con la intención de restregarle en la cara lo que había hecho.

      –Ellas no tienen que ver en esto– defendió.

     –¡Jaejoong tampoco! Así que deja de comportarte como un muchacho inmaduro y deja de molestar!– y entró a la oficina y encontró a Jaejoong observando la ciudad a través del ventanal con la que contaba la oficina, mientras colgaba su teléfono –Lamento el mal comportamiento de mi hermano pero él es así– se disculpó verdaderamente y se acercó a él.

     –No te preocupes, es alguien muy importante. Supongo que es normal que personas con su status social tengan ése tipo de ego– y sonrió, pero a Changmin no le agradó que pensara eso, porque aunque llevaban mucho tiempo conociéndose y siendo amigos, si él generalizaba de esa manera, estaría incluyéndolo a él también como una persona que es engreída por su status social –Debo irme, unos de los niños ha entrado en crisis– se disculpó tomó el paquete y se dispuso a salir –Te llamaré luego– aseguró antes de salir.

     Jaejoong había ido con la intención de hablar sobre el día del aniversario de la fundación para niños con diferentes tipos de discapacidad, en la cual él trabajaba como psicólogo, ayudando a los diferentes infantes a aceptar su condición y a sus familiares entender las situaciones en las que se hallaban y con que se encontrarían. Pero con la odiosa presencia de Yunho todo se arruinó, no era que le importaba si le agradaba o no a otras personas, pero era el hermano mayor de la persona de la cual se había enamorado, aunque éste no lo supiera y después, su deber como profesional lo llamaba. No sólo como profesional, sino como persona. Ésos niños eran su vida, los amaba como si fueran suyos.  


*~*~*


     Tomó una ducha, una larga ducha. Yunho se había empeñado en fastidiarlo el día de hoy, pero no importaba. Porque luego se las desquitaría, Changmin estaba muy consciente de que sus palabras siempre le llegaban, se dio cuenta de esto cuando una vez estuvieron discutiendo y éste se dejó mostrar herido, sólo por error.

     Así que tan pronto pudo, luego de una deliciosa cena preparada por él mismo, se metió a la cama a descansar, aún debía hacer cosas al día siguiente.


*~*~*


      Rápidamente el día del aniversario de la fundación “Regálale una sonrisa al Alma”, cuya función era brindarle servicios gratuitos a niños y adolescentes con diferentes tipos de incapacidad y brindarle apoyo moral a sus familiares.

     Era Changmin uno de los invitados especiales por donar nuevos equipos médicos para tratar a los niños. Todos se encontraban verdaderamente agradecidos. El invitado especial estaba intentando pasar desapercibido, pero parecía que todo el mundo lo conocía, se encontraba ya tan cansado que decidió ir al baño, al entrar, ya dentro estaba Yunho, sólo lo ignoró y entró al cubículo y esperó que para cuando saliera de él, ya no estuviera.

     Pero eran solo falsas esperanzas, allí estaba el muy bastardo cuando salió, esperándolo.
     –Oh, es así como malgastas tu tiempo libre– afirmó Yunho con la intención de irritar al menor, quien al oír tales palabras frunció el ceño, cerró el grifo del agua, secó sus manos con una de los pañuelos que habían y lo miró.

     –¿Malgastar?– sin embargo, mantendría la calma, no se dejaría llevar por los impulsos que sabía perfectamente su hermano mayor quería provocar en él.

     –Sí, podrías hacer algo más productivo– dijo, Changmin sólo rió en su cara, recostó un poco su cuerpo a la base donde estaban los lavábamos, se cruzó de brazos y entonces respondió.

     –Y no me digas, tener sexo contigo sí lo es, ¿verdad?– era Yunho quien fruncía el ceño ahora, su acompañante sonrió irónicamente ante su silencio –¿Sabes?... No hay nada que me ate a ti, sólo la satisfacción que me da verte hundir– confesó severamente, con una de sus más resplandecientes sonrisas. Yunho había sentido un golpe bajo.

     –Eres quien eres, gracias a mi– sólo se escucharon las carcajadas del castaño menor atiborrando la sala de baño, el mayor se mostró serio.

     –Error, querido hermano– dijo de manera burlesca –Soy quien soy, gracias a Minho– al escuchar ése nombre, Yunho apretó sus puños con fuerza.

     –¿Aún piensas en ése mocoso?– el hecho de escuchar al moreno referirse a Minho de esa manera, aunque ya estuviera muerto, provocó en él, el profundo deseo de romperle el rostro y luego prenderle en fuego.

     –¿Cómo dijiste?– se acercó rápidamente a él y con brusquedad lo tomó de las solapas de su elegante traje.

     –Él está muerto ahora– lo miró a la cara con una prepotente sonrisa grabada en su rostro. Parecía que ahora él iba ganando ésta pelea ¿a qué querían llegar ambos? Quizás ni ellos mismos lo sabían, estaban siendo movidos por sus más fuertes deseos. Yunho siempre deseó que al menos una vez el menor riera para él, pero no de la forma en la que ahora lo hacía. Changmin por su deseo de restregarle en la cara el castigo que la vida le estaba dando. Él último quería partirle la cara, estaban en un baño público. ¿Debía contenerse?, sí; ¿lo haría?, no. Yunho era el maldito bastardo que siempre había odiado –Debí haber acabado con él cuando eras un niño, así me habría ahorrado…– Changmin no lo toleró más y arremetió contra él, su puño cerrado y lleno de odio, a su mejilla derecha.

     –Maldito– susurró –eres tan maldito que todo lo que te está pasando, es tu castigo. Es tu escarmiento Jung Yunho– dijo con odio, casi saboreando el amargo sabor de veneno letal. El anfitrión del evento quería inyectar en él tanto de su odio como pudiera –No sabes cuánto deseo verte sufrir cada vez más, para reírme en tu cara. Mientras eres comido por ésa enfermedad que por tus mismas acciones contrajiste– Cuando el agredido recibió semejante golpe del menor, su cuerpo fue atajado por la pared, en la cual se hallaba recostado escuchando como Changmin iba pronunciando con más desprecio cada palabra –¡Me das asco, maldito!– el menor salió del baño, para dirigirse a la multitud.

     Changmin donaba la mitad de su sueldo a la fundación mensualmente. Allí había conseguido alivio. Mucho no pudo hacer por su difunto hermano, eso sentía, aunque en realidad era todo lo contrario. Ver a cada niño sonreír, era como ver a Minho. Sólo eso le daba verdadera alegría y fortaleza de seguir viviendo. Cuando él se enteró que su hermanito había muerto, su mundo se acabó completamente, se había quedado sin nada. ¡Absolutamente nada!, sin embargo, con el pasar de los años, él siguió viviendo sin rumbo fijo, se había convertido en algo parecido a un zombi, un muerto viviente, en algo sin vida. Hasta que conoció a Jaejoong y éste lo trajo a la fundación, una esperanza llegó a él.

     Ya que Changmin era el invitado especial, los flashes se las cámaras de los reporteros se estaban posando en él. Por dos razones, por el hecho de ser un joven de buen corazón dispuesto a donar todo ése equipo médico y la más llamativa y resaltante, es que, no era sólo un joven de buen corazón, sino ser el hermano menor de uno de los más grandes accionistas del  banco BIMNIHONGUG.

     El banco tomó mucha fama por parte de los ciudadanos de ambos países, desde el principio, alabando la gran idea que Yunho y los demás socios, habían tenido. Tanto que muchos años después era un buen tema de conversación, que recibe buenos comentarios por parte de sus clientes, desde “Que grandiosa idea” hasta “Que buen servicio ofrecen”. Ésa era la verdadera razón por la que las cámaras dirigían sus lentes a él.

     Yunho observaba todo desde lejos, las palabras crueles que su Changmin le había dicho en el baño le habían dolido. ¿Por qué?... la verdad duele, y más cuando aprendes a querer, Yunho aprendió que de verdad quería al otro moreno ya muy tarde, cuando todo el daño estaba hecho y el odio había crecido. Él mismo se había encargado de poner al otro en esa posición y a sí mismo en su perdición. Dicen que hay un purgatorio, pero Yunho estaba consciente de que lo que esta tierra hacías, en ésta misma, el karma te hacía pagarlo. Quizás lograba entender un poco, por imaginación claro, a Changmin. Aún recordaba como despiadadamente se rió en su cara cuando le confesó que no podían tener más sexo porque tenía sida.

     Se maldijo por no haber aprendido a contenerse, si lo había hecho, las cosas serían distintas. Ése era su karma, cada día se sentía más débil, el médico le decía que debía cuidarse más, pero era tan ambicioso que se negaba a aceptarlo aún. El Yunho todo poderoso no debería estar pasando por algo así. La razón de regresar antes de su viaje, se debía a que la enfermedad estaba muy avanzada y sería mejor contactar a su médico.

     Ahora debía cargar con el desprecio de su esposa, que sólo estaba con él por su hija; la decepción de sus padres y el odio de Changmin.


*~*~*


     –Changmin– llamó Jaejoong emocionado –Muchas gracias por todo lo que estás haciendo– el moreno logró salir del área de las cámaras. El psicólogo hizo una venia en forma de agradecimiento, realmente estaba muy feliz y excitado, podía ver a algunos de sus niños alegres también.

     –No tienes porqué agradecer, sabes que lo hago porque esto me hace feliz– aseguró ya que era verdad, sus palabras eran todas en ese momento verdaderas. Porque justo en ése momento lo estaba.

     –Pero de verdad, muchas gracias; ahora nuestros niños están más felices y sus padres también–.

     –Jaejoong, basta de agradecer por favor– pidió su acompañante. El otro sólo sonrió un poco avergonzado. Se sentía por demás contento y feliz, por sus amados niños y por poder estar con la persona que le gustaba muchísimo.

     –¡Jaejoong Hyung!– llamó uno de los niños escondiéndose detrás de él.

     –¿Qué ocurre, pequeño?– preguntó preocupado.

     –¡Lizzy no deja de molestarme!– respondía con pucheros, Lizzy quien era una niña muy hermosa de cabello corto hasta sus hombros, negro azabache y muy risueña y adorable; unos pasos más allá venía con un cepillo para el cabello y muchos lazos y cosas que se colocan en la cabeza para adornarla.

     –Youngtae~~– canturreaba –no te escondas. Te encontraré de todas formas~–.

     –Lizzy– llamó Jaejoong –¿Por qué estás molestando a Yountae?– la muchachita lo miró sonriendo nerviosa.

     –Es que quiero peinarlo– el mayor oprimió una pequeña risa. El niño tenía el cabello largo, al estilo honguito, por esa razón la niña siempre quería jugar con su cabello. Changmin observaba la escena de cómo su amigo trataba de hacerle entender a la pequeña que debía dejarlo tranquilo, porque los niños no debían llevar moños en el cabello, ya que eso era para niñas. Ése momento lo hizo transportarse a una época donde un Minho y un Changmin de antaño solían jugar mucho, eso provocó una punzada en el pecho del moreno.

     –¡Changmin!– escuchó su nombre provenir de la boca de su acompañante y como el  mismo, sonaba sus dedos frente a su cara para que le entregara su atención.

     –¿Eh?–.

     –¿Qué te sucede?, ¿Estás bien?– el interrogado sonrió al ver a un Jaejoong preocupado por él.

    –Sí, lo estoy. Sólo me distraje un poco– no mintió del todo. Porque no, ahora no estaba bien.

    –¿No son esos tus padres?– “padres” . Dirigió su vista hacia donde los dedos de su acompañante señalaban y si, ahí estaban sus “padres”. Esos que en un principio se habían negado a aceptar la idea de Yunho, de adoptar a un niño. A Changmin le tomó años llamarlos padres, pero como siempre fue costumbre, Yunho ordenaba y él sólo obedecía, le tocó hacerlo más rápido de lo que habría querido. Si bien ya tenía elección propia, estaba acostumbrado a llamarlos “padres”. Además de que ante todo el mundo, él era un Jung. Gracias a que su hermano se hizo reconocido por casi todo Japón y Sur Corea arrastrándolo a él en el proceso.

     Los vio acercarse cuando les envió una señal para que notasen donde estaba.

     –Papá, mamá– se sentía hipócrita, pero la realidad era que, una vez fue aceptado estos se disculparon con él y comenzaron a tratarlo de manera muy amable, como un verdadero hijo. Una vez le pidieron quedarse a vivir en su casa, pero su hermano se negó. Lo más que pudo hacer fue dormir varios días en su casa y hasta tenía una habitación para él.

     –Hola hijo– saludo sonriente la mujer.

     –Hola– y recibió un dulce beso en la mejilla por parte de la señora, y luego al mirar a su padre  hizo una respetuosa reverencia –Padre– el hombre también sonrió y le extendió la mano cuando Changmin finalizó la venia, la cual sin pensarlo dos veces la respondió.

     –Jaejoong, querido. ¿Cómo has estado?– saludó la mujer, cierto, él aún estaba allí. Él hizo otra reverencia y respondió cordialmente al saludo de la madre de su amado.

     –Muy bien, gracias ¿Y usted?– la señora Jung respondió positivamente y entonces saludo al señor Jung, quien también contestó que estaba bien.

     Fueron a sentarse en una de las meses para disfrutar otro poco del evento y los pequeños espectáculos que ofrecían a los invitados y todo iba de maravilla hasta que la voz femenina de su madre le hizo una pregunta.

     –¿Dónde está tu hermano?– la sangré se le calentó y recordó el incidente en el baño e hizo un esfuerzo inhumano para mantenerse calmado.

     –No lo sé madre, hace buen rato que no lo veo– luego de esa pequeña conversación, para el protagonista de esta historia era ya hora de irse. Además de que era un poco tarde. Se despidió de todos y el doctor Kim lo acompañó hasta su auto.

     –Gracias por todo una vez más– sonrió torpemente el psicólogo.

     –No hay por qué una vez más– respondió el dueño de la piel morena que hacía al corazón del de la piel clara, acelerarse a grandes velocidades, que justo cuando iba a subirse al auto, se devolvió para hacerle una pregunta a su acompañante –Eh… Jae… ¿Qué harás éste viernes por la noche?– preguntó tímido. El interrogado volteó para mirarlo y luego darle una respuesta.

     –Nada que yo recuerde– el administrador sonrió.

     –¿Quieres ir a cenar conmigo ése día?– el invitante se había dado cuenta hace tiempo de los sentimientos del mayor y en vista de que compartían el mismo afecto quería comenzar a dar un paso más allá de sólo tener una amistad.

     –¿Eh?, ¡Sí!– respondió enseguida muy emocionado. Changmin sonrió.

     –Bien, paso por ti a las 8:00 PM– advirtió.

    –¡Okay!– y Jaejoong vio el auto de su cita alejarse. Estaba feliz, era la primera vez que Changmin lo invitaba a cenar. Siempre habían ido a beber con amigos y salidas de ese estilo, pero no una cena.


*~*~*


     Luego de una larga ducha para sacarse el estrés y el cansancio del día, y del increíble dolor de cabeza, que gracias a su amado hermano mayor, nótese el sarcasmo, había obtenido; se acostó sonriente, tenía una cita con Jaejoong, Kim Jaejoong el viernes, tan sólo faltaban dos días. Aún eran las 8:30 PM pero estaba cansado y quería dormir bastante así que se dejó vencer por el sueño, pero el ringtone de su móvil lo sacó de ése relajante letargo, en el que no sabes si estás dormido o despierto, sólo que tu cuerpo se encuentra en un trance que se siente muy bien.

     –¿Uh?, diga…– contestó entre dormido.

     –¿Tío?– se escuchó esa adorable voz del otro lado.

    –Sí, mi princesa– contestó dulcemente. Esa niña era muy importante para él, aunque era la hija de aquél animal que cada día aborrecía más.

     –Sólo te quería decir que te amo– el tío murió de ternura –y que quería que vinieras a mi fiesta de cumpleaños– invitó.

     –¿Y qué día es?– se acomodó en su cama, esperando la fecha. Mientras con su mano libre restregaba sus ojos con pereza.

    –El sábado por la tarde– dentro de tres días.

    –Bien, ahí estaré, dulzura–.

    –¡Oke! ¡Te quiero mucho!– la llamada colgó.

     Le alegraba tener la cercanía de esa pequeña princesa, Byul era un amor. Pero lo único que no le agradaba era que estaría cerca de su padre. Aunque nada podría pasar, sería en la casa de sus “padres”, estaría su hija y su esposa. El odiaba la mala reputación y se había esforzado porque nadie supiera toda la verdad oculta entre ellos, así que no se arriesgaría, estaría bien.

     Fue por un vaso con agua y después de beberlo se dejó caer como roca y se durmió, esperando por el día de mañana, que fuera mejor que el día de hoy. Siempre se esforzaba por sonreír y seguir adelante, pero siendo sinceros, la vida que le tocó, no ha sido la más fácil precisamente y él, había aceptado todo. Había estado sufriendo en silencio durante toda su vida y sólo quería ahora escapar, pero no tenía a donde. Lo único que su alma aliviaba, era su sobrina y los niños de la fundación. Eso lo aliviaba y lo que lo mantenía con vida, era que estaba viendo a Yunho hundirse, estaba esperando porque llegara su fin. Pero aún así, no era realmente feliz.




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*~*~*Nota de Autora*~*~*


Aunque no lo parezca, de verdad me esforcé ;~;
En especial corrigiendo errores y editando, 
espero no haber pasado por alto alguno,
mis vecinos han pasado TODA la noche escuchando vallenato e_é Eso desconcentra un poco.

Bueno, espero les guste, Matta Ne~

Athena Leciel. 
*3* >les envía mucho amor<



3 comentarios:

  1. vaya me encanto el capitulo estuvo genial puedes sentir el dolor de Min ..yo misma estaba enfurecida ...veremos en que acaba esto y Yunho me da cierta pena...pero se busco esto ..como dicen es el karma

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  2. Quisiera decir que me encanto (Aunque es cierto) solo que no soporto que el pobre Changmin luego de tanto sufrimiento no tenga aun algo solo de EL que lo haga feliz...
    Yo se que quiere mucho a los niños de la fundación pero siento que eso no es algo que llene completamente luego de tanto dolor, porque ver a otros ser feliz mientras que vive la vida solo por vivirla, me gustaría que el también fuese feliz...
    BUUUU! Yo se que faltan caps, pero es que no lo puedo evitar, deberías subirlos rápidamente o mi cabeza comenzara a dar vueltas mortificándose sobre esta historia...

    ¡Vamos Athena FIGHTING! n.n ~ <3

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  3. ah~ me encantó el capitulo lo amé por favor continua este.
    Pobre changmin ha vivido atormentado toda su vida y al fin llega el comienzo de su venganza

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