*~*~*Nota de Autora*~*~*
PRIMERO QUE NADA: Soy una unnie rompe promesas ;~; Dongsaeng de mi corazón, se que dije que hace un mes lo subiría pero tuve inconvenientes, ¡jeongmal mianhe!
SEGUNDO QUE NADA: Ehmm, lamento si hay muchos errores D: ya me duele la vista de leer y re-leer en busca de errores pero no alcancé a ver otro Dx
TERCERO QUE NADA: lool~ disculpen mi mala mente para inventar nombres, ¿si? xD Éso definitivamente no se me da. "BIMNIHONGUG" (Banco Internacional de Moneda Coreojaponés). "Regálale una sonrisa al Alma". Ehmm xD Ése nombre salió porque en mi ciudad hay una fundación que se llama "Amigos de la fundación de niños con cáncer". Así que pensando en ella, fue se me ocurrió ése nombre.
Ehmm~ otra cosa, yo les había comentado que éste fic salió de un reto que me pusieron unas amigas, ¿lo recuerdan? espero que si xD ehm, originalmente sería un one-shot, pero yo quise darle continuación y quise convertirlo en un two-shot, PERO, la historia se extendió un poco y ahora será un three-shot y espero que se quede ahí o.ó xDD Como adelanto les digo que, tengo pensado hacerle un cap extra. :'3
Wow~ esta ha sido la nota de autora más larga que he escrito hasta ahora e_é. Eso significa que estoy hablando más de lo normal.
Otra cosa:
Espero que de verdad les guste, bueno ¡A LEER!
*~*~*Fin*~*~*
*~*~*
Capítulo2
Karma.
Tras
la pelota iba aquél niño, corría lo más que podía para tomarla e ir de vuelta y
continuar su juego con su hyung.
–¡Minho,
date prisa!– gritaba Changmin, desde el lugar donde había lanzado la pelota.
Aquella que sin querer su hermano menor no había atrapado por ser mucho más
bajo, dándole el trabajo de correr hasta ella, que iba rebotando mientras más
se alejaba. Minho la tomó con ambas manitos al poder alcanzarla y sonrió
emocionado, pero haciendo pucheros regresó hasta el sitio donde había estado
antes de soltar la carrera tras el juguete.
–¡Huyng!–
se detuvo frente a él, su hermano mayor, Changmin –¡¡No la lances tan fuerte,
la próxima vez irás tú tras ella!!– reclamó el menor. Changmin sólo lo miró y
rió.
–Pues, nadie te mandó a ser tan pequeño– se
burló mientras le quitaba la pelota y la rebotaba unas veces frente al otro,
quien al escuchar aquella confesión se enojó y transformó su rostro lleno de
pucheros a uno lleno de otros pucheros llorosos, pero enojados.
–¡Hyung!–
le golpeó el brazo –¡¡Que no soy pequeño!!– la irritada voz del más chico se
escuchaba tan cómica y divertida para
Changmin, quien sólo reía ante
las expresiones graciosas que estaba haciendo en su rostro.
–Acéptalo
Minho, eres un enano– le dijo dándole un suave golpecito con su dedo índice en
la frente, enfureciéndolo más. Changmin pegó la carrera justo en ése momento,
sabía que al instante de su odiosa acción el menor querría golpearlo.
–¡¡Hyuuungg, no huyas de mi!!– gritó siguiendo el mismo camino que el
mayor haya tomado antes.
–¡Alcánzame
si es que puedes!– le gritó mientras seguían corriendo por todo el patio
trasero que tenía la casa de los padres adoptivos de Minho. Ellos eran amigos
de Jung Yunho.
–¡Hyung!
¡Te alcanzaré!– seguían corriendo por todo el patio, corrían en círculos y
cuando por fin Minho estaba por atrapar a su hermano, éste lo esquivaba y
seguía corriendo –Arrhhg, no es justo, hyung. Tú eres una jirafa gigantesca,
uno de tus pasos, son cuatro pasos míos– lloriqueaba el menor. Changmin sólo se
burlaba de él mientras seguían corriendo, hasta que tropezó y cayó, provocando
que el menor cayera también sobre él –¡¡TE ATRAPÉ!!– gritó el menor al caer
sobre él y abrazarlo.
Ambos comenzaron a reír como los niños eran. Changmin se esforzaba por
pasarla muy bien con su hermano cada que tenía la oportunidad de estar con él.
Había estado notando como Yunho ponía malas caras las veces que Changmin le
pedía verlo.
Porque ahora era así, Changmin tenía que, prácticamente rogarle a Yunho.
Al principio tres o cuatro veces por semana iban a verlo o Yunho traía a Minho
a casa, pero las cosas repentinamente comenzaron a cambiar y Changmin no
entendía por qué.
Así que aprovechaba al máximo los pocos momentos que tenía con su
adorable niño. Lo único que tenía en su vida, aquello que desde la lejanía le
daba fuerza para continuar.
–¡¡Choi
Minho!!– llamó histérica la mujer, madre adoptiva de Minho. El niño se asustó y
se levantó de pronto.
–¿Sí, madre?– se acercó a ella, Changmin
sólo miraba la escena sentado en el piso.
–¿Cuántas
veces te he dicho que no te tires al piso?– lo tomó del brazo con un poco de
fuerza, asustando al menor. Changmin estaba entrando en cólera.
–Lo
siento, mamá…– se disculpó. Ése “mamá” hizo que Changmin tuviera ganas de
vomitar. Minho sabía que no era su mamá. Minho le había contado las cosas que
ésa mujer le exigía de vez en cuando.
–Acaso
quieres ver a tu padre molesto, ¿uh?– dijo muy molesta. Los ojitos de Minho
comenzaban a llenarse de pequeñas lágrimas como él mismo.
Es
que acaso el mundo pensaba que ellos dos eran sus bufones personales, sus
muñecos quita estrés ¿o qué mierda?. Changmin se levantó cuando vio que la mujer
levantó la mano en modo de amenaza contra el muchachito, no lo permitiría.
–Señora
Choi…– dijo una vez estando delante de su hermano –Ha sido todo mi culpa, si
quiere golpéeme a mí, no a él– dijo, echándolo para atrás con sus brazos. El
tono de voz de Changmin era serio y cortante. La mujer se sorprendió un poco,
más bien, bastante.
–Tus
padres no hicieron un buen trabajo educándote y Yunho tampoco te sabe controlar,
de verdad debes ser un dolor de cabeza– espetó con antipatía. Changmin estaba
aprendiendo a mantener la paciencia, vivir con Yunho requería mucha, así que
podría soportar a esta antipática mujer sin perjudicar a su hermanito menor.
–Y
creo que sus padres, tampoco lo hicieron con usted, señora Choi– la mujer usó
la mano que antes habría levantado contra Minho, para agredir a Changmin, fue
un sonido seco. El niño menor, se cubrió los ojos comenzando a gimotear.
–¡Mynhye!–
llamó el hombre que Changmin reconocía como padre adoptivo de su hermano
menor –¿Por qué has golpeado a ése niño?–
exigió saber, apenado con Yunho, quien había dado presencia de la acción de la
mujer. Por supuesto que a Yunho le molestó, pero escucharía lo que ambos tenían
para decir.
–¡Él
estuvo faltándome el respeto, incluso cuando regañé a nuestro hijo!– Changmin
rió, no por su drama al buscar defenderse a sí misma. Sino por la hipocresía y
falsedad en su voz al decir “nuestro hijo”.
–Changmin,
¿es eso verdad?– se asustó al toparse con la seria y obscura mirada de Yunho.
–Hyung,
yo sólo le dije que sus padres no habían hecho un buen trabajo educándola…–
dijo con la verdad, de igual forma ya sabía que posiblemente le esperaba un
castigo en casa –Pero ella me dijo primero que mis padres no habían hecho un
buen trabajo educándome y dijo que tú tampoco lo estabas haciendo…– Yunho se
incomodó. Al parecer era así.
–Según
tú ella te dijo eso primero ¿no?– el niño asintió –entonces ¿qué razones
tendría Mynhye para hacerlo?– el niño suspiró y subió la mirada para encararlo.
–Estaba
regañando a Minho y quise decirle que no era su culpa, sino mía– y fue ahí,
donde Yunho reventó colérico. ¡Otra vez defendiendo a ése niño!
–¡¡Ella
es su madre, tú no tienes vela en ése entierro!!– le espetó en su cara, con
mucha rabia y Changmin no lo dejó pasar.
–¡Él
es mi hermano!– defendió. Yunho lo abofeteó, iban dos en menos de quince
minutos.
–¡Hyung!–
llamó Minho, su “madre” lo tenía tomado de la mano, para evitar que fuera hasta
su hermano mayor. El niñito estaba llorando.
–Ve al auto y espérame allí– ordenó Yunho.
Changmin obedeció, pero antes se despediría de su hermano y comenzó a caminar a
él.
–Minh…–
intentó decir, pero Yunho lo detuvo.
–¿No
te dije que te fueras al auto?– preguntó y Changmin lo miró con evidente enojo –No
te di el permiso de hacer algo más, vete ahora– ordenó con dejos de fuerza en
su voz.
–Minho,
no llores. A mamá nunca le gustó que lloraras– Changmin lo retó al
desobedecerlo.
–¡Si!–
y el pequeño se secó inmediatamente sus lágrimas. Los tres adultos los miraron
incómodos. En especial Yunho.
–¡Changmin!–
llamó irritado Yunho. Changmin sonrió y comenzó a caminar para irse al auto.
Quizás
ninguno de ellos podía entender el lazo que había entre ellos. Porque aunque
estaban viviendo por separado, seguía siendo hermanos, hijos del mismo padre y
la misma madre.
*~*~*
–¿Sabes Minho?– preguntó, luego de tener tal recuerdo muy
presente en su memoria –Hoy pinta un lindo día– dijo sonriendo con amargura,
estaba sentado sobre la grama con las piernas a medio estirar, formando un arco
con las mismas; tenía también ambos brazos posados sobre sus rodillas y entre
sus manos un ramo de flores y una bolsa llena de muchas golosinas. Movía
ansiosamente los objetos que tenía en sus manos mientras los observaba aguantando
una punzada de intenso dolor en su pecho, de vacío y frustración –Dime, ¿cómo es el cielo?– preguntó una
segunda vez a su hermano menor, ésa era la misma pregunta que le hacía cada año
frente a la tumba del mismo –¿Por qué no esperaste un poco más?– ésa era otra,
de las preguntas que siempre articulaba.
Minho, el hermano menor de Changmin, había
muerto unos años atrás. Changmin siempre sintió que la vida se había cagado en
él, porque soportar una vida tan marginal y cruel durante tantos años para que
al final, haya sido en vano, es que la vida se cague en ti. Pero aprendió que
nada podía hacer, más que aceptar la triste, literalmente, realidad.
Estiró su cuerpo hasta quedar totalmente
acostado sobre el suelo, sintiendo la piquiña que la grama le producía al ser
tocada, pero ignorándola por completo, se tapó la cara con su antebrazo y dejó
escapar un largo y fuerte suspiro, detrás de él dejo salir todo su dolor,
comenzando a llorar. Dejando salir todo, había pasado exactamente un año desde
la última vez que había llorado. Había tomado una decisión, sólo se permitía
llorar una vez al año y ésa vez, era sólo y únicamente el día de aniversario de
la muerte de Minho, su dulce hermano menor.
Así era como lo recordaba, siendo dulce y
adorable, un ángel que ahora estaba en el cielo… Quizás era ahí, donde debía
estar desde un principio.
Sintió como alguien lo pateaba suavemente,
se removió para ver quien lo molestaba en un día tan importante como ése, en un
día tan íntimo; pero sus ojos estaban cegados por la luz del sol, así que le
costó un poco acostumbrarse. Entonces, ése alguien dijo su nombre.
–Changmin…– se asombró al reconocer ésa
voz, se levantó rápido, quedando sentado.
–¡Junsu!–
exclamó con evidente asombro –¿Qué estás haciendo aquí?– preguntó aún
sorprendido. Se supone que sólo él y los padres adoptivos de Minho, saben donde
se halla su sepulcro.
–Vine a ver a Minho– Changmin se
sorprendió una vez más.
–¿Cómo sabes que es aquí y que es hoy?–
quería que fuera un secreto, Changmin quería hacer eso su más intrínseco
secreto.
–El año pasado cuando viniste, te seguí–
confesó, de algún modo eso lo molestó, pero Junsu era su mejor amigo y no le
diría nada. No hoy, al menos no ya.
Junsu unió sus manos y comenzó con sus
ofrendas y oraciones. El moreno lo observó en silencio, se acostó de nuevo
sobre la grama. Pasaron un largo rato en silencio, ninguno hablaba. Junsu no
había dejado de pensar en los ojos rojizos de su amigo, estaban totalmente
hinchados y ahora, no estaba ni siquiera llorando.
–¿Y cuando regresas a Japón?– se atrevió a
preguntar Junsu, rompiendo el mutismo de su acompañante, el otro guió su vista
al más bajo.
–Hoy mismo, tengo mucho trabajo– dijo,
dejando escapar otro largo bostezo. El silencio continuó.
Luego de otro largo rato, Junsu invitó a
Changmin a tomarse un café cuando ya partían del cementerio y su amigo, aceptó sólo
por no negarse, de todas formas, aún faltaba una hora y treinta minutos para
que el avión despegara y lo llevara de vuelta a Japón. Luego de media hora,
Changmin se despidió de su amigo para regresar, de ése lugar al aeropuerto
habían treinta minutos y si se topaba con una cola o algún tipo de inconveniente,
no quería perder su vuelo.
*~*~*
Llegó al aeropuerto justo a tiempo,
faltaban al menos 10 minutos para que llamaran a los pasajeros y fue
acercándose a su taquilla. Nunca le había gustado estar de último en las colas.
No pasó mucho tiempo cuando le permitieron
subir, luego de hacerles ciertas revisiones y entró con calma al avión, tomó un
lugar justo al lado de la ventana. Y se sentó, pidió a la aeromoza un vaso con
agua que no tardó en llegar, cerró sus ojos para descansar al menos ésas dos
horas de regreso a “casa”, tendría
que llegar a revisar unos papeles. De pronto el recuerdo de hacía unos minutos
atrás comenzó a sucumbir en su ya relajado cuerpo.
–¿Y
cómo está él?– preguntó, ambos sabían a quien se refería Junsu y no incomodó más
a Changmin porque era obvio que en cualquier momento preguntaría por ése
bastardo.
–Bien, supongo– dijo sin mucho interés, hablar de él lo ponía de mal
humor.
–¿Supones?–
Junsu lo miró sorprendido. Era su hermano, al menos legalmente y “suponía” que
estaba bien.
–Las
cosas han cambiado un poco, Junsu; y ahora…–
–Siempre
lo supe– confesó de pronto deteniendo las palabras del otro, el mayor de los
dos, su amigo de la infancia, ése que había contactado apenas hacía unos años atrás –Siempre supe que Yunho te
maltrataba– tomó fuertemente su taza de café, sin querer mirar a su amigo,
aunque sentía su intensa mirada sobre sí –Siempre veía todas ésas marcas y
moretones en tu piel– continuó, luego hizo una pausa esperando alguna respuesta
o comentario, pero nada vino por parte del asombrado pero serio hombre que
tenía frente a él, Changmin –No entendía como alguien tan inteligente como tú,
siendo el mejor del curso, tan astuto; pudiera ser de la nada torpe y caer de
las escaleras– sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas –como ésa falsa
mentira que Yunho dijo aquella vez–.
–Junsu…–
susurró el menor.
–No
entendía, de verdad, ¿cómo podías ser despistado de la nada? y entonces,
comencé a observarte más… Y siempre daba la coincidencia de que, eras
despistado luego de un Yunho molesto o… tenías marcas diferentes…– dejó
resbalar una lágrima, respiró hondo, se calmó y prosiguió su confesión –¡Siempre
odié que me mintieras!...– exclamó alzando la voz, pero luego su tono bajó, su
mirada se suavizó y siguió su monólogo –…pero entendía que quizás no debía ser
algo fácil para ti de hablar, pero quería ser tu apoyo, quería estar ahí… pero
nunca me lo permitiste y entonces, un día desapareciste…– de pronto, Junsu se
sintió cubierto por algo, ése algo eran los brazos de su acompañante, quien lo
había encerrado en un abrazo.
–No
llores, tonto– susurró, era curioso, porque en un día como éste, era él quien
debía ser abrazado protectoramente, pero no, era él mismo quien ofrecía ése
cariño a su lloroso amigo en éste momento –Ahora todo está bien– y besó su
frente –Debo irme, sino quiero perder el vuelo– se separó y tomó su pequeño
bolso –Cuídate Junsu, nos veremos pronto–.
–Changmin,
espera– advirtió Junsu, secándose las lágrimas. El aludido volteó y vio como su
amigo de su bolso sacó una caja –Entrégale esto a Jaejoong hyung– Changmin tomó
la caja, asintió para tomar su rumbo al aeropuerto.
–Por
cierto Junsu, ¿cómo supiste a la hora que estaría aquí?–.
–Jaejoong
hyung me avisó a qué hora más o menos llegarías aquí– .
–Ustedes
dos son peligrosos siendo cómplices, deberían trabajar para el FBI– bromeó,
recibió un suave golpe por parte de Junsu y salió el café. Tomó un taxi y
desapareció.
Suspiró profundamente, el avión ya había despegado, así que
decidió ver por la ventanilla. El atardecer estaba acercándose, los rayos del
sol estaban ocultándose de la vista de todos y los últimos destellos muy
rebeldes se colaban entre las nubes, era un paisaje un poco familiar, le
recordaba a algo… Sí, le recordaba a aquella mañana en la que la bestia decidió
alejarlo total y completamente de todo.
En la que por fin logró lo que quería, dejarlo más solo de lo que en
toda su desgraciada vida estuvo.
Los recuerdos eran aún tan nítidos, que
sentía como si hubiera ocurrido tan sólo el día anterior.
–¡¿JAPÓN?!– y es que no pudo evitar soltar
de impresión. ¿Qué rayos harían ellos en Japón? ¡Él no sabía hablar japonés! Y
por la seriedad de Yunho, sabía que no estaba bromeando. Su hermano… ¿No vería
más a su hermanito menor? –¿Japón?
¡Yunho-sshi! ¿Japón?– le preguntó una vez más, Yunho fastidiado volteó a verlo.
–Sí,
Changmin, Japón, ahora, ¡Ve a empacar tus cosas, ¿sí?!– los ojos del muchacho
ya estaban humedecidos, las lágrimas amenazaban con salir.
–P-pe…
pero ¿por qué?– preguntó una vez más el niño, ¿de verdad no vería más a Minho?
Yunho se paró frente al chico y lo miró con una media sonrisa muy cínica en sus
labios, para responderle.
–“¿Por
qué?”– repitió, su expresión cambió a una total de hastío –Porque es
necesario–.
–Yunho…–
la mirada del menor se obscureció y temeroso le preguntó al mayor una tercera vez
–¿No veré más a Minho?– el mayor inmediatamente frunció el ceño, allí estaba
Changmin de nuevo, pensando en ése mocoso, alias dado por el moreno.
–¡No,
Changmin, no lo verás más! ¿okay?– dijo ya exasperado –Así que , ¡ve a empacar,
Jung Changmin!– dijo muy molesto, furioso en realidad. Changmin se intimidó,
era la primera vez que su “hermano” lo llamaba por “su apellido”.
Cuando
Yunho se llevó consigo a Changmin, preguntó por los documentos legales de su
nacimiento, el menor le respondió que no los tenía, puesto a que no sabía donde
su madre había guardado ciertas cosas, de hecho, confesó que no sabía si quiera
si los tenía. Para Yunho no fue gran cosa crear falsos documentos, que
parecieran legítimos.
Yunho
dentro de su perfección y astucia se dirigió un día cualquiera a las
instalaciones de documentos legales de nacimiento y buscó los de Changmin, Shim
Changmin; aprovechándose de la situación, de tener amigos que formaban parte
del personal que ejercía su trabajo dentro del lugar, hizo que los cambiaran
por los de Jung Changmin, dejándolo oficial y legalmente con ése nombre.
Changmin
sabía que era mejor obedecer, pero necesitaba una respuesta a su posiblemente
última pregunta, necesitaba saberlo ya que no era algo justo, que Yunho lo
alejara del todo de su hermano, pero un momento ¿qué demonios había sido justo
en todos esos años?; que era lo único que lo mantenía atado al país donde se
encontraban e incluso a la tierra.
–¿Por
qué Yunho hyung?– el nombrado, para ése momento se hallaba un poco apartado y
al escuchar esas palabras en la voz de su amado pequeño, se acercó dispuesto a
finalizar ésa ridícula conversación. Se irían y punto, era su deber entender;
se acercó amenazante.
–Porque
viviremos en otro país y a no ser que te lo ganes, ¡NO LO VERÁS!– gritó por
último, el castaño menor solo cerró sus ojos con fuerza –¡Haz las maletas y no
se habla más del tema ¿entendido?! No tengo tiempo que perder– el chico asintió
yéndose a su habitación. Comenzando a hipar, tragándose sus lágrimas. ¿Por
qué?, ¿por qué tenía que ser así?, ¡no era justo!
El
niño pasó toda la noche arreglando las maletas, tomando las cosas que se
llevaría, las más importantes como había dicho Yunho, pero para él solo eran importantes
los regalos que su hermanito le había dado y las fotos que se habían tomado
juntos, antes de que el mayor comenzara
a alejarlo de esa criatura tan especial para él. A causa de eso, olvidó
avisarle a Junsu y cansado se acostó a “dormir”, sólo lloraba y lloraba. La
mañana llegó y ya estando en el aeropuerto con la cara más triste, la expresión
más adolorida y para su “hyung” era notorio que estuvo llorando; los ojos del
muchachito estaban hinchados, tomando el desayuno Yunho solo tenía una increíble
sonrisa en su rostro.
–Cambia
esa cara– ordenó cortante –no me arruines el día– Changmin sólo siguió comiendo
en silencio, no tenía hambre, pero el otro había traído el desayuno a la mesa
¿cómo negarse?, ni fuerzas tenía para eso. Ése hombre era tan animal, que ni
siquiera le había dejado hablar con Minho antes de irse y ése pensamiento le
llevó a recordar en que no se había despedido de su amigo, así que pensó en
hacerlo, pero ya era tarde…
“Pasajeros del vuelo 230, por favor, abordando”, fueron las palabras que
se escucharon desde un parlante, avisándole a todos, en especial a Changmin,
que todo acababa ahí.
–Vamos–
escuchó. Y no pudo pensar en nada más, aunque tenía tiempo de hacer una llamada
rápida o enviar el mensaje, el pánico lo inundó… Todos los pensamientos que lo
habían atormentado toda la noche, ahora lo estaban destruyendo. Era un país
diferente, no conocía su idioma y por ende no lo hablaba; sin Junsu, sin Minho…
sin nada…
La caja que tenía entre las manos se le
calló de las mismas, despertándolo de sus recuerdos y lo agradeció, en lo más
infinito de su ser. Recordar eso era algo que siempre lo deprimía aunque
luchara por mantenerse estable. Eso ocurrió cuando él tenía trece años, ahora
él tenía veinticinco.
Durante todo ése tiempo alimentó su odio
hacia ése hombre que se convirtió en su verdugo en todos los sentidos posibles,
el cual seguía creciendo y ahora que las cosas habían dado un giro drástico, se
encargaba de hacerle ver a cuál era su karma. Quizás esa era la verdadera razón
por la que seguía con él, Yunho se estaba hundiendo y quería estar ahí para
verlo caer y si era posible, hacer que cayera más rápido, reír en su cara. Era
lo que más anhelaba.
¿Despiadado por parte de Changmin? Tal
vez, pero ¿qué no era eso lo que había enseñado Yunho?, ¿qué no había sido así
todo el tiempo con él?... Ahora era su turno, el karma, definitivamente había caído
sobre el moreno mayor de ambos.
Tomó la caja, preguntándose qué cosa
sería, pero como no le pertenecía, simplemente la dejó de un lado y se dispuso,
ahora sí, a descansar antes de llegar a Japón.
*~*~*
La hora del almuerzo se acercaba y estaba
comenzando a sentir la necesidad de ingerir alimentos; por falta de tiempo de
llegar a una reunión importante en el trabajo no desayunó y ahora, su estómago
le pasaba factura.
–Ish, hay tanto trabajo– comentó en la
soledad de su oficina, observando las carpetas por montones. Los sobres
apilados a un lado de su escritorio, desvió su vista hacia el ventanal y
observó el cielo. Se podía sentir que el día estaba cálido, pero a su misma vez
fresco, pintaba un lindo viernes.
Decidió ir a comer y disfrutar del día, se
veía agradable. ¿Qué mejor que un descanso antes de continuar con tanto
trabajo? Así que pues, sin pensarlo dos veces, tomó el saco de su traje formal
y fue rumbo a la salida. Tomó la perilla, la giró y abrió la puerta de la
oficina, para encontrarse con una hermosa jovencita que estuvo a punto de tocar
la puerta.
Ambos se sorprendieron un poco.
–Buenos días, señor– saludó cortésmente la
muchacha, que aparentaba tener unos veintitrés años.
–Buenos días– respondió sin más, era su
nueva secretaria –¿Ocurrió algo?– fue directo al grano, quería ir a comer.
–No exactamente señor, es sólo que tiene
una visita y está esperándolo allí afuera– informó la hermosa muchacha,
pelirroja. ¿Visita?, comenzó a caminar hacia a fuera, haciendo que la chica
caminara también en dirección al lugar nombrado antes.
–Bien ¿quién es?– preguntó, siguiéndola
hasta el área de espera.
–Es el señ…–
–Changmin– llamó, levantándose de una vez
al ver la silueta alta y esbelta acercarse. Changmin se descompuso al escuchar
su voz. ¿Qué hacía ahí ése día? ¿Qué no estaba en viaje de negocios y todo ése
embrollo?
–Oh, Yunho, estás aquí.– saludó casi con
desprecio, tono solamente notorio para el visitante –Creí que llegabas pasado
mañana– comentó, manteniendo la distancia.
–Hubo cambio de planes y llegué hace dos
horas ¿vas de salida?– preguntó, ignorando completamente la reacción del otro.
–Pues, algo así– respondió, haciéndole una
seña a la chica de que podía continuar con lo suyo –Ah sí, señorita Sam, deje
en mi escritorio el nuevo papeleo del presupuesto de la semana que acaba de
pasar– ella sólo asintió.
–Bien y ¿A dónde ibas?– tantos años
después y él aún seguía vigilando casi y absolutamente cada aspecto de la vida
de moreno menor, de ahora veinticinco años de edad.
–Pues, pensaba ir a comer– respondió,
empezando a caminar. Sabía que no iba a poder esquivarlo y que tendría que
estar con él a donde sea que dijera que fuera, siempre que llegaba de un viaje
de negocios iba por él para salir o lo que sea.
–Bien, vayamos a comer juntos, vayamos en
mi auto– y ahí estaba. Conocía cada movimiento y estrategia de ése viejo. El
más joven no comentó nada y lo siguió, quizás su viernes ya no pintara como un
buen día.
Fueron a uno de los restaurants más caros
y elegantes, Yunho tenía el dinero suficiente para eso y para más. Él solo
habría querido ir a comer a uno de los puestos cercanos, de esas comidas
rápidas y que son accesibles a personas modestas pero era Jung; solo habría
querido disfrutar de la tranquilidad que ése día le brindara pero no, tenía que
venir éste antes de lo esperado y arruinarlo todo. A pesar de tantos años transcurridos
y de que la vida le haya retribuido todo, en la forma que lo había hecho, él
seguía siendo un hombre ambicioso y lleno de codicia. ¡Despreciable!
–¿Por qué tan callado hoy, Minnie?– y
desde aquél entonces, ése apelativo era la manera “íntima” de Jung, para referirse a su “hermano menor”. Sólo él lo llamaba así. Picó un poco de carne y la
llevó a su boca esperando una respuesta.
–Estaba pensado…– tomó un sorbo de agua
para pasar la bocanada antes ingerida –¿Por qué los planes cambiaron?– la
realidad era que había estado callado por no querer hablar, pero por otro lado,
tenía curiosidad.
–Nada muy importante– respondió sonriendo,
tomando un sorbo de una bebida muy costosa, como ocultando algo. Como lo
esperaba, siempre evitaba decirle esas cosas, desde siempre fue así, nunca le
permitió conocer mucho sobre sus cosas. Ahora lo hacía porque no le quedaba de
otra, Yunho era dueño de la cadena de bancos donde Changmin ejercía su
profesión y pues, había cosas que simplemente debía saber porque sí, pero en
cuanto a otras, siempre las ocultaba –¿Quieres champange?– ofreció, pero su
compañero se negó –Vamos Minnie, ya no eres un niño. Ahora eres un adulto–
comentó con una sonrisa de orgullo, su Minnie era un adulto y había estado
siguiendo los pasos que él había dictaminado.
–No gracias, es solo que no me provoca–
dijo con tono seco.
–Has crecido tanto, Changminnie– ay no,
odiaba el momento en el que se ponía “sentimental”.
O sea, ya podía superarlo. Algún día crecería y ya. No pasó como él esperaba,
pero de todos modos, ya tenía más libertad. Se acercó para acariciar un poco la
mejilla de su “hermano menor”.
Changmin, apartó la cara. El otro solo sonrió con amargura –Y bien ¿qué harás
mañana por la noche?– preguntó, olvidando lo sucedido.
–Dormir– el castaño daba las respuestas en
la tonada más tajante posible. Ahora no temía responder así, las cosas habían
dado un giro y habían cambiado. Sin embargo, había cosas de las que no podía zafarse.
–Vayamos a una discoteca– el invitado lo
miró con ganas de reírse en su cara. Pero no lo hizo, la comida estaba
deliciosa como para desperdiciarla. Tenía mucho apetito.
–Sabes que no me gustan esos lugares,
además Yunho, mañana tengo trabajo temprano y en la noche, solo querré dormir–
cosa que era verdad, pero por otro lado ¿no estaba él viejo ya para eso? Pronto
cumpliría cuarenta.
–Bien– no insistió más. Ambos terminaron
de comer, hablaron de cosas triviales, solo porque Yunho siempre encontraba un
tema de que hablar, como todo hombre de negocios siempre tenía la excusa
perfecta para un buen tema de conversación. –Regresemos entonces, ya que tienes
mucho trabajo ¿no?–.
–Uhum– asintió. Ambos se dirigieron a donde
el menor trabajaba que pertenecía a Yunho y sus socios. Al BIMNIHONGUG, Banco
Internacional de Moneda Coreojaponés, banco cuya función era ofrecerles a sus
clientes afiliados coreanos y japoneses la facilidad de obtener el dinero del
país contrario sin necesidad de ir a bancos de tasas de cambio. –¿Cómo están
ellas?– preguntó, estando ya dentro del carro de Yunho camino de regreso.
–Han estado bien– contestó con simpleza,
sin darle mucha importancia –En la noche saldremos a comer– comentó como si
fuera lo más normal del mundo. Bueno, lo era.
–Deberías preocuparte más por ellas– dijo
en tono seco. Odiaba que él fuera así y que las dejara de lado. El piloto
prefirió no responder y concentrarse en conducir. Pronto llegaron al banco y
buscó donde aparcar el carro, el copiloto dudó un poco –Puedes dejarme aquí, no
es necesario que aparques el carro, tú ya te vas ¿no?– el conductor estaba
consciente de que su Minnie no quería
tenerlo cerca, pero como uno de los dueños del banco, tenía que supervisar el
área, o ésa era la excusa que la mayor parte de las veces él usaba para estar
cerca de su, antes todos, hermano menor.
–Inspeccionaré el lugar, Minnie– aunque quizás, esta vez se lo
dejara medio en claro. Ya que fue más odioso de lo normal y no quiso ir a una
discoteca con él, lo molestaría. Además, simplemente tenía ganas de hacerlo.
Hacía semanas que no estaba con él y ahora podía hacerlo, ¿Por qué no molestarlo
un rato?. Muy treinta y nueve años podía tener, casi cuarenta, pero para él,
aún seguía siendo SU Changmin y lo quería cerca de él cada vez que podía.
Si bien las cosas habían cambiado como
ellos nunca imaginaron, en especial para el moreno mayor, que ahora estaba
casado con una preciosa mujer y tenía una adorable hija. Seguía siendo la misma
persona egoísta que había sido toda su vida. Ahora Changmin vivía solo, pero
seguía siendo “hermano menor” de
Yunho. Era por eso, que no podía librarse del todo de las garras de ése
bastardo, era eso y su deseo de verlo hundirse. El copiloto comprendió que lo
hacía con la intención de molestarlo.
–Puedes decirlo con libertad Yunho,
quieres joderme el día– dijo con desprecio en su voz, bajando del auto y
azotando la puerta. El mayor se enojó, no por el golpe, sino porque aquél le
respondiera de esa manera.
–¿Y qué si así fuera?– cuando dije que las
cosas habían cambiado, lo dije en serio. Ninguno tenía tapujos de decirse nada,
sólo en ciertas ocasiones y dependiendo de la situación, podrían evitar decir
ciertas cosas. Todo dependía del lugar, la hora; del momento en sí. No es como
que ahora era el momento adecuado, pero el adulto joven no soportaba tenerlo
cerca y saber que lo hacía con la intención de perturbarle la poca paz que
podía tener, le enervaba la sangre.
El dueño de la cadena de bancos, caminó tras él pero se detuvo al ver como su
ante todos, hermano menor se detenía y volteaba para verlo con odio.
–¿Qué crees tú que sería “si así fuera”?– preguntó con ira. El
interrogado lo miró esperando si diría algo más –¡Nada Yunho, no sería nada!–
volteó para seguir caminando y entrar a su lugar de trabajo.
–Tú te lo buscaste– dijo con odiosidad. Era
cierto que ambos parecían unos niños, Changmin sólo ignoró sus palabras y
siguió caminando pero se detuvo de pronto al ver un auto estacionado que llamó
fuertemente su atención –¿Qué ocurre?, ¿Qué tiene ése auto?– el menor giró los
ojos con fastidio y siguió caminando.
–¡Nada que te importe!– respondió con la
misma odiosidad que su acosador para ése momento, le habría hablado antes.
–¡No me respondas así!– exigió y el
perseguido rompió a carcajadas, se detuvo y volteó a él. Con aires de
superioridad y con mucha osadía y odiosidad respondió:
–Te respondo como quiero, Yunho. Ya crecí,
¿lo olvidas?– se acercó más a él y con detenimiento repitió las palabras que él
le había dicho en el restaurante –“Has
crecido tanto, Changminnie”– clavó su mirada en la seria del mayor –No soy
el niño al que asustabas, Yunho– y volteó, dejándolo en un letargo un poco
incomodo, al darse cuenta de que las personas habían estado observándolos,
aunque posiblemente no escucharan lo que habían estado hablando.
El ya crecido muchacho iba caminando como
alma que se lleva el demonio, ignorando a las personas que lo saludaban y
hacían venias en respeto, todos ahí sabían que él era el hermano menor del
dueño y jefe de donde trabajaban, además de que Changmin estaba en el puesto
que estaba por habérselo ganado, tenía honores. Nunca aceptó nada en bandeja de
oro. Todo se lo había ganado y los empleados, estaban conscientes de ello.
Yunho acomodó su saco para ir tras él y
poner las cuentas en claro, ante la ley, seguía siendo su hermano menor y ante
ellos dos, él seguía siendo quien lo sacó del hueco donde estaba y lo había
puesto donde se encuentra ahora. Vio como su aura destilaba enojo. Sonrió de
medio lado y digo medio lado porque vio como abruptamente el otro que iba mucho
más delante de él, se detuvo ante una persona, la cual no podía ver muy bien y
su aspecto cambió. Eso, evitó que sonriera completamente, observó la escena y
como ambos se dirigían a, suponía él, la oficina del menor.
*~*~*
En la oficina de Changmin, Kim Jaejoong,
amigo de éste, se estaba sentando en el asiendo ofrecido por el dueño de la
oficina. Un momento atrás, al ver aquél auto pensó automáticamente en Jaejoong,
gracias a Dios era él, así olvidaría por un momento a su fastidioso “hermano mayor”.
–¿Cómo has estado, Jaejoong?– preguntó,
agradeciendo infinitamente que su amigo estaba ahí, podía hacerlo sentir mejor.
Intentaría olvidar el suceso reciente con su hyung. Era mejor.
–Muy bien Changmin, ¿y tú cómo has estado?–
respondió, sonriendo y casi sonrojado. Sus sentimientos por el moreno estaban
creciendo cada día más pero éste parecía no darse cuenta. Observaba como estaba
buscando algo en uno de los archivos.
–He estado muy bien, gracias– respondió
mientras regresaba con el paquete que se le había sido entregado en Japón el
día anterior –Ten, aquí está lo que Junsu te envía– y se lo entregó. Jaejoong
sonrió al ver el paquete frente a él.
–Gracias– y lo tomó, lo dejó de un lado
para mirar a Changmin y pudo darse cuenta de que éste ya lo estaba observando
con una sonrisa en su rostro. Desvió un poco la mirada.
–¿Cómo van los preparativos para el
aniversario de la fundación?– preguntó, el silencio se estaba instalando entre
ellos y no era algo normal, tampoco sería algo que Changmin permitiera. En
especial porque en la fundación de niños con discapacidad, había dado gran
parte de alivio a su alma, cuando estuvo devastado por la muerte de su hermano.
Que por si fuera poco, Yunho contó ya cuando todo había terminado, el funeral y
el entierro. De hecho, se lo dijo una semana después.
–¡Perfecto!– los ojos del muchacho de
cabello amarillento brillaron, contar con el apoyo de Changmin era una gran
ayuda para la fundación, además de una alegría inmensa –¡Todos están
emocionados, en especial los niños. ¡De verdad muchas gracias!– se levantó para
hacer una venia.
–Sabes que no tienes que agradecer, es
algo que hago por querer…– aseguró a su amigo. La puerta se abrió, sin previo
aviso, dejando a la vista de los otros dos que estaban siendo interrumpidos el
alto cuerpo de Jung Yunho, el dueño de la oficina frunció el ceño –¡¿Por qué no
tocas antes de entrar?!– preguntó enojado Changmin. El prepotente jefe lo
ignoró y caminó hacia ellos.
–¿Acaso no nos presentas, dongsaeng?– preguntó, dejando en
evidencia que era “el hermano mayor”
de Changmin. Jaejoong se sintió un poco incomodo al tenerlo justo a su lado de
pie. El dongsaeng se frotó la cien
dejando escapar un exasperado bufido.
–Bien– dijo ya cansado –Él es Jaejoong– el
intruso dirigió su vista al otro muchacho por encima del hombro, con aires de
superioridad –Jaejoong, él es Yunho, mi hermano
mayor– las últimas palabras le hicieron sentir un amargo sabor y casi le
costaron salir de sus labios.
–Soy Kim Jaejoong– e hizo otra venia en
respeto. Sabía quién era él, no conocer a Jung Yunho es considerado casi un
delito. Es decir, él junto a sus socios habían tenido una de las ideas más
increíbles de todas, aunque sabía que Changmin era su hermano menor, nunca
antes había estado cerca de él, aunque ya llevaban años de amistad –Es un pla…–
lo interrumpió con arrogancia.
–Soy Jung Yunho– dijo sin mucha
amabilidad, los celos lo estaban carcomiendo. Changmin sonreía para otros, pero
nunca para él. Todo el tiempo había sido su hermano menor, ahora que el mocoso
no estaba entre ellos, sonreía para otro intruso, y no para él. Changmin se
percató y se enojó mucho más.
–¿Nos disculpas un momento, Jaejoong?–
Changmin se levantó y le indicó a Yunho saliera de la oficina. –¿Qué demonios
te pasa?– preguntó sin más, estando fuera de la oficina y fuera del alcance de
otros empleados. Yunho lo miró sin mucha preocupación.
–¿A qué te refieres?– el menor sabía
estaba fingiendo y eso comenzaba a irritarlo.
–¿Puedes dejar de joderme la paciencia al
menos una vez en tu asquerosa vida?– Yunho sintió algo en su pecho –Si quieres
joderme la vida, hazlo en otro momento. ¡No hoy!– Jung alzó una ceja.
–¿Por qué?, ¿qué tiene de especial hoy?.
Qué ése con cara de niña está aquí ¿lo hace especial para ti?– Changmin intentó
ignorarlo.
–¡Jaejoong no tiene nada que ver, así que
deja de molestar! ¿Qué no estás ya mayor para ésto? ¡Tienes una hija y una
esposa que incluso ha perdonado tu sucio error!– dijo con desprecio, con la
intención de restregarle en la cara lo que había hecho.
–Ellas no tienen que ver en esto–
defendió.
–¡Jaejoong tampoco! Así que deja de
comportarte como un muchacho inmaduro y deja de molestar!– y entró a la oficina
y encontró a Jaejoong observando la ciudad a través del ventanal con la que
contaba la oficina, mientras colgaba su teléfono –Lamento el mal comportamiento
de mi hermano pero él es así– se disculpó verdaderamente y se acercó a él.
–No te preocupes, es alguien muy
importante. Supongo que es normal que personas con su status social tengan ése
tipo de ego– y sonrió, pero a Changmin no le agradó que pensara eso, porque
aunque llevaban mucho tiempo conociéndose y siendo amigos, si él generalizaba
de esa manera, estaría incluyéndolo a él también como una persona que es
engreída por su status social –Debo irme, unos de los niños ha entrado en
crisis– se disculpó tomó el paquete y se dispuso a salir –Te llamaré luego–
aseguró antes de salir.
Jaejoong había ido con la intención de
hablar sobre el día del aniversario de la fundación para niños con diferentes
tipos de discapacidad, en la cual él trabajaba como psicólogo, ayudando a los
diferentes infantes a aceptar su condición y a sus familiares entender las
situaciones en las que se hallaban y con que se encontrarían. Pero con la
odiosa presencia de Yunho todo se arruinó, no era que le importaba si le
agradaba o no a otras personas, pero era el hermano mayor de la persona de la
cual se había enamorado, aunque éste no lo supiera y después, su deber como
profesional lo llamaba. No sólo como profesional, sino como persona. Ésos niños
eran su vida, los amaba como si fueran suyos.
*~*~*
Tomó una ducha, una larga ducha. Yunho se
había empeñado en fastidiarlo el día de hoy, pero no importaba. Porque luego se
las desquitaría, Changmin estaba muy consciente de que sus palabras siempre le
llegaban, se dio cuenta de esto cuando una vez estuvieron discutiendo y éste se
dejó mostrar herido, sólo por error.
Así que tan pronto pudo, luego de una
deliciosa cena preparada por él mismo, se metió a la cama a descansar, aún
debía hacer cosas al día siguiente.
*~*~*
Rápidamente el día del aniversario de la
fundación “Regálale una sonrisa al Alma”, cuya función era brindarle servicios
gratuitos a niños y adolescentes con diferentes tipos de incapacidad y
brindarle apoyo moral a sus familiares.
Era Changmin uno de los invitados
especiales por donar nuevos equipos médicos para tratar a los niños. Todos se
encontraban verdaderamente agradecidos. El invitado especial estaba intentando
pasar desapercibido, pero parecía que todo el mundo lo conocía, se encontraba
ya tan cansado que decidió ir al baño, al entrar, ya dentro estaba Yunho, sólo
lo ignoró y entró al cubículo y esperó que para cuando saliera de él, ya no
estuviera.
Pero eran solo falsas esperanzas, allí
estaba el muy bastardo cuando salió, esperándolo.
–Oh, es así como malgastas tu tiempo libre–
afirmó Yunho con la intención de irritar al menor, quien al oír tales palabras
frunció el ceño, cerró el grifo del agua, secó sus manos con una de los
pañuelos que habían y lo miró.
–¿Malgastar?– sin embargo, mantendría la
calma, no se dejaría llevar por los impulsos que sabía perfectamente su hermano mayor quería provocar en él.
–Sí, podrías hacer algo más productivo– dijo,
Changmin sólo rió en su cara, recostó un poco su cuerpo a la base donde estaban
los lavábamos, se cruzó de brazos y entonces respondió.
–Y no me digas, tener sexo contigo sí lo
es, ¿verdad?– era Yunho quien fruncía el ceño ahora, su acompañante sonrió
irónicamente ante su silencio –¿Sabes?... No hay nada que me ate a ti, sólo la
satisfacción que me da verte hundir– confesó severamente, con una de sus más
resplandecientes sonrisas. Yunho había sentido un golpe bajo.
–Eres quien eres, gracias a mi– sólo se
escucharon las carcajadas del castaño menor atiborrando la sala de baño, el
mayor se mostró serio.
–Error, querido hermano– dijo de manera
burlesca –Soy quien soy, gracias a Minho– al escuchar ése nombre, Yunho apretó
sus puños con fuerza.
–¿Aún piensas en ése mocoso?– el hecho de
escuchar al moreno referirse a Minho de esa manera, aunque ya estuviera muerto,
provocó en él, el profundo deseo de romperle el rostro y luego prenderle en
fuego.
–¿Cómo dijiste?– se acercó rápidamente a
él y con brusquedad lo tomó de las solapas de su elegante traje.
–Él está muerto ahora– lo miró a la cara
con una prepotente sonrisa grabada en su rostro. Parecía que ahora él iba
ganando ésta pelea ¿a qué querían llegar ambos? Quizás ni ellos mismos lo
sabían, estaban siendo movidos por sus más fuertes deseos. Yunho siempre deseó
que al menos una vez el menor riera para él, pero no de la forma en la que
ahora lo hacía. Changmin por su deseo de restregarle en la cara el castigo que
la vida le estaba dando. Él último quería partirle la cara, estaban en un baño
público. ¿Debía contenerse?, sí; ¿lo haría?, no. Yunho era el maldito bastardo
que siempre había odiado –Debí haber acabado con él cuando eras un niño, así me
habría ahorrado…– Changmin no lo toleró más y arremetió contra él, su puño
cerrado y lleno de odio, a su mejilla derecha.
–Maldito– susurró –eres tan maldito que
todo lo que te está pasando, es tu castigo. Es tu escarmiento Jung Yunho– dijo
con odio, casi saboreando el amargo sabor de veneno letal. El anfitrión del
evento quería inyectar en él tanto de su odio como pudiera –No sabes cuánto
deseo verte sufrir cada vez más, para reírme en tu cara. Mientras eres comido
por ésa enfermedad que por tus mismas acciones contrajiste– Cuando el agredido
recibió semejante golpe del menor, su cuerpo fue atajado por la pared, en la
cual se hallaba recostado escuchando como Changmin iba pronunciando con más
desprecio cada palabra –¡Me das asco, maldito!– el menor salió del baño, para
dirigirse a la multitud.
Changmin donaba la mitad de su sueldo a la
fundación mensualmente. Allí había conseguido alivio. Mucho no pudo hacer por
su difunto hermano, eso sentía, aunque en realidad era todo lo contrario. Ver a
cada niño sonreír, era como ver a Minho. Sólo eso le daba verdadera alegría y
fortaleza de seguir viviendo. Cuando él se enteró que su hermanito había
muerto, su mundo se acabó completamente, se había quedado sin nada.
¡Absolutamente nada!, sin embargo, con el pasar de los años, él siguió viviendo
sin rumbo fijo, se había convertido en algo parecido a un zombi, un muerto
viviente, en algo sin vida. Hasta que conoció a Jaejoong y éste lo trajo a la
fundación, una esperanza llegó a él.
Ya que Changmin era el invitado especial,
los flashes se las cámaras de los reporteros se estaban posando en él. Por dos
razones, por el hecho de ser un joven de buen corazón dispuesto a donar todo
ése equipo médico y la más llamativa y resaltante, es que, no era sólo un joven
de buen corazón, sino ser el hermano menor de uno de los más grandes
accionistas del banco BIMNIHONGUG.
El banco tomó mucha fama por parte de los
ciudadanos de ambos países, desde el principio, alabando la gran idea que Yunho
y los demás socios, habían tenido. Tanto que muchos años después era un buen
tema de conversación, que recibe buenos comentarios por parte de sus clientes,
desde “Que grandiosa idea” hasta “Que buen servicio ofrecen”. Ésa era la
verdadera razón por la que las cámaras dirigían sus lentes a él.
Yunho observaba todo desde lejos, las
palabras crueles que su Changmin le había dicho en el baño le habían dolido.
¿Por qué?... la verdad duele, y más cuando aprendes a querer, Yunho aprendió
que de verdad quería al otro moreno ya muy tarde, cuando todo el daño estaba
hecho y el odio había crecido. Él mismo se había encargado de poner al otro en
esa posición y a sí mismo en su perdición. Dicen que hay un purgatorio, pero
Yunho estaba consciente de que lo que esta tierra hacías, en ésta misma, el
karma te hacía pagarlo. Quizás lograba entender un poco, por imaginación claro,
a Changmin. Aún recordaba como despiadadamente se rió en su cara cuando le
confesó que no podían tener más sexo porque tenía sida.
Se maldijo por no haber aprendido a
contenerse, si lo había hecho, las cosas serían distintas. Ése era su karma,
cada día se sentía más débil, el médico le decía que debía cuidarse más, pero
era tan ambicioso que se negaba a aceptarlo aún. El Yunho todo poderoso no
debería estar pasando por algo así. La razón de regresar antes de su viaje, se
debía a que la enfermedad estaba muy avanzada y sería mejor contactar a su
médico.
Ahora debía cargar con el desprecio de su
esposa, que sólo estaba con él por su hija; la decepción de sus padres y el
odio de Changmin.
*~*~*
–Changmin– llamó Jaejoong emocionado –Muchas
gracias por todo lo que estás haciendo– el moreno logró salir del área de las
cámaras. El psicólogo hizo una venia en forma de agradecimiento, realmente
estaba muy feliz y excitado, podía ver a algunos de sus niños alegres también.
–No tienes porqué agradecer, sabes que lo
hago porque esto me hace feliz– aseguró ya que era verdad, sus palabras eran
todas en ese momento verdaderas. Porque justo en ése momento lo estaba.
–Pero de verdad, muchas gracias; ahora
nuestros niños están más felices y sus padres también–.
–Jaejoong, basta de agradecer por favor–
pidió su acompañante. El otro sólo sonrió un poco avergonzado. Se sentía por
demás contento y feliz, por sus amados niños y por poder estar con la persona
que le gustaba muchísimo.
–¡Jaejoong Hyung!– llamó uno de los niños
escondiéndose detrás de él.
–¿Qué ocurre, pequeño?– preguntó
preocupado.
–¡Lizzy no deja de molestarme!– respondía
con pucheros, Lizzy quien era una niña muy hermosa de cabello corto hasta sus
hombros, negro azabache y muy risueña y adorable; unos pasos más allá venía con
un cepillo para el cabello y muchos lazos y cosas que se colocan en la cabeza
para adornarla.
–Youngtae~~– canturreaba –no te escondas.
Te encontraré de todas formas~–.
–Lizzy– llamó Jaejoong –¿Por qué estás
molestando a Yountae?– la muchachita lo miró sonriendo nerviosa.
–Es que quiero peinarlo– el mayor oprimió
una pequeña risa. El niño tenía el cabello largo, al estilo honguito, por esa
razón la niña siempre quería jugar con su cabello. Changmin observaba la escena
de cómo su amigo trataba de hacerle entender a la pequeña que debía dejarlo
tranquilo, porque los niños no debían llevar moños en el cabello, ya que eso
era para niñas. Ése momento lo hizo transportarse a una época donde un Minho y
un Changmin de antaño solían jugar mucho, eso provocó una punzada en el pecho
del moreno.
–¡Changmin!– escuchó su nombre provenir de
la boca de su acompañante y como el
mismo, sonaba sus dedos frente a su cara para que le entregara su
atención.
–¿Eh?–.
–¿Qué te sucede?, ¿Estás bien?– el
interrogado sonrió al ver a un Jaejoong preocupado por él.
–Sí, lo estoy. Sólo me distraje un poco– no
mintió del todo. Porque no, ahora no estaba bien.
–¿No son esos tus padres?– “padres” . Dirigió su vista hacia donde
los dedos de su acompañante señalaban y si, ahí estaban sus “padres”. Esos que en un principio se
habían negado a aceptar la idea de Yunho, de adoptar a un niño. A Changmin le
tomó años llamarlos padres, pero como
siempre fue costumbre, Yunho ordenaba y él sólo obedecía, le tocó hacerlo más
rápido de lo que habría querido. Si bien ya tenía elección propia, estaba
acostumbrado a llamarlos “padres”.
Además de que ante todo el mundo, él era un Jung. Gracias a que su hermano se hizo reconocido por casi todo
Japón y Sur Corea arrastrándolo a él en el proceso.
Los vio acercarse cuando les envió una
señal para que notasen donde estaba.
–Papá, mamá– se sentía hipócrita, pero la
realidad era que, una vez fue aceptado estos se disculparon con él y comenzaron
a tratarlo de manera muy amable, como un verdadero hijo. Una vez le pidieron
quedarse a vivir en su casa, pero su hermano
se negó. Lo más que pudo hacer fue dormir varios días en su casa y hasta
tenía una habitación para él.
–Hola hijo– saludo sonriente la mujer.
–Hola– y recibió un dulce beso en la
mejilla por parte de la señora, y luego al mirar a su padre hizo una respetuosa reverencia –Padre– el
hombre también sonrió y le extendió la mano cuando Changmin finalizó la venia,
la cual sin pensarlo dos veces la respondió.
–Jaejoong, querido. ¿Cómo has estado?–
saludó la mujer, cierto, él aún estaba allí. Él hizo otra reverencia y
respondió cordialmente al saludo de la madre de su amado.
–Muy bien, gracias ¿Y usted?– la señora
Jung respondió positivamente y entonces saludo al señor Jung, quien también contestó
que estaba bien.
Fueron a sentarse en una de las meses para
disfrutar otro poco del evento y los pequeños espectáculos que ofrecían a los
invitados y todo iba de maravilla hasta que la voz femenina de su madre le hizo
una pregunta.
–¿Dónde está tu hermano?– la sangré se le
calentó y recordó el incidente en el baño e hizo un esfuerzo inhumano para
mantenerse calmado.
–No lo sé madre, hace buen rato que no lo
veo– luego de esa pequeña conversación, para el protagonista de esta historia
era ya hora de irse. Además de que era un poco tarde. Se despidió de todos y el
doctor Kim lo acompañó hasta su auto.
–Gracias por todo una vez más– sonrió
torpemente el psicólogo.
–No hay por qué una vez más– respondió el
dueño de la piel morena que hacía al corazón del de la piel clara, acelerarse a
grandes velocidades, que justo cuando iba a subirse al auto, se devolvió para
hacerle una pregunta a su acompañante –Eh… Jae… ¿Qué harás éste viernes por la
noche?– preguntó tímido. El interrogado volteó para mirarlo y luego darle una
respuesta.
–Nada que yo recuerde– el administrador
sonrió.
–¿Quieres ir a cenar conmigo ése día?– el
invitante se había dado cuenta hace tiempo de los sentimientos del mayor y en
vista de que compartían el mismo afecto quería comenzar a dar un paso más allá
de sólo tener una amistad.
–¿Eh?, ¡Sí!– respondió enseguida muy
emocionado. Changmin sonrió.
–Bien, paso por ti a las 8:00 PM– advirtió.
–¡Okay!– y Jaejoong vio el auto de su cita
alejarse. Estaba feliz, era la primera vez que Changmin lo invitaba a cenar.
Siempre habían ido a beber con amigos y salidas de ese estilo, pero no una cena.
*~*~*
Luego de una larga ducha para sacarse el
estrés y el cansancio del día, y del increíble dolor de cabeza, que gracias a
su amado hermano mayor, nótese el
sarcasmo, había obtenido; se acostó sonriente, tenía una cita con Jaejoong, Kim
Jaejoong el viernes, tan sólo faltaban dos días. Aún eran las 8:30 PM pero
estaba cansado y quería dormir bastante así que se dejó vencer por el sueño,
pero el ringtone de su móvil lo sacó de ése relajante letargo, en el que no
sabes si estás dormido o despierto, sólo que tu cuerpo se encuentra en un trance
que se siente muy bien.
–¿Uh?, diga…– contestó entre dormido.
–¿Tío?– se escuchó esa adorable voz del
otro lado.
–Sí, mi princesa– contestó dulcemente. Esa
niña era muy importante para él, aunque era la hija de aquél animal que cada
día aborrecía más.
–Sólo te quería decir que te amo– el tío
murió de ternura –y que quería que vinieras a mi fiesta de cumpleaños– invitó.
–¿Y qué día es?– se acomodó en su cama,
esperando la fecha. Mientras con su mano libre restregaba sus ojos con pereza.
–El sábado por la tarde– dentro de tres
días.
–Bien, ahí estaré, dulzura–.
–¡Oke! ¡Te quiero mucho!– la llamada colgó.
Le alegraba tener la cercanía de esa
pequeña princesa, Byul era un amor. Pero lo único que no le agradaba era que
estaría cerca de su padre. Aunque nada podría pasar, sería en la casa de sus “padres”, estaría su hija y su esposa. El
odiaba la mala reputación y se había esforzado porque nadie supiera toda la
verdad oculta entre ellos, así que no se arriesgaría, estaría bien.
Fue por un vaso con agua y después de
beberlo se dejó caer como roca y se durmió, esperando por el día de mañana, que
fuera mejor que el día de hoy. Siempre se esforzaba por sonreír y seguir
adelante, pero siendo sinceros, la vida que le tocó, no ha sido la más fácil
precisamente y él, había aceptado todo. Había estado sufriendo en silencio
durante toda su vida y sólo quería ahora escapar, pero no tenía a donde. Lo
único que su alma aliviaba, era su sobrina y los niños de la fundación. Eso lo
aliviaba y lo que lo mantenía con vida, era que estaba viendo a Yunho hundirse,
estaba esperando porque llegara su fin. Pero aún así, no era realmente feliz.
Anterior. *~*~* Siguiente.
*~*~*Nota de Autora*~*~*
*~*~*Nota de Autora*~*~*
Aunque no lo parezca, de verdad me esforcé ;~;
En especial corrigiendo errores y editando, espero no haber pasado por alto alguno,
En especial corrigiendo errores y editando, espero no haber pasado por alto alguno,
mis vecinos han pasado TODA la noche escuchando vallenato e_é Eso desconcentra un poco.
Bueno, espero les guste, Matta Ne~
Athena Leciel.
*3* >les envía mucho amor<
vaya me encanto el capitulo estuvo genial puedes sentir el dolor de Min ..yo misma estaba enfurecida ...veremos en que acaba esto y Yunho me da cierta pena...pero se busco esto ..como dicen es el karma
ResponderEliminarQuisiera decir que me encanto (Aunque es cierto) solo que no soporto que el pobre Changmin luego de tanto sufrimiento no tenga aun algo solo de EL que lo haga feliz...
ResponderEliminarYo se que quiere mucho a los niños de la fundación pero siento que eso no es algo que llene completamente luego de tanto dolor, porque ver a otros ser feliz mientras que vive la vida solo por vivirla, me gustaría que el también fuese feliz...
BUUUU! Yo se que faltan caps, pero es que no lo puedo evitar, deberías subirlos rápidamente o mi cabeza comenzara a dar vueltas mortificándose sobre esta historia...
¡Vamos Athena FIGHTING! n.n ~ <3
ah~ me encantó el capitulo lo amé por favor continua este.
ResponderEliminarPobre changmin ha vivido atormentado toda su vida y al fin llega el comienzo de su venganza